Cuba, entre la mística y la realidad. (Parte 1)
Estamos a punto de hablar de un sitio que -independientemente de lo que fue, lo que es y lo que vaticinan las incipientes pitonisas que será-, es una tierra adorada, entrañable; llena de personas singulares, místicas, joviales y humanitarias en esencia, hablamos de la tierra que me vio nacer, CUBA.
Para hablar de Cuba necesitaríamos una especie de blog exclusivo para que afectos y detractores del sistema desgarren vestiduras en uno y otro sentido, por lo anterior, no tocaremos temas álgidos que puedan hacerte pasar un mal rato, ésta página se concentra en llevarte sueños, de la realidad ya se encargará la cotidianidad. Aclaremos además, que esto no es un escrito de antropología social sobre Cuba, tampoco es una crónica de un viaje, ni los tips de los 5 mejores sitios que podrías conocer, aquí encontrarás simples consideraciones de una cubana que por el hecho de vivir lejos de la isla la ve con cierta añoranza.
Dicho lo anterior, entendamos qué es Cuba: Mi tierra es según quién la mire, puedo darte la visión del cubano que la habita, del cubano que la habita desde lejos (debes entender que siempre estamos allí aunque no físicamente), del extranjero que va por vez primera, del que va por la quinta y del que fue por estudios y aprendió a hacer suya ese pedazo de isla singular. Pero creo que tomaremos la visión de alguien que va por primera vez, así podrás descubrir- a través de sus ojos- un país sui géneris y multicolor.
La Habana, capital de los casi once millones de cubanos que pueblan la isla es sin dudas una fotografía de los 50´s, una imagen detenida en el tiempo, destruida por el salitre que la rodea, los bloqueos (externos e internos), la negligencia, el egoísmo, el desenfado y las políticas incorrectas.
Lo primero en notar es el calor, justo al salir del avión una masa de aire caliente se te pegará en todo el cuerpo, la ropa se mojará y sentirás que estabas parado frente a un horno encendido y acaban de abrir la puerta. ¡Bienvenido a Cuba!
En el recorrido del aeropuerto al sitio donde te hospedarás verás una flota de Chevrolets 56, 57, 58 en buen estado (algunos para exhibiciones de colección y otros con los tanques de gasolina amarrados a la ventana del pasajero, PERO FUNCIONANDO). Son tan común como los Oxxos en México (salvado las diferencias, que me disculpen los coches extraordinarios por menuda comparación).
Lo genial de esto, es que muchos son “boteros” o sea taxis colectivos que llevan una ruta fija y por unos $10.00 vas a poder disfrutar del folclor cubano en todo su esplendor, no falta la persona que va a “resolver”* o a “lucharla” **, el chico(a) que se hizo Santo y va vestidito(a) de blanco con collares de colores, la que lleva los “mandados” (víveres) con sus respectivas libras de arroz, azúcar y poco más. La “jinetera” que después de una “jornada laboral», va camino a casa, a ver a su hijo(a), a soltar los demonios, los olores incrustados en su piel, las risas y orgasmos fingidos. Ahí va ella, sentada a tu lado con su rímel chorreando por la cara y -como quien habla de un proyecto ganado- va platicando con alguna amiga sobre las pericias de la noche. Sí, mi tierra es efervescente, apabullante en colores, sonidos y es muy probable que salgas con un amigo del taxi, se nos da muy fácil estimar a las personas.
Sales a caminar por el por el Vedado, Miramar, Kohly y te asombrarás de la arquitectura art decó, palacetes, hemiciclos, parques, monumentos, bancas y arboledas.
No debes dejar de sentarte en el malecón habanero, ese sitio donde converge la alcurnia y los no tan afortunados, lo bizarro y lo refinado; el malecón es sin dudas una amalgama de contrastes. Es parada fija para poetas, músicos, nostálgicos, utópicos, para espantar soledades, para personas felices, para quienes buscan el amor (incluso de una noche si es que podemos llamarlo amor) y para aquellos que ya lo encontraron. El panorama podría ser más o menos así, vas con tu pareja, amigos, conocidos, llevas una botella de ron, te sientas en el muro y dejas que la brisa y el olor a salitre te impregnen, no faltará quien lleve una guitarra y así comienza una noche bohemia que terminará seguramente al amanecer cuando los rayos del sol inclementemente te recuerden que estás en Cuba y que allí casi siempre hace un calor de campeonato. Eso sí, toda la noche podrás ser partícipe de historias dignas de una película de Tarantino.
*/ ** Términos de uso común que bien pudieran traducirse como “inventar” (creo que los sigo dejando con la duda), empléense para denotar que saldrás a la calle a ver qué encuentras para hacer y que te paguen por ello.
Continúa en la Parte 2