Enamorada de la vida
Quien diga no haberse enamorado nunca, está mintiendo.
Todos vivimos enamorados, enamorados de la vida, de las cosas, de alguien en especial, y ¿saben qué? No es malo. Sin amor, nadie sería feliz, nadie tendría sonrisas, nadie iría por la calle cantando, o sonriéndole a desconocidos.
El amor nos hace mejores personas, nos hace creernos grandes, fuertes e indestructibles, no importa qué tipo de amor, el amor siempre es bueno.
Como cuando estabas en la primaria y veías al niño que te gustaba jugar fut, él no sabía nada, tú nunca se lo dijiste, pero eras feliz sólo de verlo durante el recreo.
O cuando tuviste tu primer novio, de esos que te tomaban de la mano y sudabas, de esos que te llamaban a tu casa y les daba pena que tu papá contestara, de esos que te invitaban al cine con sus ahorros de un mes. Es ahí donde uno aprende el verdadero significado del amor, el amor puro y sincero, donde nadie esperaba nada, donde nadie era orgulloso y donde cedían, donde simplemente un perdón era suficiente, y todo volvía a ser igual.
Durante años he estado enamorada, y he amado muchas cosas, a muchas personas.
Amo los libros, y me pierdo en ellos, amo la música, me gusta cantarla y bailarla, aunque sinceramente no sepa.
Amo a mis amigos, a mis amigas, a aquellas personas que están conmigo siempre, a quienes no me abandonan y me quieren también.
Amo mi familia, pues jamás me ha abandonado, amo a Dios porque siempre está aquí.
Amo la vida, amo los días nublados, amo una buena película, una canción bonita, amo dormir, amo levantarme de buenas porque es un día más, porque estoy feliz, y amo hacer amigos nuevos, que desconocidos me sonrían…