Esperar demasiado
Quiero que sepas que por mucho tiempo he vivido atada a este recuerdo que en varias ocasiones me quitaba el sueño, que otras más me deprimía y me hacia caer en llanto. ¡Pero basta!, hoy rompí con esa impresión que tenia de ti cuando te idealizaba a mis ojos sin importar cuánto te equivocaras o me fallaras.
Para mí eras el ser perfecto con el cual muchas mujeres sueñan, pero qué poco me duró esa primera imagen que tenía de ti, porque detrás de esa apariencia perfecta se escondía el ser mas despreciable. Eras como ese dicho «lobo con piel de oveja» inclusive esta frase se quedaba corta al describirte.
Mi marido, un hombre bien parecido, amoroso, honorable, cariñoso, bondadoso… él era sinónimo de perfección, pero todos en esta vida tenemos un pasado obscuro que tarde o temprano nos alcanza. Sólo los fuertes en espíritu pueden soportar esta situación y salir de ella, pero este hombre fue consumido por su propio ego.
Todo terminó; me la pase idealizando a alguien que no valió la pena desde el principio, traté de soportar pero ¡ya no más!, simplemente se quebrantó mi ser por su causa. Aquella persona era despiadada, sin moral, infiel, frío como el invierno y su ser era como la brea.
Me pregunté muchas veces dónde estaba aquel hombre capaz de dar todo por mí y de esta forma me dí cuenta de que todo aquello siempre fue una mentira muy bien disfrazada.
La mayor parte del tiempo la pasamos idealizando a las personas o estereotipándolas, lo cual me hace pensar que debido a estos prejuicios nos involucramos en una situación como la anterior. Quizás no siempre lo que consideras ideal es lo que más dolor te puede causar, pero busca lo que sea idóneo para ti, no para la sociedad; no bases tus preferencias en la parte bonita sino en todo, porque al final te puedes llevar una gran sorpresa.