Aunque ya no estés…
He de hallarte en cada en cada lugar que visito;
no existe piedad por parte del tiempo,
me aniquila y recalca tu ausencia al correr de los segundos,
pareciera que planea mi fin.
Te he de encontrar adherido a mi mente.
Te pienso y doy cuenta que es lo único que puedo hacer.
¿Qué ocurre contigo?
Tu recuerdo no tiene otro pasatiempo más que el de pasearse vacilante,
de la manera más cruel ante mí.
¿Qué ocurre conmigo?
Que tan frágil y quebrantable se ha vuelto mi propia visión.
Así, tan vaga, tan insulsa.
Tan sin ti.
Aún soy esa mirada sostenida entre los dos…
Soy aquel instante en que abrí la puerta y te vi entrar.
Todavía siento tu tacto escribiendo poemas en mi piel;
y esas palabras que enmudecieron mi mente,
pero no mi espíritu, impetuoso por ti.
Tus ojos penetrando los míos,
escudriñando mi alma entera.
Eres ese diálogo perfecto que conservaría eternamente,
eres recuerdos, eres memoria.
Y yo:
Yo aún soy esa imagen tuya tan precisa,
esa en la que estoy contigo;
aunque ya no estés.