El último intento
Voy a hacer un último intento, de esos que te mereces por los sentimientos que tengo dentro de mí, donde no importa que mi corazón se haya roto en ocasiones por tus acciones, que parecían verdaderas, sino que importan los lo siento, y eso me da el derecho de hacerlo por mí…
Y el día que lo tenga que hacer tranquila y conscientemente, prepararé mis documentos para viajar, y un pasaporte recién recibido, con el escudo de mi país. Guardaré en mi cartera el dinero necesario para el viaje, cambiando de mi moneda a dólares exactos.
Me despediré de mis hijos, los amores de mi vida, de esas personitas que me habrán permitido viajar; y así, con la maleta con que me toque partir, empezaré a perderme en las salas del Aeropuerto, esperando con atención las listas en los tableros del mismo.
Buscaré un café confortante, lo prepararé sin prisa y atenta a mi celular te escribiré que estaré saliendo en un par de horas más. Sabes que volaré muchos kilómetros con el propósito exacto de saber cuál es el color en tus ojos y palpar por fin suavemente tus manos. Y podré verte sonreír, cobijando en tiempos difíciles ese miedo que te corroe, pero más que nada, lo haré para demostrarte que amar… pocos sabemos hacerlo.
Sentada ahí en la sala en turno, donde abordaré el avión, me quedaré consciente de que los últimos intentos son permitidos y nos llevarán a ser mejores humanos, distinguiéndonos de otras personas, y eso nos hará diferentes; donde le daremos un valor a las acciones y donde por fin podremos descubrir que amar no se pide, sino que llega así, sin pedir permiso.
¿Que encontraré situaciones extrañas? sí, lo sé, sin embargo sabré por ser humanos, que a eso nos arriesgamos. Y si esas situaciones me hacen claudicar, ten la seguridad de que no será por mí, será entonces por ti y te dejaré en libertad para las cosas venideras.
Y si salen lágrimas de mis ojos, no se te ocurra querer limpiarlas, puesto que en ocasiones las lágrimas sirven para limpiar las cosas malas de nuestra propia vida. Sólo me daré la media vuelta, porque será el momento de aprender que Dios me dio la oportunidad de enseñarte lo que uno puede hacer por amor.
Caminaré por calles que no son mías, pero ten la seguridad de que mi perfume se quedará en ellas, haciéndolo suyo, dándole un toque significativo; y si alguien de entre esas calles me ve llorar, serios entenderán que pocos pueden ver llorar a una mujer fuerte. Las calles recordarán a aquella mujer que amó a plenitud y unos cuantos quizá te lo dirán. Espero que tus acciones sirvan para hacer de ti una mejor persona.
Me despediré, aunque triste, pero daré gracias por todas las cosas que pude vivir, por ese conocer de países en que hice escala, porque aun con todo, me daré cuenta qué es lo que quiero y lo que deseo. Te daré las gracias porque me hiciste sentir querida y porque entendiste que a nuestra edad somos responsables de nuestras acciones.
Y si mi viaje se hizo para enseñarte lo que puede hacer una mujer que ama, será ahora para cerrar círculos. Me habría gustado remarcar las cosas por venir con letras de color y darle un toque especial a nuestra historia, pero eso no quedó en mí, se quedo en ti por tus mentiras. Y regresaré convencida de que amar también puede ser de uno, que eso no hará cambiar historias, porque cuando se ama sinceramente es a lo que nos exponemos.
Y quizá, quizá entonces sabrás que siempre tuve la razón… aunque eso no importe ahora, porque lo único que me importará es regresar a mi tierra con los amores de mi vida, donde le podremos dar la bienvenida a días de diferentes tonos, aunque preferiré rosados y colores marrón, de esos que me envuelvan en aires de otoño… donde seguiré diciendo que es el mejor momento para estar mejor, donde así otra vez tenga que hacer el último intento con alguien más. Sabré entonces que hay que hacerlo, así quedare en paz conmigo misma.
Por: Katia Olalde