Existen personas que no deberían amar… 2da. Parte
Esta acción tuya sólo significaba algo: podía divertirme más contigo. Sonreí de sólo pensarlo…
Correspondí a tu beso, pero esta vez a mi modo. Te jalé de la cintura y acerqué tu cuerpo para que chocase conmigo.
Mi beso era desesperado, realmente estaba excitado con esa cara que tenías, cada toque de mi lengua con la tuya hacía que lloraras más.
Besé tu cuello de manera apasionada, realmente quería hacerte que recordaras por siempre todo de mí y que siempre sufrieras con ese amargo recuerdo.
-Ah… Alva…ro.- Titubeabas mi nombre.
Más, más, mucho más, quiero romper todo de ti, quiero que sufras, quiero que ya no puedas con esa carga. Quiero acabar todo de ti.
Esa noche a las 10:34 para ser exactos, estabas a punto de perder lo que siempre habías guardado con tanto cuidado.
-¿Estás bien?– Como si realmente me importase pregunté.
-Ah…Sí.- Decías a penas duras, cubriendo tu rostro que estaba demasiado avergonzado por el acto que estábamos a punto de hacer. Por primera vez serías retrete humano. Te haría mía, sólo mía.
-Du…Duele…- Te costaba hablar, debido a tu primera vez es normal que así fuese.
Las lágrimas volvieron a salir, sin embargo no pude verlas ya que aún cubrías tus ojos. Qué molesto era todo eso.
Tomé tu mano izquierda con fragilidad tratando de ocultar mi enfado.
-Valeria, sujétate de aquí.- Posé tu palma en mi hombro. Con mi otra mano tomé tu delicada mano derecha y la apreté fuertemente sin herirte de modo que tú sintieras confianza.
Gritabas mi nombre y suplicabas que te abrazara. Así lo hice.
Te tomé entre mis brazos mientras susurrabas la palabra ‘Te amo» una y otra vez, parecía que te habías sincronizado con tus lágrimas. Sentía como cada una de ellas resbalaba por todo mi hombro y recorría mi espalda.
“Muéstrame más”. Pensaba escuchando cada gemido tuyo.
¿Qué pasaría en la mañana? ¿Qué tal si alguien disidiese terminar todo?
Realmente quería ver esa reacción en tu cara, pero ahora no era el momento. Quería que sufrieras mucho más.
No podía dejar de sonreír de imaginarme tu completo dolor mientras tú dormías recostada en mi pecho.
Comencé a juguetear con tu largo cabello marrón, lo enroscaba entre las yemas de mis dedos. Era muy suave y olía bien. Era un olor embriagante debo aceptar.
Despertaste con una sonrisa estúpida en el rostro, ahora abrazándome y con la cabeza en mi cuello. Eres molesta, demasiado, pareces una niña.
-Buenos días amor- Dejaste salir de tus labios para después rozarlos con los míos.
¿Cómo es posible que hubiese alguien tan tonta como tú?
Sonreí, no por el beso si no por tu incredulidad e inocencia.
-Buenos días cariño.– Respondí dándote un delicado beso en la frente. Te sonrojaste en el acto y cubriste tu rostro con las sabanas.
Por un instante sentí un dolor en el pecho… Seré honesto me dio ternura esa inocencia que poseías por naturaleza.
Rápidamente borré ese pensamiento tan innecesario y me levanté a ducharme dejando tu momento íntimo con las sabanas.
Sumergí mi cuerpo en una tina llena de agua caliente, el vapor que emanaba de esta era muy agradable.
Cada contacto con tu cuerpo quería olvidarlo fuese como fuese. El sexo sólo es una mentira una simple farsa mal estructurada. Quizá sólo una diversión.
-Qué bien se siente.-
¡¿Qué demonios?! Pensé en esos momentos cuando te metiste y te acorrucaste conmigo en la bañera haciendo que el agua sobrepasara su límite por el peso de alguien más dentro.
-Eh…Sí claro el agua caliente es lo mejor.- Maldita sea.
¿Qué intentabas hacer?
-¡Oh por dios! Amor estás sonrojado, jaja. Eso déjamelo a mí.- Dijiste giñando tu ojo derecho de manera seductora.
Maldición tenías razón, estaba ruborizado, ¿Qué esperabas? Soy un hombre y el acto que acababas de hacer era muy inesperado y vergonzoso.
¿Qué les pasa a las mujeres hoy en día?
Sonreías tan dulcemente, suspirabas tan abiertamente.
Y tú corazón… ¡por dios tu corazón! Parecía que un baterista profesional estuviese tocándolo. Podía escuchar cada bombeo de sangre que daba; era muy rápido y pesado.
Oh quizá… ¿Era el mío?
¿Qué demonios estaba pensando?
“Reacciona Álvaro sólo pasaste una noche con ella” Quería que esa frase rebotara en mi cabeza.
Al tener relaciones siempre fue indiferente, nunca me importó nada, siempre me lanzaba al precipicio y después huía. ¿Qué era diferente en esos momentos?
Maldita sea de nuevo el pecho me dolía.
Por si fuera poco apestabas, ese jodido olor que emanaba de tu cuerpo no podía dejar de percibirlo.
¿Pero que estaba diciendo? Pareciera que fuera un sabueso.
-¡¿Pero qué?!-
Hubiese pensado otra cosa con todos esos pensamientos intrigantes en mi cerebro si no hubiese sido por la fuerte erección que me dio y tu acto seguido; un fuerte grito desgarrador.
Menos mal que me habías quitado esos pensamientos, aunque sigo opinando que la cachetada que recibí por parte tuya era muy innecesaria. Fue tu culpa para empezar.
No entiendo la función del cuerpo y creo que jamás lo haré. Es decir, no me cabe en la cabeza que haya personas que se odien pero puedan entregarse de manera sexual por el simple hecho de placer.
Tú no me odias, me repites tantas veces que me amas que es imposible pensar tal sentimiento hacia mí, es por eso que entregaste todo ayer.
Sin embargo yo te desprecio y me repugnas, A pesar de eso mi cuerpo reacciona ante ti. Es ahí donde no comprendo.
-¡Eres un idiota! Como puedes pensar en esas cosas sabiendo que sigo muy sensible.– Dijiste de manera muy caprichosa e infantil.
Enserio nunca me cansaré de decírmelo; en verdad te odio.
Pero no importaba en esos momentos, ya te haría sufrir más tarde.
El día transcurrió de manera normal, quitando tus golpes cada que me intentaba acercarme a ti.
-¡AH!… ¡NO TE ACERQUES!-
En verdad deberían darme un premio por haber seguido con mi farsa.
Caminabas muy tímidamente con las manos juntas, como tratando de ocultar algo.
Me mirabas de reojo y cuando te regresaba a ver, volteabas rápidamente y te sonrojabas. Por unos segundos sentí un acto involuntario.
Sonreí… ¿Sonreí?
«Tengo que acabar con esto”. Pensé después de esa traición de parte mía.
Podría perder todo lo que hasta ahora había hecho, por una simple confusión. Tengo que aprender a controlar mejor mis acciones, no quiero que mi cerebro sea monótono sin mi consentimiento.
¿Qué debería hacer? Si terminaba ahora contigo, tu mente tan pequeña imaginaria que sólo te ocupé de objeto sexual. Igual sufrirías pero lo olvidarías muy rápido y lo dejarías en una pequeña experiencia del pasado.
Yo quería que sufrieras más. Que fuese inolvidable. Quería enterrarte una espina que siempre sangrara en tu corazón y nunca pudieses ser feliz.
Mis acciones ahora fueron cambiando. Era más detallista a la hora de un regalo, te decía más seguido una frase sin valor para mí.
-Te amo y siempre lo haré- Ésta última, siempre la hacías terminar con muchos besos empalagosos.
Pase más horas contigo, evité a mis amigas y amigos, para hacerte creer que en mi mundo sólo había espacio para ti.
Tuviste muchos pretendientes que intentaron alejarte de mí.
Te dijeron tantas cosas ciertas mías.
“Él está engañándote con otra; No te conviene sólo juega con tus emociones; Sólo te utilizó”
Dejémoslo en un etcétera.
Nunca las creíste, pensabas que eran típicas frases de pretendiente celoso.
Pobre ingenua, si hubieses escuchado a uno de ellos, mi plan se hubiera derrumbado y todo mi tiempo que dedique en formularlo sería en vano.
Tu mejor amigo, ese bastardo de Samuel, sabía todo lo que yo intentaba.
Aún recuerdo cuando se enteró.
–Te desprecio y créeme que mucho, pero ella ha te ha escogido y no puedo hacer nada, sólo te pido que siempre la cuides y nunca la lastimes-
-¿Crees que realmente me interesa? No eres nadie para ella y aunque lo fueses no te haría caso, ella solo es una pieza en mi tablero.- Solté sin preocuparme a su reacción.
-¿De qué hablas?- Otro estúpido en el planeta, perfecto.
–Creo que es más que claro, ella es mi sujeto de observación. Quiero descubrir hasta dónde puede llegar la cordura humana con el simple hecho de enamorarse.- Decidí que sólo Samuel supiera eso de mi propia boca. Deseaba ver la reacción que tenía.
Él estaba perdidamente enamorado de ti, pero tú siempre lo viste como un amigo.
-Esto no se quedara así, no permitiré que la hieras. Un bastardo como tú no merece verla sonreír- Dijo de forma asesina.
Me tomó de la camisa y me alzó, mostrándome su puño de manera amenazadora.
-Adelante hazlo, golpéame, esto me dará puntos sobre ella y a demás por fin te hará desaparecer de su vida por herir a su amado novio.- Sonreí cuando su semblante cambio a una cara sorpresiva y analítica.
-Maldito…- Me soltó de la camisa y se sentó en una banca de la plaza con las manos en el rostro, tratando de ocultar las ganas de asesinarme.
Suspiró tratando de que todo su cuerpo y su mente se calmaran. Esto era realmente grandioso, ahora tenía a dos personas de prueba.
La primera sufriría la perdida de alguien que amaba hasta el borde de morir y la segunda persona, sufriría de un amor no correspondido y viendo sufrir a su amada con alguien que jamás la querrá.
Samuel seguía sin dejar su rostro aún sentado en la banca.
Decidí irme, no había nada más que ver ni que decir por parte mía.
Tomé mis cosas y comencé a caminar por el trayecto rumbo a mi casa.
-Ella se dará cuenta, independientemente sin que le diga, no es tan tonta como crees, Álvaro…
Me detuve al escuchar sus palabras, volteé a verle y le sonreí tan felizmente.
-Entonces debo darme prisa en mi propósito, gracias por el consejo eres un buen amigo.- Retomé mi camino y pude escuchar como Samuel golpeó fuertemente la banca.
Interesante amigo tenías Valeria. Aunque me deprimí cuando no te dijo nada de nuestra pequeña charla.
Realmente me hubiera gustado ver cómo te ponías de parte mía. Porque a decir verdad yo sabía que así sería. Creo que él también lo intuyó, debo reconocer que es un poco listo.
Por fin apareció otro jugador en mi ajedrez.