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Historias

Publicado en junio 10th, 2015 | by Luis Arthur Goldstar

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El capitán del Navío de la Cruz. ¡Una muy buena historia!

Buen día a todos, el día de hoy quiero compartir una historia muy personal, una gran trayectoria resumida en unas cuantas líneas y transformada en forma de parábola… Una gran historia que espero tener la oportunidad de poder compartir completa y con todos sus detalles más adelante.

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El Capitán del Navío de la Cruz.

Había una vez un joven campesino que cierto día fue llamado a trabajar en la “Compañía Roja”. Dentro de las muchas funciones que desempeñaba el campesino, pronto fue llamado a formar parte de la tripulación de un gran barco, el “Navío Naranja”. Sin embargo, el Navío Naranja acostumbraba navegar por aguas caudalosas, y pronto el capitán y el almirante se encargaron de hundirlo.

La compañía Roja no podía prescindir de los cargamentos del Navío Naranja. Como el campesino, ahora marinero, sabía bien los manejos del Navío, fue a consultar con los encargados de la compañía qué se iba a hacer con esos cargamentos. Sin siquiera esperarlo salió de esa entrevista convertido en Capitán, lo malo es que no le entregaron ni barco ni tripulación.

Con su propio esfuerzo, el ahora Capitán se encargó de reunir una tripulación fiel y entregada, y entre todos construyeron, con sus propias manos, uno de los barcos más impresionantes que se hubiesen visto nunca en la compañía Roja. Como debía ser, del barco de la compañía, fue pintado de Naranja, pero fue llamado “El Navío de la Cruz”. Y aunque ya estaba todo listo, el Navío de la Cruz no salió al mar hasta que contó con un excelente almirante, quien tuvo a bien apoyar al capitán en todo lo que se ocupó para mantener el barco a flote y cumpliendo con todos los cargamentos que tenían que entregar.

Tres años duraron el Capitán y el Almirante a bordo del Navío de la Cruz, trabajando para la compañía Roja. A pesar de haber tenido muchos cambios en la tripulación, era un barco exitoso. Entonces el comité de la compañía Roja cambió sus integrantes, y la nueva presidencia decidió que el Navío de la Cruz no encajaba con su nueva imagen. Así es que llamaron al antiguo capitán, aquel que hundió el Navío Naranja, quien ahora presumía de venir con un yate de lujo para reemplazar al Navío de la Cruz.

Sin siquiera recibir las gracias, el Navío de la Cruz, con toda su tripulación, fue echado del puerto de la compañía Roja. Entonces ellos navegaron a otro puerto donde estaba la “Compañía de la Fuente”, cuyo actual presidente fue alguna vez socio y miembro del comité de la compañía Roja, y con quien la tripulación del Navío de la Cruz se sentían muy a gusto de trabajar. Y para sorpresa de todos, el mismo presidente les ofreció quedarse a trabajar en la Compañía de la Fuente, aunque el giro de esta compañía era muy diferente al de la Compañía Roja, y el trabajo sería más pesado. Todos aceptaron llenos de alegría, y acordaron cambiar el color del Navío de la Cruz, de naranja a Azul, e izaron una nueva bandera en su mástil.

Durante 3 años el Navío de la Cruz sirvió felizmente a la compañía de la fuente, dando grandes frutos y logros. Sin embargo, durante el último año el Navío no tuvo tanta suerte. La tripulación  mermó significativamente. El Almirante tuvo que dejar el navío, en primera porque estaba ayudando en la construcción de otro Navío Azul, en segundo porque había otras compañías que le iban a dejar otro tipo de ganancias, distintas a las del Navío de la Cruz; y por último, aunque no menos importante, por atender las necesidades de su familia.

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Llegó un momento en que incluso el primer oficial bajó del Navío, dejando sólo a su Capitán y a un marinero de primera clase, quien dada la situación fue ascendido de inmediato a Primer Oficial. Y sólo ellos dos se encargaron de mantener el Navío de la Cruz a flote. Pero el presidente de la Compañía de la Fuente no estaba contento, y les ordenó al Capitán y a su nuevo Primer Oficial que formaran una nueva tripulación. De no conseguirlo en un mes, serían asignados a otras funciones dentro de la compañía, o incluso a la tripulación de otros barcos, donde ambos tendrían que empezar desde grumetes.

Así que el Capitán y su Primer Oficial se pusieron a hacer campaña de reclutamiento, aunque no obtuvieron respuesta favorable. Algo bueno que ocurrió fue algunos miembros de la tripulación regresaron, incluso el anterior Primer Oficial. Lo malo que venía con este regreso era que todos los marineros tenían ya compromisos con otras compañías, por lo que no podían entregarse por completo al Navío de la Cruz, es decir, no podían participar en todas las labores de mantenimiento que requería el Navío, pero estarían presentes durante el transporte de los cargamentos.

Y fue precisamente la falta de mantenimiento del Navío, lo que lo dejó en muy malas condiciones. Cuando se integraron dos nuevos marineros a la tripulación, es de suponerse que vieron tan deplorable el barco que tampoco se esforzaron mucho por darle el debido mantenimiento.

Fue así que el Navío de la Cruz fue alcanzado por una gran tormenta, que lo dejó en muy malas condiciones. Y como el presidente de la Compañía de la Fuente seguía molesto por otras razones que habían acontecido con el Navío, el Capitán sopesó sus opciones. Si el barco seguía sin recibir mantenimiento terminaría por hundirse; los cargamentos los estaban entregando dañados; y de pronto parecía que la tripulación no lo apoyaba. Así las opciones eran: 1.- dejar que el barco siguiese navegando en esas condiciones hasta que se hundiera; 2.- hundir él mismo el barco; o 3.- parar en un puerto lejano para darle todo el mantenimiento que requiriese el barco, además de dar tiempo a que la tripulación se organizara en lo personal y poder dedicarle el tiempo suficiente al Navío.

Pero las cosas no salieron nada bien para el Capitán. En el momento en que presentó las propuestas, uno de los marineros nuevos se amotinó. Desde el principio rechazó las ideas del Capitán. Al final el marinero terminó diciendo que «Nadie es indispensable, así que si el Capitán quiere parar en puerto que se quede él». Y tras decir esto, el marinero incitó a la tripulación para saber quién estaba de acuerdo en botar al Capitán y seguir adelante a bordo del barco. Para sorpresa, y gran tristeza del Capitán, la tripulación apoyó al marinero amotinado. Cuando él ya había tomado la determinación de anclar el barco en puerto, el marinero y la tripulación decidieron botarlo a él y lanzarse al mar con su barco.

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Con todo el dolor de su corazón, el Capitán se ha dispuesto a vaciar su camarote para abandonar el barco que él mismo construyó con sus manos. Fue entonces cuando descubrió dos cartas en su cajón. Una de ellas archivada desde hace mucho tiempo, y otra un tanto más reciente. La más vieja era de la “Compañía del Camino”, donde necesitaban un barco o un capitán para construirlo y juntar la tripulación para cubrir una ruta comercial. La otra carta era de una socia de la Compañía Roja, avisándole que el comité de la compañía había cambiado, que tenían una tripulación, pero no tenían ni capitán ni barco para recibir sus cargamentos, y que los socios habían pensado en él para el trabajo.

Aceptar cualquiera de las dos propuestas significaba mucho trabajo, porque significaba volver a juntar una tripulación apta para el trabajo, y volver a construir el barco desde cero. Pero dado que ahora el capitán se ha quedado sin nada (excepto apoyar al Navío Azul como almirante auxiliar), lo mejor será volver a empezar. Así que se dispuso a buscar la entrevista con el Presidente de la Compañía Roja…

Y con todo el dolor de su corazón, aún cuando se cumpla el plazo, o el mismo Navío de la Cruz regrese buscando al Capitán, mientras que el Marinero amotinado siga a bordo, (que seguramente será nombrado capitán, ya que se ve que eso era lo que buscaba desde el principio), el Capitán no volverá a poner un pie en ese barco.

Al día siguiente hubo excelentes noticias. Aunque no se pudo dar la entrevista con el mero presidente de la Compañía Roja, se hicieron negociaciones súper exprés con la socia de la compañía que le había enviado la carta al Capitán (que a todo esto, dicha socia fue por muchos años marinera de primera clase en la tripulación del Navío de la Cruz). Todo parece indicar que en la Compañía Roja esperaban con ansias el regreso del Capitán, pues tenían ya mucho tiempo sin recibir cargamentos… y aunque el capitán apenas cuenta con una pequeña lancha de motor, ya está preparado para sus dos primeras entregas en el primer Fin de Semana. Todo parece indicar que su primer oficial (aquel que lo apoyó en la crisis, cuando tenían el mes para reunir tripulación) se unirá a esta nueva tripulación y le ayudará al Capitán a construir su nuevo barco. El Capitán aún cuenta con el apoyo de la tripulación del Navío Azul, y podría ser que no toda la tripulación del Navío de la Cruz apoye al Marinero Amotinado… por lo que el Capitán podría contar con más ayuda de la esperada. Ahora sólo falta que él conozca a su nueva tripulación.

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Pero en medio de tanta alegría, ocurrió una nueva tragedia, aunque debería decir… vieja… El Capitán se enteró de algo terrible… llegó a sus manos una grabación donde uno de sus marineros de más confianza incitaba al Marinero Amotinado para que se opusiera a él. Era un marinero muy especial, no de primera clase, porque era incapaz de hacer nudos correctamente. Pero el capitán le tenía mucho aprecio, porque fue parte de la tripulación casi desde la construcción del barco, y apoyó mucho cuando tuvieron que abandonar la Compañía Roja, y era uno de los que habían estado con él aguantando algunas de las peores tormentas.

El Capitán tenía, de alguna forma, cierta satisfacción de que el motín viniera de parte de un marinero nuevo, un extraño prácticamente. Pero enterarse que todo fue planeado por uno de sus marineros de más confianza ha sido un golpe muy bajo… esa TRAICIÓN no la podrá perdonar. Si el Marinero Amotinado era una razón para no volver al Navío de la Cruz, ahora con esta traición las hay aún más. El Capitán sólo desea que la tripulación se dé cuenta a tiempo de quién es el traidor, antes de que le haga más daño al Navío o a ellos mismos.

———O———

Han pasado un par de días y el capitán ya hizo su primera entrega en su lanchita de motor. Pero parece que la oficialización de su nuevo puesto se ha visto un poco obstruida. Sucede que la compañía Roja esperaba un cargamento muy importante, y como no contaban con que el Capitán regresara tan pronto, ya habían contratado los servicios de un Navío de otra compañía. El Capitán, desconocedor de esto, ya había solicitado el apoyo del Navío Azul para realizar dicho embarque, por lo que ahora resulta que están empalmados los dos Navíos en una misma entrega.

Pese a este conflicto, parece ser que ha ocurrido algo mejor, para levantar el ánimo del capitán. Por la mañana hizo su primer embarque para la Compañía Roja y por la tarde abordó en el Navío Azul para acompañar a la tripulación en un cargamento de rutina para la Compañía de los Dos Santos. Al terminar esa tarea quiso pasar por las oficinas de la Compañía Roja para dejar un oficio, pero no había quién lo recibiera. Y cuando emprendía la vuelta a su casa pasó cerca de la Compañía de la Fuente, y pudo ver al Presidente atareado con sus ocupaciones. Así es que el capitán aprovechó para esperarlo y despedirse oficialmente de él. El Presidente de la Compañía de la Fuente estaba enterado a medias de lo que había ocurrido en el Navío de la Cruz. Así que en su despedida, el Capitán puso al tanto al Presidente de toda la situación: el motín, la traición, la conspiración, y su nuevo puesto en la Compañía Roja. Pudo percibir cómo el presidente entristecía con lo que escuchaba… pero a final de cuentas, el Presidente es un hombre muy noble y muy sabio, que si se había llegado a molestar era porque él mismo veía que el barco no estaba bien. Y con esa sabiduría supo darle palabras de ánimo y aliento al Capitán, además de que le ratificó todo su apoyo y confianza. Le hizo saber al Capitán que tal era su apoyo, que si llegaba a necesitar de algún embarque extraordinario recurriría a él, ya fuera con su nuevo barco y tripulación, o sólo a él con su pequeña lancha de motor.

Ahora sólo le queda mirar hacia adelante y tomar una actitud positiva. Queda pendiente un detalle, los instrumentos de navegación que había dejado el Almirante en la oficina de la Compañía de la Fuente. El Almirante se los había prestado al Capitán. Pero ahora que él ha bajado del barco, el Capitán tendrá que comunicarse con el Almirante para saber el destino de dichos instrumentos… si se le devuelven, o se quedan a bordo de un barco que navega a su hundimiento.

Pero como decía, el Capitán: Sólo deben concentrarse en lo bueno que está por suceder…

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Soy Maestro de computación de niños de preescolar y primaria. Me gusta soñar y crear historias, y contar y explicar las cosas con mi muy particular estilo. Comencé a escribir a los 15 años, y desde hace 10 lo hago de forma pública. Me encanta escribir, leer, soñar e imaginar...



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