Estoy atada a ti…
¡Estoy atada a ti!
En cuerpo y alma estoy atada a ti.
A esos ojos verdes maliciosos y angelicales. Estoy atada a tu imagen, a tu rostro a veces joven a veces ya viejo. A tu blanca sonrisa que casi no muestras. A esos labios cuyas huellas se encuentran en toda mi piel, atada a esos dientes cuyas huellas erotizan tortuosamente mi piel y encienden mi cuerpo deseoso de ti.
Estoy atada a ese torso fuerte y a esos brazos de hombre. Esas manos grandes que tocan y toman sin consentimiento. Que estrujan y sujetan sin piedad y recelo. Esas manos que han tapado mi boca ahogando un grito furtivo esas tantas veces que te haz saciado de mí. ¡A tu voluntad!
Estoy atada a tus piernas fuertes e incansables que han dominado mi cama tantas veces y que han resistido sin titubear los embates de una guerra sexual y salvaje. Inagotables como tu ser mismo.
¡Oh sí estoy atada a ti! A tu cuerpo enteramente desnudo. A tu ímpetu y tu instinto animal y salvaje. Estoy atada a ti, a tus ganas de verme sumisa ante ti. A tus deseos carnales, a tus ganas de protegerme y a tu sentido de pertenencia.
Estoy atada a ti porque eres un «hombre y un caballero». Porque haces el amor y también tienes sexo. Porque tus mejores batallas y las mías las has tenido en mi cama. Estoy atada a ti, a tu sinceridad y tu calma. A la quietud de tu alma a tu libertad para amar.
Estoy atada a tu sexo, a tu cuerpo y a tu ser.
¡Estoy atada a ti por completo!
Estoy atada a ti…
Y es que no eres perfecto, pero eres mi adicción. Me alimentas de tu fuego y de tu pasión. Amor mío que llegas y tomas sin piedad y clemencia. Soy tu esclava pues yo… Estoy atada a ti.