Crónicas de un romance… Parte 1
Alguien que pisa tu corazón cuando tú se lo das de buena manera es un insensible, pero yo fui más insensible al haber tratado de esa manera a la persona que más quise.
Yo soy Leonardo Bustamante un joven de veinte años con una estatura de 1.78 cm, ojos azules, cabello castaño oscuro, una tez aperlada y un cuerpo bien definido. Y ahora me encuentro en la cárcel “fraile” en San Francisco. Realmente estoy consciente de mi culpa, no fui una gran persona, al principio creí serlo pero después descubrí que no lo fui; destruí tantos de mis sueños, sueños infinitos que ahora no podre realizar, tenía metas por cumplir y todo se vino abajo por el enorme daño que le hice a aquella muchacha.
Para ser exacto se llamaba Johana Jiménez, ella fue mi felicidad y también mi perdición, he recapacitado desde aquel día donde sucedió aquel accidente… Bueno, yo no lo quería matar, pero él se lo buscó, se aprovechó del simple hecho de que ella estaba triste y sola; y aún creo que lo hizo por despecho, pero ya no importa, ahora me doy cuenta del error y desearía nunca haberlo cometido.
Yo sé que ella nunca me lo va a perdonar y tampoco le voy a insistir ¿Quién podría perdonar a una persona como yo? –creo que yo tampoco lo haría- pero realmente eso ya no importa ahora que estoy dentro de estas cuatro paredes, me he tomado el tiempo para reflexionar y saber qué haré de mi vida, claro, si aún después de esto la tengo.
Hay tantas dudas en mi mente que no me dejan de circular, pero es que llevo tan sólo dos años encerrado y no creo que no lo pueda superar aún, es como si ella siempre fuese mi presente y al mismo tiempo mi pasado, quizá hubiese sido mi futuro si no hubiese cometido este error.
No es fácil querer a alguien con tanta intensidad, de esa manera en la cual sabes que nunca volverás a querer alguien así, es difícil pensar que después de tanto tiempo de haber estado con alguien, aquellos momentos se vayan a la basura o quizá no, quizá solo queden en un bello recuerdo.
Aunque no todo haya sido bello, yo sé lo que siente ser rechazado, pasé por eso de ver cómo aquella gente sin saber lo que pasaba me apuntaba , decía cosas de mí a mis espaldas, cosas malas que en mi vida había escuchado hablar así a tanta gente; fue como si de pronto yo hubiese sido el villano de toda la historia, pero a pesar de todo esto siempre la voy a querer, pase lo que pase jamás la voy a olvidar porque ella marcó mi vida y siempre le voy a agradecer todo lo que hizo por mí.
El enseñarme a querer de esta manera a alguien fue lo más sensacional que pude haber sentido por alguna otra persona, a veces me alegro de que hubiese sido ella la elegida, aunque ella también me dañó, me derrotó, me acabó, terminó conmigo en toda la extensión de la palabra.
Después de todo lo sucedido tantas cosas vinieron a mí, tantos pensamientos y cosas llegaron a mí… Cómo recuerdo aquel día donde yo era todavía un pequeño, jamás lo olvidaré aquel día, yo estaba tan feliz había sacado 10 en matemáticas; nunca había obtenido esa calificación hasta ese día, a unas pocas horas al salir de la escuela mis abuelos me llamaron, me dijeron que era una urgencia.
No podía dejar de pensar cuál era esa noticia, todo mi cuerpo temblaba, mi mente estaba en blanco, era como si de pronto ya no estuviera allí, me sentía con ese remordimiento de culpa no sabía que pasaba y cuando llegué a casa estaban allí todos reunidos, con caras tristes y algunos con unas lágrimas resbalando por sus mejillas; yo aún no sabía qué pasaba… Me estaban asustando. Al ver que llegué, mi tío Jorge se paró, me miró fijamente a los ojos, derramó una lágrima y me dijo con voz entrecortada me dijo:
–“Tus padres murieron”-
En ese momento sentí que el mundo se venía abajo, me quedé en shock, en mi mente no circulaba nada, sólo me quede parado y al instante lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. Recuerdo que lo único que hice fue dar media vuelta y subir a mi cuarto a recostarme y mirar el techo hasta quedar dormido.
Esa experiencia jamás la olvidaré es como si de nuevo hubiese sucedido, pero en vez de que ellos murieran, yo hubiera muerto, me sentía vacío y solo.
Yo sólo necesitaba un abrazo de alguien, para hacerme sentir fuerte, para saber que existía para alguien y que de verdad no estaba solo, todos aquellos días encerrado allí, fueron mi perdición… Era como si no existiera, como si ya estuviera muerto o me encontrara en mi propio mundo, donde sólo existiera yo y nadie más.
Yo amaba todo de Johana ella era todo para mí, era mi vida entera amaba hasta cuando se quedaba callada, sus ojos y su mirada tan profunda que me encantaba tanto verla, era como tocar las nubes en una noche de lluvia; en pocas palabras ella era todo en mi vida pero, todas mis palabras y todos mis sentimientos hacia ella ya no le importaban, quedé en el olvido por completo. A veces quiero sólo salir y escapar de este maldito lugar en el que me encuentro, me conformaría con tan sólo mirarla por un segundo y ya, pero creo que ya estoy en el olvido, a veces me pregunto:
¿será que aún existo para ella?, ¿ya se habrá olvidado de mí?, ¿me odiará?… Y por más que pienso y pienso, no encuentro una respuesta que me haga tener esa seguridad y certeza de saber que existo, quizá mi estancia sería más fácil aquí si tan sólo ella viniera a verme.
Si Johana tan sólo olvidara lo sucedido yo estaría más que feliz, no sabría qué hacer… Ella es mi mundo, mi todo; lo gritaría si fuese posible, haría cualquier cosa por recuperarla, incluso ahora tengo miedo de perderla y ya no es parte de mi vida.
Trato de no ver la realidad o fingir no verla porque me duele y no me cansaré de repetirlo ella, era una mujer sin igual, como de esas que ya no hay; sensata, valiente, inteligente, hermosa, divertida, jamás tendría las palabras perfectas para describirla a toda ella, me pone a temblar tan sólo con su mirada el cuerpo se me eriza; siento esa respiración tan rápida y profunda me hace tocar el cielo sin volar, la pienso y sonrío, simplemente me encanta.
Jamás terminaría de lamentarme aquel horrible homicidio que cometí; si no lo hubiera hecho, Johana y yo seríamos felices aún; pero la sangre me hervía al ver que estaba con su nueva pareja, yo aún la amaba. Tenía que notarlo, tenía que saber que yo aún existía, que yo aún la amaba y yo estaba seguro de que ella sentía lo mismo que yo.
A pesar de que lo negó en el primer momento, mi corazón y mi mente me decían que ella era mía desde el primer momento en que nos besamos.