Amando demonios
Cuando leí la frase de Nietzsche sobre tener cuidado cuando expulsamos nuestros demonios, porque podemos desechar lo mejor de nosotros, me puse a pensar si en verdad teníamos demonios dentro.
Me cuestioné incontable número de veces sobre si esos demonios son permanentes, si esos demonios se pueden destruir, si evolucionan, si se crean, si aumentan con el paso de los días; incluso pase mucho tiempo queriendo desaparecerlos, luchando por evitarlos, por destruirlos, enfoqué mis esfuerzos en culparos, despreciarlos hasta el punto de odiarlos; hasta que llegó el momento en que me dí cuenta que esos demonios son parte de la escencia, de mí escencia y que no soy la única que los tiene, sino que todos tenemos demonios con los que lidiar y batallar día con día.
Una vez que acepté mis demonios surgieron miles de cuestionamientos sobre si esa sería o es la razón por la que es tan complicado encontrar o llamar a alguien el amor de mi vida, si tener demonios es la razón por la que el que yo consideraba amor de mi vida, se alejó… pasé mucho tiempo culpando a mis demonios por su ausencia, hasta que llegó el momento en que saqué la conclusión de que el amor simplemente se trata de encontrar a alguien que entienda, comparta y coincida con nuestros demonios.
Compartir demonios, encontrar a alguien que tenga demonios que se entiendan con los nuestros, que se complementen… que en vez de quererlos eliminar y cambiarlos los acepten y los quieran. Que tenga demonios tan encantadores que te enamores perdidamente de ellos, que sin ellos sientas que no es la misma persona y viceversa, que no quiera expulsar tus demonios, que no los critique, ni los culpe, sino que los haga sentir aceptados e incluso queridos… que acaricie nuestros demonios cada mañana, que los bese cada noche, que recuerde que por que ellos existen, es que esa persona te ama.
Los demonios lejos de ser obstáculo son inspiración, más que ser destructivos pueden ser constructivos, más que ser rechazados deberían de ser aceptados. Nuestros demonios más que ser odiados tienen que ser amados… por nosotros, por otras personas, por quien queremos. Al final del día de eso se trata el amor, de compartir demonios, de aceptar demonios, simplemente de amar demonios.