Antes de irme…
Sólo quisiera decirte tres cosas antes de irme, y sí, sé que no debo…
Que el silencio a veces es más sabio que las palabras… Te pediría que no me detengas.
Hoy que me voy, sabrás que jamás encontrarás a alguien como yo, ¡claro!,
¡lo puedo apostar!, vas a encontrar a miles mejores que yo y simplemente,
tienes que escoger bien para que no sea parecido a mí.
Dos… No pretendo que me olvides y dejes de quererme, porque sería olvidar mi amor propio,
tirar por los suelos tu fe, tus creencias y tu palabra en contra de los demás,
sería casi como estar en contra tuya y jamás podría hacerlo, a menos que sea de frente
y en medio de nuestra cama, ¡sí claro!, tú encima de mí, en contra mía…
Tres… Y quizás veinte mil más, quizás más, todo fue tan hermoso que podría aceptar
gustoso esos cinco días de tiranía, tender la cama, lavar los trastes y recoger mi ropa del piso…
Hoy gustoso inventaría mil y un pretextos y razones por las cuales volvería a repetir la historia,
la realidad es que siempre que se acaba una historia… Vienen mil más y a partir de mañana:
Comenzaran dos más…