A mí me duele… Me dueles
A mí me duele. Aquí, aquí muy dentro. Me duele el patio solitario. El humo fresco y puro sin la toxicidad del humo de tu cigarrillo. Me duelen los árboles que me miran, preguntándome hoja por hoja a dónde te has ido.
La plaza los domingos, ¡ah!… Cómo me duele la banquita, nuestro nido. La almohada, quieta y blanca sin los cabellos que perdías soñando conmigo.
Y qué decir de la lluvia que hace llorar a mi ventana, con las nubes traídas por el viento, ese viento que viene a contarle el secreto de que te ha visto, por ahí, dando un lindo paseo y las cortinas bailan felices de tan maravilloso cuento.
A mí me duele, aquí, en el pecho. Los discos de tríos que guardaste en el ropero. Los miércoles de cine y de café en esa esquina. Me duele el polvo de tus libros, la lejanía.
Me duelen hasta las fotos y las cartas, que adornan la oscuridad de mis cajones; escondidas, salvaguardando mi dolor y estos, mis ojos llorones.
Me duelen las rosas secas en el vacío del florero, las que me diste en el primer beso. Ese beso que nos dimos, al lado de la fuente en aquel parque donde también nos perdíamos, como los buenos amantes.
Me duele la brisa en la mañana, las palabras, las calles y la rutina; La pluma, la espera y tus manías.
Me duele la piel, las manos y estos dedos, los que recibían tu amor y tu consuelo. La rapidez con la que el calendario cambia de día y de estación restregándome en la cara la duración de este dolor.
Me duele preguntarme por qué a mí… Porque todo… Me recuerda a ti.