Algo extraño… Parte 6
No supe cuánto tiempo estuve inconsciente, pero cuando desperté estaba amarrada en una de las sillas de su comedor, él estaba mirándome sentado frente a mí.
¿Qué es lo que quieres de mí?-Dije.
Sólo me miraba, no me respondía.
Tenía una mirada penetrante, asustaba.
Pronto se darán cuenta que no estoy, mi mamá o mi novio comenzarán a hablarme y sabrán que algo anda mal, vendrán a buscarme-le dije tranquilamente-Ahórrate problemas y déjame irme.
No es tan fácil-respondió.
Se levantó y se cercioró de que estuviera bien amarrada, pies, manos, y me puso cinta en la boca, forcejeé, pero no logré nada. Me dijo que tenía que ir al trabajo y que tenía que estar seguro de que yo no iría a ningún lado.
Cuando se fue, obviamente intenté moverme pero todos mis movimientos eran en vano, ni siquiera podía gritar. Era frustrante la situación, estaba confundida; ¿qué quería? ¿qué pretendía? ¿qué me iba a hacer? Tenía miedo, quería a Luis, quería que llegará y me rescatara de toda esa horrible pesadilla.
Intenté calmarme, no tenía muchas opciones, no supe cuánto tiempo pasó que me quedé dormida, luego la puerta me despertó, era él, había vuelto.
Me desamarró un poco y casi me obligó a comer algo. Estaba comiendo cuando escuché voces familiares. ¡Era LUIS! Estaba segura.
¡Es mi novio! Grité emocionada.
En ese momento me tomó tan fuerte del brazo que logró lastimarme, me puso cinta en la boca y volvió a amarrarme. Quise gritar, pero fue en vano. Me llevó a su habitación y cerró la puerta.
Tenía que estar soñando, todo era demasiado enfermo.
Escuché que tocaron la puerta y cuando abrió pude escuchar claramente a Luis preguntarle por mí, que estaba preocupado, que no había respondido las llamadas y que si él sabía algo de mí. Por supuesto dijo no haberme visto en días, pero que estaría al pendiente de cualquier cosa, que tal vez me había quedado con alguna amiga.
Después de varias palabras intercambiadas y mis mil esfuerzos porque me escucharan, él volvió a entrar.
Su sonrisa era de miedo, estaba ganando, y ni siquiera sabía yo cual era el afán de todo eso.
Sólo comencé a llorar…