Así como hace tiempo lo había querido
El despertador sonaba como todas las mañanas a la misma hora. El sol aún no salía, la oscuridad aún dominaba sobre esa parte del planeta.
El despertador calló repentinamente y la habitación volvió al silencio. Cinco minutos después comenzó a sonar otra vez. No había nadie para apagarla ya. El cadáver aún conservaba un poco de calor. El rostro mostraba una expresión calmada; las cejas estaban relajadas, la boca mostraba una leve sonrisa.
Ya no volvería a ir a su trabajo—que por cierto odiaba—, ya no volvería a tener que pagar el alquiler, ya no escucharía la música a todo volumen de su vecino de a lado. Ya no sentiría cansancio, ya no tendría sed y hambre. Ya no volvería a sentir soledad nunca jamás. Sería absorbido por la nada y el olvido.
Así como hace tiempo lo había querido.