Cuando regreses, yo ya seré una mujer nueva
Un día te fuiste dándome argumentos tontos, huecos, que ni tú te creíste, y que por supuesto eran falsos, tal como cada una de las promesas que hiciste durante los años que estuvimos juntos. Y si, al principio me dolió y mucho, pues deposité en ti todo mi amor, mi confianza, mis sueños y esperanzas. Te regalé lo mejor de mí y todo mi futuro estaba planeado a tu lado. Lástima que tú no pensaste lo mismo y pusiste tus ojos en otro camino, en otro destino muy lejano al mío.
Ha pasado un tiempo y he podido salir adelante. No ha sido fácil, pero he contado con el apoyo de todos los que me rodean y claro, mi mejor doctor ha sido el tiempo. He recuperado el amor a mí misma, esa confianza en mí que gracias a ti perdí.
Comienza a valorarme de nuevo, a darme cuenta que soy una mujer muy capaz, una mujer con una carrera, que trabaja y que lucha día a día por salir adelante, que salta obstáculos y aunque se cae no se rinde y se levanta. Ahora sé que no necesito ningún hombre a mi lado para ser feliz, para estar completa, para lograr mis propósitos y llegar a mi meta.
Muchas veces me acomplejaste sobre mis “nulas” capacidades para hacer las cosas, pero hoy me doy cuenta que sólo quisiste cortarme las alas para que no volara de tu lado, quisiste tenerme inferior a ti y que sintiera que no merecía nada más, que no merecía a otro hombre, incluso me hiciste sentir que ni siquiera te merecía a ti.
Hoy me lamento por tanto que te dí, pues por entregarte todo al final me quedé sin nada. Pero por fin estoy recuperando mi esencia, estoy volviendo a ser la que fui antes de ti, pero en versión mejorada.
No me quejo del tiempo perdido, pues a tu lado aprendí lo que necesitaba saber sobre el amor, y gracias a eso hoy soy más fuerte. Día a día amanezco con más ganas de vivir, de lograr grandes cosas, de llegar lejos y sentirme plenamente realizada como mujer, pero sola; pues aprendí que la soledad no es impedimento para triunfar.
Ahora ando por la vida con el lema “primero yo, después yo y al último yo”. ¿Y sabes qué? Me siento muy orgullosa de mí, de haberme levantado del suelo donde me tiraste y pisoteaste.
Un día me acusaste de seguir siendo una niña, y argumentaste que a tu lado necesitabas a una verdadera mujer. Te dije que lo lograría, que ese día en que me convirtiera en todo lo que tú querías llegaría, y afirmaste que entonces hasta ese día regresarías.
Pero, te confieso, me di cuenta que realmente siempre fui una verdadera mujer, sólo que tú buscabas a alguien exitosa pero sumisa, que cumpliera todos tus caprichos, que triunfara pero sin superarte, y al no verlo en mí, huiste cual vil cobarde buscando algo más fácil.
Hoy soy exitosa, he triunfado como mujer y tengo muchas metas en mente, muchos objetivos que cumplir. Soy feliz y amo lo que hago y lo que tengo. Y estoy segura que si decidieras regresar tampoco te gustaría la nueva yo, pues te sentirías inferior, inseguro, incapaz de mantener a tu lado a un mujerón como yo.
¿Y qué crees? Ya no espero que regreses, es más, ni siquiera deseo que lo hagas.