De todas maneras todos morimos…

De todas maneras todos morimos. Y así es. De todas las formas posibles e inimaginables (lo he visto con mis propios ojos en un programa llamado “1000 maneras de morir” y si lo he visto en la TV es porque debe ser real o al menos entretenido y eso es suficiente.

Yo comencé a escribir mi propia versión de “1000 maneras estúpidas de vivir” la idea no es original, no es de mi propia creación, es decir, un día lo leí en un Post y me causó mucha gracia, la gente ponía cosas como. “Leer 50 sombras de Grey y sentirse culta y además de mente abierta» o “Apoyar al América”, “Votar por el PRI”, “Votar por el Peje”, etc… Y bueno, todas tienen razón, y entre más las lees más te ríes, haces aportaciones y se repite el ciclo.

Pero la realidad es que hay una forma muy estúpida de vivir y esa se llama Orgullo. Pasando por la web podemos encontrar diferentes definiciones, unas sutiles y otras muy crueles, unas nos llevan a la razón y otras a la locura y eso no lo digo yo, lo dice la internet; pero la gente que es orgullosa seguro no se dará una vuelta por el internet; ¿y saben por qué?, porque el orgullo es un pariente cercano de la ignorancia y lo sé porque yo padezco de esa ignorancia, y no es fácil vivir con ella, pero si llevadero y es una forma difícil de vida, la aceptamos ¿y saben qué más? Es una posición muy cómoda ante la vida.

– ¿Nos enojamos? Bueno, pues entonces tienes dos chambas: O te contentas o no lo haces… Y esa es tu parte, porque la mía es no mover un dedo.

– ¿Te ofendió mi lengua desmedida y pretendes que me disculpe?, pues tendrás que aceptar que soy una persona sincera, que digo lo que pienso sin importarme lo que por dentro de ti pueda quebrar y así deberías de soportarme, mientras mi parte es no mover un dedo.

– ¿Reconociste una especie de envidia, desplazo u ofensa en mí? Tiene que aceptar que algunas veces no estoy de humor, deberás comprender mis deslices sin quejas ni reproches, porque si lo haces, la enojada mayoritaria seré yo, y con mis “justas” razones.

Y así puedo continuar con la lista de cosas que puedes hacer por mí, mientras yo asumo la cómoda posición de víctima, esa pobre víctima a la que hirieron mucho, más de la cuenta y por lo tanto no tiene responsabilidad en resolver las cosas.

Y así es, no la tengo, ni la siento, ni la extraño y es más, no lo pienso durante todo el día, pero, en la noche la cosa cambia, dicen que en las tinieblas la consciencia que se ausenta por las mañanas, regresa por las noches, como un gato.

Y ahora vienen ligeros espasmos de remordimiento hasta que uno termina por conciliar el sueño y por las mañanas las cosas pretenden volverse de nueva cuenta contra nosotros y desenvainamos la espada, porque hay que admitir que la lucha contra el mundo nunca termina para nosotros los orgullosos, porque si algo hay que decir de todo esto, es que vivir cargando la espada es agotador, un peso que los orgullosos no podemos soltar y estamos dispuestos a pagar.

La ignorancia, esa pariente tan cercana del orgullo, ésa que nos hace más humanos y primitivos, es también la nueva decadencia de la humanidad. Los orgullosos no podemos desprendernos de ella, ni ella de nosotros, porque nos vuelve mediocres, porque no vemos el panorama completo, ni queremos verlo, porque nos ciega.

Es sencillo morir, quizás por eso puede llegar a ser estúpido. Pero vivir con orgullo, aparte de ser estúpido, también nos lleva a la muerte en vida. Y eso no es tan reconfortante como lo primero.