Atardecer si ti
Que triste atardecer, solían ser mágicos, felices, llenos de alegría… pero algo cambió; es la misma colina, el mismo árbol, el mismo césped, las mismas luces de la misma ciudad, el mismo horizonte y el mismo sol, pero ahora faltas tú… falta tu brillo, faltan tus ojos claros, falta tu calor.
Mucho me advirtieron de enamorarme así, de enamorarme de alguien como tú, de enamorarme de ti. Pero no me arrepiento de haberte conocido y menos de haberte amado, aunque este amor que antes me daba vida ahora me invita a la muerte. Fueron muchos los atardeceres que vimos en este mismo lugar, tantas fueron las estrellas que contamos juntos, ahora sólo me queda esta eterna soledad.
Siempre estuve solo, antes de conocerte pensaba que no necesitaba a nadie más para ser feliz… hasta que apareciste precisamente una tarde de primavera. Tristes eran tus ojos y por eso pudiste ver la tristeza que había en los míos, me senté a tu lado al abrigo de éste árbol que se convirtió en testigo silencioso del nacimiento de un amor puro y sincero, de los que no necesitan pregonarse para saber de ellos porque brillan como estrellas reflejadas en los ojos de los enamorados. Así comenzaba nuestra historia, con una coincidencia tan hermosa, con un atardecer en primavera.
Te fuiste una tarde gris de otoño mientras yo estaba ausente. Pienso que lo tenias planeado así, no querías encararme, nunca te gustaron las despedidas, sabías que si te miraba partir te iba a seguir sin importar nada. Tu partida era inevitable y lo sabías. Te fuiste sonriendo, me contaron, alegre como eras, feliz pues nuestra historia ya se había escrito con letras imborrables en las estrellas.
Me abandonaste, pero no te guardo rencor, ¿cómo podría hacerlo?, si me regalaste los mejores momentos de mi vida ahora convertidos en recuerdos grabados en el horizonte, grabados en cada estrella, grabados en mi corazón. Me abandonaste sin decir adiós, sin un beso de despedida, sólo te fuiste.
Tantas veces me pediste que no llorara cuando te marcharas, pero no puedo evitarlo, lo siento. No podré cumplir la promesa de seguir con mi vida, ¡no puedo!, el lugar que dejaste nadie lo podrá ocupar, la herida que me causaste es tan profunda que nadie la podrá curar.
Ya pasaron cinco años desde tu partida y aún te amo, cada tarde subo a la misma colina y miro al sol partir como tú lo hiciste un día. Sé que en algún lugar desde las estrellas me miras y me escuchas…
y yo espero el día en que podremos caminar juntos de nuevo hacia la eternidad.
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