El día que ya no te quiera…
El día que ya no te quiera… Los lugares a donde solíamos ir ya no tendrán tu nombre, ni me revocaran estos recuerdos que me atacan cada día que por ahí llego a pasar. El día que ya no te quiera, ya no evitaré esas melodías, las que cantábamos juntos o que nos dedicamos alguna vez. Las noches no me sabrán amargas, ni las mañanas a soledad.
El hecho de saber de ti por cuestiones externas a mi control ya no arruinará mi día, ni mi semana, ni sentiré esa necesidad de saber cómo estas, que has hecho, que estás haciendo, en qué lugar, con que personas… El día que ya no te quiera, me sentiré extraña; por estar acostumbrada tanto tiempo a estar llena de ti, de tu recuerdo, de la incertidumbre de tu ausencia, de las ansias de volver a ver el brillo de tus ojos… De sentir mi piel con tu piel.
Ya no me moriré de celos al pensar que puedes estar bañando de miel tu corazón de nuevo; que otra puede estar siendo ahora la dueña de tus sueños, de tus besos, de tus caricias, esas, que eran mías. El día que ya no te quiera, ya no me dolerán los errores que cometiste, las promesas inclumplidas, un futuro que sólo existió en nuestras mentes, las tantas cosas que nos faltó por hacer, juntos. No sentiré cómo una estaca se me clava en el pecho al recordarlo.
No sentiré que te quiero tan profundamente, que me mata cada día sentirte lejos, como si fueras algún elemento vital en mí, que aunque no lo eres realmente, perdóname pero así lo siento. Y tal como una ola golpea fuertemente un pequeño barco en la inmensidad del océano, así me encuentro, inundada en la nada. Inundada de ti, de todo lo que vivimos, del coraje de no entender porqué todo lo que pasó, del hecho de pensar ¿Qué hubiera pasado? Si aún existiera un “nosotros”.
El día que ya no te quiera, podré por fin ser libre, bailar bajo la lluvia y no desear que estés a mi lado. Podre amarme más a mí misma y no sentir que lucho día a día por hacerlo y no buscarte. Podré acariciar mi alma sin miedo a tocar heridas aún abiertas… El día que ya no te quiera, no sé yo cuándo llegue, sólo ruego al tiempo, ya encontrarlo.