Existen personas que no deberían amar II. Capítulo 1
Tenía que estar bromeando…
-Necesito este pequeño favor Alice, ¿podrás hacerlo?-
Asenté con la cabeza, en el fondo sabía que él ya conocía mi respuesta, después de todo, cómo le diría que no a mi jefe. Suspiré agobiada. El tener un inquilino en mi casa no era un sueño efímero, y mucho menos sabiendo que era una persona influyente para mi jefe. Tenía que ser una buena anfitriona, de lo contrario perdería mi empleo. Esto no era un favor, era un fuerte aferró de pie, de mis pies. Ahora entendía porque Margarita preguntó sí vivía sola. ¡Odio los secretos de oficina! Aunque en lo personal, no me molesta tener algo de compañía….
¿Cómo sería mi huésped? ¿Sería hombre o mujer? ¿Adulto, joven o bebe? Oh por el divino señor, que no fuese un bebé, no soy buena niñera.
-Tranquila señorita Alice, no tendrá que cuidarle y mucho menos cambiar pañales- Como si leyese mi pensamiento dijo sonriendo el señor Riveil, Lisandro Riveil, mi jefe. -Su nombre es Marlon Crosman un viejo colega del colegio. Se mudó a Manhattan hace años, ahora ha regresado pero no encuentra un lugar donde instalarse, mi prometida Emilie tuvo un pequeña riña hacia él, por lo que me es imposible tenerlo en mi hogar, sólo será un tiempo en lo que encuentra un lugar estable, además de que usted puede ser de gran influencia para su ámbito laboral. Le aseguro que no le causará muchas molestias, es tranquilo y un poco solitario, pasara desapercibido se lo aseguro, y nuevamente señorita Alice le estoy eternamente agradecido. – Agregó casi en reverencia.
Quería sugerirle buscar un apartamento, pero los ojos del señor Riveil parecían gritar desesperadamente mi aceptación.
Creo que debía sentirme de cierto modo agradecida con él, por tenerme la confianza, a mí, a la torpe novata que llegó hace apenas dos meses, a la inexperta Alice Bafflen.
-No se preocupe señor Riveil, no será ninguna molestia-
-Oh, por favor dime Lisandro, tenemos casi la misma edad- Sonrió dulcemente.
Riveil tenía 29 años y yo 27 había una pequeña diferencia que sabía disimular muy bien. Parecía que nuestras edades fueran a la inversa.
-A propósito señ… Lisandro-Corregí- ¿Por qué me pide este favor? No llevo mucho tiempo en la empresa, podría haber escogido a otra persona, sin embargo usted me eligió –
-Esa es la clave, no llevas mucho tiempo aquí, un punto a mi favor-
-Disculpe pero aún no entiendo…-
-Lo siento señorita Alice, tengo una importante reunión, debo irme. -Me interrumpió y se paró de golpe de su elegante silla. – Yo personalmente llevaré a Marlon a su morada. Hasta luego-
No insistí, igual si lo hacia él no estaría dispuesto a contarlo. Llegué apresuradamente a mi casa, tenía que dar una buena impresión, era la primera vez que tenía visita y no era cualquier visita. Arreglé el living lo más formal posible, el comedor relucía de limpio, el cuarto donde mi inquilino reposaría tenía la mejor comodidad que podía brindar, el cuarto de baño recibió mucha atención de limpieza. Mi habitación…Bueno, ella quedó igual, no soy muy ordena en ese aspecto, pero que más daba, no entrarían a ver, eso esperaba. Bastaría con cerrar la puerta y ¡puf! casa ordena de una joven ordena.
Sonó el timbre de la entrada, alarmada corrí al baño a medio arreglar mi aspecto.
-¡Enseguida voy!- Grité agitada.
Abrí la puerta y con una gran sonrisa dije
-¡Bienvenidos!-
-Alice… Sólo vengó a dejar tu correo- Ethan el cartero me extendió tres sobres.
-Lo siento…- Traté de disimular mi vergüenza.
-¿Esperas a alguien?- Preguntó divertido.
-Creo que se notó-
-Jaja, bastante- Rió ante mis expresiones de nervio- Bueno, hasta luego Alice- Agregó y se marchó enseguida.
Cerré la puerta y me recosté en el sofá. De verdad estaba algo cansada. Quizás Lisandro se había retractado y me llamaría para cancelar. Cuanto lo deseaba.
Sonó el timbre casi al instante de cerrar la puerta.
-Ethan ¿Qué has olvidado esta vez?- Abrí y… ¡Sorpresa! mi jefe me regaló una de sus tantas sonrisas.
-Buenas tardes señorita Bafflen-
-B-Buenas tardes señor Riveil…- tartamudeé apenada.
-Lo siento si he interrumpido algo.-
-P-para nada… Me he confundido…-
-No tiene de qué disculparse. Le presento a Marlon Crosman, mi querido amigo-
Detrás de él se asomó un joven apuesto, alto no tanto como mi jefe, pero era de una estatura mayor a la mía, de unos bellos ojos color avellana, con una mirada nostálgica y su piel pálida que dejaba ver sus bellos labios opacos. Casi quedé hechizada por su encanto, este hombre viviría conmigo, sólo los dos bajo el mismo techo, que ilusiones tan humillantes tenía.
-Un placer conocerle… Alice- Su suave voz varonil dijo mi nombre tan seductivamente… Pero ¡espera! ¿Cómo este hombre conocía mi nombre? Por supuesto tonta Alice, Lisandro le contaría.
-El placer es mío…- Más nerviosa no podía notarse.
-Creo que no hace falta presentarte Alice- Interrumpió mi jefe.
-¿Ah? ¿De qué habla? Él conocía mi nombre, quiero decir, ¿usted no le habló de mí?-
-En absoluto- sonrió. ¡¿Quién demonios accede a vivir con una desconocida?!
-Tu identificación- Espetó Marlon.
Mi cara se enrojeció, es verdad, llevaba puesto mi credencial con mi nombre, había estado tan ocupada arreglando mi casa que olvidé cambiar mi blusa.
No supe que responder, me quedé sin palabras. Creí morir de vergüenza por tan insignificante detalle.
-Es un bello nombre para una bella mujer- Agregó Marlon para romper la tensión.
-G-Gracias… ¡Oh! ¿Dónde están mis modales? Adelante pasen…- Abrí más la puerta.
-Pensé que nos dejarías aquí- río Lisandro. Él como siempre tan risueño, lo único que logró fue elevar mi tensión.
Ambos se adentraron. Marlon llevaba consigo 4 maletas. Era extraño que sólo fuese esa cantidad. Quiero decir, el señor Riveil dijo que había vuelto para quedarse, sin embargo es una cantidad de equipaje pequeña… Podría ser que como no encuentra un lugar estable por el momento sólo necesito eso. Debería dejar de hacerme cuestionamientos ilógicos…
-Lo siento…- Escuché decir a Marlon.
-¿Algo va mal señor Crosman?-Pregunté un poco nerviosa.
-Si… Disculpa que sea una molestia. Quiero decir. Mi llegada tan repentina a tu morada debe ser algo incómodo para ti. Creo que Lisandro debería tener más consideración con respecto a este tipo de favores.-
-Ah… No hay de qué preocuparse. No me molesta en lo absoluto.-
-Estás mintiendo ¿no es así?- Maldición… Me atrapó…
-N-no… Se equivoca…-
Él se quedó contemplándome unos segundos para después dar un suspiro prolongado.
-Lisandro es tu jefe ¿verdad? Él se ha aprovechado de eso para pedirte tal favor. Hay muchas razones para que tú aceptases. Prácticamente has accedido por obligación ¿me equivoco?-
-Si… Tiene razón… ¡Pero!… De verdad no me molesta el hecho de que usted permanezca aquí. Estoy de cierto modo agradecida con el señor Riveil por pedir este favor… Quiero decir, no llevo mucho en la empresa. Sin embargo él me tomó en cuenta y me confió como una casera… – Creo que no debí haber dicho tales palabras. ¿Qué pensara ahora de mí? Tonta Alice…
-Ya veo… Pero aun así, es sumamente desconsiderado de su parte. Te aseguro que no seré una molestia. Trataré de pasar desapercibido para que no notes mi presencia.- Me sonrió de una manera gentil y cálida… Esta persona era… Un poco extraña. Sus palabras y su sonrisa parecían sinceras, sin embargo, me inquietaba aquella mirada profunda y perdida que parecía llena de melancolía.
-No hay de qué preocuparse señor Crosman. Me agrada la idea de tener compañía…-
-Oh, por favor, no ocupes formalidades. Simplemente Marlon está bien para mí. Y aunque aprecié tu gesto solidario, no quita el hecho de que perturbe tu paz. Después de todo, has vivido sola ¿no es así?-
-¿Ah? Si…- Es cierto que desde hace tiempo comencé a vivir sola. Me independice hace tiempo.
Tenía sus desventajas el vivir con alguien más. Pero aun así, la compañía nunca viene mal… Espero no arrepentirme de mis pensamientos. Aunque creo que eso sería imposible, el amigo del señor Riveil parecía una persona grata. Y además tenía algo especial… Él era gentil, parecía amable y encantador… No, no ¡No! Alice, recuerda que no tienes que sentir eso por alguien… Lo acabo de conoces y ya me estoy haciendo ideas equivocadas… Los hombres aparentan ser así para después burlarse. Deja de decir tonterías. Comencé a regañarme por estar a punto de olvidar lo que prometí hace años…
“-…Tú dijiste que él era…-
-¡NO! No lo es… Siempre mintió… Todo fueron falsas esperanzas… Recuerda siempre esto Alice… Mi pequeña Alice… Los hombres son iguales… Todos. Son unas bestias sin corazón… ¡Nunca, escúchame bien, nunca, esperes algo de ellos! Tienes que valerte por si ti misma, ¿entendido?-
-P-pero…-
-Alice… Escucha a tu madre… Los hombres son falsos…- Sentí su tierno abrazo rodear mi cuerpo de 10 años…”
En aquel entonces, yo no entendía el porqué de la situación. Sólo quería saber dónde estaba mi padre… Yo era una pequeña que lo necesitaba. Sin embargo, tiempo después me enteré que nos abandonó a mi madre, a mi hermana pequeña y a mí… Fue entonces que entendí las palabras de mi mamá. Ella tenía razón. No debía depender de alguien. No debía confiar de nuevo. No debía abrir mi corazón y ser débil. De lo contrario, terminarían pisoteándome, igual que a ella hace años.
-Por cierto… Lisandro ¿Cuándo piensas ayudarme con esto?- Escuché decir a Marlon quejándose un poco.
-¿Eh? ¡Ah! Lo siento… Ya voy…- Quedé sorprendida por el modo que tenía al hablar con mi jefe. Quizás esta persona sea de mucha influencia para el señor Riveil. No importaba si fuesen amigos o no.
-Date prisa…- Fueron sus palabras tan exigentes. Realmente no lo entendía.
-Deberías ser más cortes con tus palabras ¿sabes?- Lisandro tomó las maletas y con la mirada me suplicó que lo guiase a donde Marlon se quedaría.
-No tengo por qué ser amable con alguien que abusa de confianza con sus empleados- Parecía molesto.
-A Alice no le importa ¿verdad?- Me sonrió de manera cómplice.
-Oh… En lo absoluto…- Tartamudeé un poco.
-De nuevo lo estás haciendo Lisandro…-
-Vale, vale, me has atrapado. Prometo recompensarte de algún modo Alice.-
-N-no… No se preocupe señor Riveil…-
-Vamos, deja de llamarme así… Sólo dime Lisandro ¿de acuerdo?-
-Si… Lo siento… ¡Ah! Cierto… Déjenme guiarlos a la habitación que he preparado- Comencé a sentirme un poco intranquila. Sentía una mirada fija en mí.
Abrí la habitación torpemente. Debido al poco tiempo del que disponía, sólo había una cama cerca de la ventana. Un armario que mi hermana me había regalado hace años y un pequeño escritorio un poco deteriorado pero aun parecía seguro de usarse, encima de este había una pequeña lámpara.
-Sé que es muy poco, pero espero que sea de su comodidad. Aunque si lo desea podemos mejorarlo para que tenga una mejor estancia-
-No… Así está bien, gracias.- Me observó unos momentos detenidamente. Parecía estar escaneándome. Por un momento me sentí intimidada.
-Alice ¿Acaso este cuarto ya lo tenías?- Preguntó Lisandro dejando las maletas cerca del escritorio.
-Tuve que acondicionarlo. Esta habitación había estado vacía desde hace tiempo.-
-¿La cama también la has acomodado tú?- Me cuestionó Marlon sin dejar de mirarme de esa manera.
-Si… –
-Lo sabía…- Me tomó del brazo delicadamente. -Te has lastimado haciendo esto ¿verdad?- Volteó mi muñeca mostrando el rasguño de mi antebrazo. Es cierto que al mover la base del colchón por un torpe descuido, rocé mi piel contra el metal. –Lo había notado antes, pero no estaba del todo seguro…- Ahora entendía porque su penetrante insistencia es mirarme… Él estaba preocupado…
-Oh… Esto no es nada… Sólo es una pequeña rozadura.- No debía parecer débil…
Como si me estuviera desafiando, dio un pequeño apretón al lugar de la lastimada. Joder que dolía.
-Aun te duele ¿cierto?…-
-Pero… D-De verdad no es nada grave.- Traté de zafarme de su agarre.
-Dejen de coquetear ustedes dos.- Sentí la cara hervir por las vergonzosas palabras que dijo Lisandro. Este tipo de comentarios realmente me ponían nerviosa. -Alice, lamento que haya ocurrido esto. Debiste haberme pedido ayuda. Lo siento por dejarte esto a ti sola. No sabes lo apenado que estoy.-
-No hace falta que se disculpe…- Ellos dos estaban dándole demasiadas vueltas al asunto. Quiero decir, este pequeño “accidente” si se le puede llamar así, son cosas que le ocurren a todo el mundo. Considero que no deberían hacer tal drama. Las mujeres no somos tan delicadas como para quebrarnos por algo tan neutro.
-Descuida Alice, haré que pague más tarde por esto.- Marlon miró molesto a Lisandro.
-Será en otro momento. Tengo que irme, prometí reunirme con Emilie.- Pronto la mirada de Marlon se volvió pasiva por sus palabras.
-Ya veo… Entonces ve con ella… No la hagas esperar…-
-Eso haré… Bueno, Alice me retiró. Nuevamente, gracias por acoger a mi gran amigo. Nos vemos en la oficina.- Me tomó del hombro y me regaló una sonrisa gentil.
-No se preocupe señor.-
Observé un momento a Marlon… Drásticamente su humor había cambiado. Parecía lleno de tristeza con su cabeza agachada y su mirada perdida. ¿Qué estaría pensado? Quizás la riña de la que habló Lisandro haya sido más drástica… ¿Marlon estaba enamorado de la prometida de mi jefe?… Eso podría ser una opción.
Por extraño que suene, puede que esta persona lleva miles de cicatrices consigo. Incluso su voz parece romper en pedazos… Creí que eran ideas mías… Pero, algo en mí, intuye que aquellos ojos llenos de nostalgia, ocultan un dolor indescriptible…
¿Qué clase de persona eres, Marlon Crosman? Fue la pregunta que me hice al notar una silenciosa lágrima recorrer su pómulo derecho…