Eres mi insomnio
Ha sonado el despertador y mi cabeza dice que sigues aquí, poniéndome nerviosa y consiguiendo que mi mirada sea incapaz de mirar tus ojos. No, no quiero mirar tus ojos, no quiero enamorarme tan fácilmente.
No quiero tocar tus manos porque sin conocerlas, quiero que sean las únicas que acaricien mi piel cada noche, y no estoy segura de poder controlarme si me rozas antes de tiempo.
¿Conoces esos sueños en que todo parece tan real, tan, tan real, que al despertar, necesitas unos minutos para pensar y darte cuenta de que todo ha sido producto de tu imaginación?
En mi cabeza, tú eres así. Así te describiría ahora mismo. Necesito unos minutos cada vez que hablo contigo.
¿Realmente eres como dices ser? ¿Como pareces ser?
Yo en realidad soy muy extraña. De las que se enamoran en contadas ocasiones pero en cuestión de segundos. De las que cruzan una mirada con un desconocido y necesitan parar unos segundos para deshacerse de la taquicardia que le acaban de provocar unos ojos completamente ajenos.
Tengo tus ojos clavados en mí y ni siquiera te he mirado. ¿Eres consciente de lo estúpido que suena eso? Porque yo sí, y lo volvería a escribir.
Quiero besarte lentamente y captar cada minúsculo detalle del momento, que todo se pare y la ciudad comience a girar a nuestro alrededor. Quiero que el sonido de los coches se detenga y sólo escuche los susurros de tu boca pegada al lóbulo de mi oreja. Pero lentamente, muy lentamente.
¿Y si paramos el tiempo cuando eso ocurra? ¿Y si dejamos que ocurra?
Qué idiota puedo llegar a ser cuando escribo y de fondo suena una acústica lenta. Ni siquiera sé si querrás besarme. Ni siquiera sé si querrás tocar mis manos, rozar mi piel. Parar el tiempo conmigo.
¿Hasta qué punto es sano idealizar a alguien? ¿Cuándo deberíamos parar? ¿Y tú, serías capaz de parar?
Yo no, no creo.
En mi cabeza todo lo normal puede convertirse en una escena de la mejor película con sólo cerrar los ojos, el problema llega cuando hay que volver a abrirlos.
¿Y si no los abrimos nunca?
A veces pienso que vivo de mi imaginación. Pero qué quieres que haga, allí todo puede cambiar con sólo desearlo. Cada momento tiene su canción y siempre, siempre hay una canción. Allí no bajo la mirada, no necesito más seguridad de la que invento tener. Allí, en mi cabeza, estas tú y estoy yo.
Allí, ahora, te llamas Ángel y tienes la piel más suave que jamás he tocado. Allí, ahora, te llamas Ángel y sería capaz de hipnotizarme con tus ojos eternamente. Allí te besaría cada noche, cada mañana, en cada momento que tú quisieras. Allí, ahora, te llamas Ángel y existes.
Pero está amaneciendo y ha llegado el momento de salir de la cama. De abrir los ojos y descubrir que todo ha sido parte de un sueño o abrirlos y descubrir que sigues aquí, diciéndome que vuelva a la cama, que me acurruque entre tus brazos…