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Historias

Publicado en agosto 12th, 2015 | by Wendy Rios

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Existen personas que no deberían amar II. Capítulo 8

Estaba a punto de cansarme de oír sus quejas y preocupaciones. Sabía que llegaría el día en que las escucharía de nuevo, pero aun así no estaba preparado para hacerlo. Pacientemente, esperé a que terminarse con lo que parecía volverse un monólogo.

Siempre era la misma historia. Siempre eran sus mismos celos irracionales y pensamientos absurdos que lo abrumaban.

-¿Tú qué opinas?- Murmuró de la otra línea.

-Que te estás montando una película, Lisandro. ¿Qué hay de malo en que tenga un amigo? Deja de ser tan posesivo.-

¿Qué acaso no escuchaste lo que dije?-

-No, me perdí en cuanto comenzaste a quejarte. Se vuelve un fastidio oír lo mismo ¿sabes?- Así era la rutina de todos los días desde que él y Emilie comenzaron su relación.

Te prometo que no es lo mismo. Hay algo que me intriga y me molesta no saberlo. Ese chico está ocultando algo.- Su voz parecía algo alarmada y no era la habitual.

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-Lisandro deja de quejarte como una adolescente en su primera relación. Siempre actúas de la misma manera, ¿por qué no puedes tener seguridad por una sola vez?- Suspiré agobiado.

De todos los momentos que puedo haber elegido, escogió justo la hora de la cena para agobiarme con sus historias paranoicas. Alice me miraba extrañada pero divertidamente. Permanecía en silencio mientras comía, de vez en cuando nuestras miradas se encontraban únicamente para regalarnos unas sonrisas.

No puedo estar tranquilo si se trata de ella. La cabeza me da vueltas y el estómago se me revuelve de pensar que la puedo perder.- El tono de su voz aumentaba considerablemente.

-Vas otra vez con lo mismo… ¿Cuántas veces hemos hablado de esto?- Estaba comenzándome a molestar un poco.

Pero… Él habló en pasado, como si hubiese conocido anteriormente a Emilie. Un amigo de infancia o peor un ex amor de ella… Quizás tú lo conozcas.-

Maldito circulo vicioso que tienes Riveil. Eres demasiado testarudo y dramático. ¿Cómo era que se llamaba tu supuesto rival?-

Raúl Braswell

-¿Braswell?…- Es cierto que tal apellido se me hizo familiar. No estaba del todo seguro y no es como si fuese un apellido único, así que no podría afirmar nada, de lo contrario sólo lograría aumentar su angustia.

¿Qué ocurre? ¡Lo sabía! Lo conoces.- Se exaltó muy rápido.

­-No, no cálmate Lisandro. Puede ser una coincidencia o mi mente bloqueada. Había escuchado antes el apellido, pero no recuerdo a un tal Raúl Braswell.-

-¿Uh? ¿Raúl? Yo conozco a alguien llamado así…- Dijo Alice sorpresivamente. Era normal que estuviese escuchando toda nuestra conversación.

¿Esa era Alice?… ¿Ella lo conoce? ¡Pásamela de inmediato!- Maldito Lisandro. Gritándome de esa forma no conseguiría nada amable. Tenía que acceder a comunicársela, conociendo su manera arrogante de hacer las cosas, terminara amenazándola de una u otra forma.

-Creo que quiere hablar contigo.- Le extendí mi móvil esperando a que lo cogiese. Pobre, acababa de meterse en una situación terrible.

-Ah… Si.- Tomó el celular y lo pegó a su oído. –Diga señor Riveil- Parecía algo nerviosa y confundida. Sin darse cuenta presionó el activador del altavoz.

¡Alice! ¡Mi querida Alice! Has dicho que conoces a Raúl Braswell ¿no es así?- Casi podía imaginarme su sonrisa pícara.

-Eh, más o menos.-

-¿Un joven alto, rubio, ojos celeste…?-

Así es señor…-

¡Cuéntame de dónde le conoces!- Su voz energética y animada pronto terminaría asustándola.

-Uh, señor Riveil sólo le conozco muy poco. Solía vivir al lado de mío, éramos vecinos. Un día, llegó su correspondencia a mi condominio por equivocación. Tuve que entregársela, pero no fue nada más que eso. Tiempo después, me mudé.-

Ya veo… ¿Cuál era la dirección en la que vivía?-

-…. ¿Para qué quiere saber eso señor?-

-Simple curiosidad. Me gustaría enviarle un pequeño regalo.-

No estoy segura si sigue viviendo allá señor Riveil, puede que se haya mudado…-

Entonces iré personalmente a comprobarlo. Sirve que la granada la coloco yo.-

-¡¿Eh?! ¿Qué está diciendo?…-

Estúpido Lisandro. Ahora si la estaba incomodando y horrorizando. De verdad que no tiene consideración ni límites con sus bromas sin gracia.

-¡Ya basta!- Tomé el celular quitándoselo a Alice sutilmente. -¡Lisandro, entiende de una jodida vez! Ella jamás te dejará de amar. No importa a quien conozca, Emilie no cambiara sus sentimientos por ti. Ella entrega su amor al borde de darlo todo por mantenerlo, por eso… ¡Confía en Emilie, idiota!- Colgué algo molesto.

Alice parecía extrañada, me miró de una manera inocente y callada. Es cierto que me había exaltado un poco debido a la actitud de Lisandro, pero no podía evitarlo. Sus celos se estaban volviendo obsesión.

-Lisandro es divertido cuando quiere. Nunca pensé que se pondría como un infante.- Alice rió ligeramente. Su expresión había cambiado a una más serena y relajada. Parecía haberse divertido.

-Ja, ja, ja. ¿Ahora entiendes que no es el típico jefe perfecto?- Reí junto con ella. Había conseguido quitarme el ligero estrés que tenía.

-Tienes razón, fue muy divertido.- Parecía aliviada. Menos mal. Pensé que se incomodaría. –Es tierno ver que se preocupa mucho por su pareja. Emilie tiene mucha suerte.-

-¿Uh? ¿Conoces a Emilie?-

-Por supuesto. Cualquiera que trabaje en Sourcelife la conoce. Lisandro siempre la presenta como su prometida.-

-Ya veo… Es verdad que la ama. Pero hay veces en que es un dominante, un poco pervertido y no le gusta que nadie se le acerque a Emilie ya que es muy celoso y posesivo. Es problemático, sin embargo a pesar de esto, sus sentimientos son muy sinceros.-

Aquellas palabras me hicieron sentir como una basura. Definitivamente yo era de lo peor. Sin darme cuenta, gesticulé una expresión de tristeza y enfado conmigo mismo. Sé que es muy estúpido sentir culpabilidad a estas alturas, pero no puedo evitarlo. Cada minuto de mi existencia es sólo una brecha más para mi condena.

Incluso me da gracia mi nuevo modo de pensar. ¿A dónde fue el crio meticuloso, obstinado, irracional y ajeno al amor? No puedo traer el pasado de vuelta, nunca más. Eso ya lo sé. Y aun así, existen demasiadas cosas dentro de esta cabeza ruidosa que me siguen perturbando.

-… Lo siento. Creo que a veces hablo de más. Acaso tú…- Pausó ligeramente. Parecía querer decirme algo, pero se lo guardo. –Olvídalo.- Desvió la mirada.

No entendía la expresión de Alice. Su mirada parecía disculparse conmigo, darme consuelo por algo ¿Por qué? Lisandro me había prometido que nunca dijo nada, pero esta chica parecía entenderlo…

-¿Hay algo que te molesta Alice? –

-N-No, no es nada…- Nerviosa, sus pupilas se agachaban y ladeaban.

-Quizás no te lo he dicho, pero tengo un detector de mentiras integrado.- En plan irónico agregué.

-De verdad que no es nada. Es sólo que… Ah, bueno estaba pensando acerca de tu plática, discúlpame pero sin poder evitarlo la escuché. Lo que quiero decir, es que es un poco extraño que hables de Emilie muy familiarizado ya que Lisandro dijo que habían tenido una pelea, pero no lo parece… Incluso has dicho que ella entrega su amor al borde de darlo todo por mantenerlo como si la conocieras más que él… Podría ser que tú… ¿Hayas tenido una relación con ella?- Su mirada ingenua y sincera, era algo cautivadora.

Reí un poco por sus conclusiones tan apresuradas. Me pregunto, cuanto tuvo que pensar para llegar a tales respuestas.

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La ternura me invadió ante su mirada fija pero suave. Esta chica es demasiado curiosa. Me sorprende su elocuencia para imaginarse las cosas. Ahora sólo tenía que inventar una excusa, porque en algo tenía razón, hablé demasiado confiado de ella. Es normal que parezca extraño, que graciosa paradoja.

-Tal vez Lisandro exageró las cosas. ¿No crees que es de mal gusto que haya un tercero en casa de una pareja? Ha de ser incómodo. Con respecto a tu pregunta, yo nunca tuve una relación amorosa con Emilie. – No podía decirle que es mi prima, ya que ahora, no era Álvaro Crowley…

-¡Pero!… Parecías triste cuando él dijo que saldría con ella. Era como si estuvieras con un amor no correspondido…- Parecía preocupada. Ahora entendía su mirada de disculpa.

¿Ahora que debía decir? La melancolía me había invadido en aquellos momentos que Lisandro pronunció su nombre, no pude evitar sentir tristeza. Claramente extrañaba a mi prima. Pero fue un error expresar esa dolencia en frente de Alice, sólo conseguí que malinterpretara todo.

-Eh, no, es sólo que…-

-Debe ser muy triste Marlon. Enamorarte de la novia de tu mejor amigo, que infierno.- Fui interrumpido por Alice, quien sólo intentaba darme consuelo.

-Alice creo que estás…-

-Descuida, lo superaras. Después de todo, su amistad es más grande, no creo que llegues a traicionarlo, pero ¿no crees que debes confesar tus sentimientos para sentirte mejor? No podrás soportarlo por siempre.-

– No es lo que…-

-Es tu mejor amigo, él entenderá, debes ser honesto. Además…-

-Alice…- Me levanté de la silla y la abracé delicadamente. Sólo así lograría que dejara de hablar.

-¿Marlon? ¿Estás bien?- Rodeó mi espalda con sus brazos.

-Sí… Gracias.- La apreté ligeramente sin hacerle daño. Había sentimientos latentes dentro de mí. Su preocupación que me brindaba, habían logrado abrir más la herida. La extraña pero similar calidez que sentía, era mortífera. El dulce aroma que emanaba su cuello era parecido. Debo evitar confundirme… De lo contrario, la historia se repetiría…

Un abrazo que duró un prolongado tiempo, hizo que mi corazón se aliviara. Unas frágiles manos que me consolaron, sin duda alguna vivir con esta chica, sería un problema. Expuse mi debilidad por breves segundos.

El amanecer del siguiente día, fue algo diferente… No abrí los ojos como Álvaro, ese nombre ya no me pertenecía. No estoy seguro si esto es considerado una traición. Es más difícil de entender de lo que creí. El tiempo litigaba mi espalda y fluía como el viento.

Decidí salir por un momento. El sol aún no estaba destapado del todo. La brisa corría y un poco de frío recorrió mi cuerpo. Era el momento de despedirme verdaderamente de mi vida para darle la bienvenida a otra. Aun no estaba seguro de querer hacerlo, pero nuevamente era demasiado tarde para arrepentirse. Todavía sigo sin encontrarle sentido a esto…

-Marlon ¿Qué estás haciendo?- Apareció Alice abrazándose debido a la fuerte brisca.

-Quería mirar el amanecer. Siento un cálido abrazo cuando veo el dorado en el cielo.-

-Es verdad que está muy amarillo. Es hermoso…- Se acercó junto a mí. El reflejo del sol, hizo que su perfil fuese más claro y deslumbrante, haciendo que sus ojos brillaran con él.

Una ligera mueca que hizo, logró llamar mi atención. Castañearon ligeramente sus dientes, sus brazos parecían fríos y sus labios se habían puesto más pálidos.

Retiré mi chaquete y la coloqué sobre sus hombros.

-Pescaras un resfriado.-

-¿Uh? Ah… Gracias.- Agachó la mirada. Parecía sonrojada. Nunca trascenderé como un pequeño detalle causa ese efecto. Debería ser ya un cliché, sin embargo sigue siendo siempre la misma reacción. –Marlon… Yo quería disculparme por lo de ayer.-

-¿De qué hablas? No tienes de qué disculparte.- Lo miré extrañado. El que debía disculparse debería ser yo por aquel abrazo tan repentino.

-Pero fui una desconsiderada e insensible. Lamento haber sacado el tema, no debí entrometerme más. Por eso…- La interrumpí colocando mi dedo índice sobre sus labios.

-Guarda silencio, o lo espantaras.- Susurré levemente.

-¿Eh? ¿A quién?-

-Al sol.- Me burlé de ella.

-¡Oye! Que cruel eres…- Parecía avergonzada. Reí un poco debido a su expresión. Menos mal, había conseguido que dejara de lamentarse por algo que no debía.

-Oh, vamos. No te enfades. Mira, por fin ha salido completamente.- Todo el cielo había sido iluminado con el tono amarillo rojizo. Sin una sola nube, se podía apreciar mejor la tonalidad de los rayos del sol.

-¡Tienes razón! Nunca había visto un amanecer así.- Su felicidad logró contagiármela.

-Adiós…- Susurré levemente. Casi un silencio tenue para mi vida anterior. Fui un suicida tan sólo unos momentos atrás.

…No hay problema, resistiré ¿A dónde me llevaron esas palabras? Probablemente, sea otro error, pero… Sólo una vez más, lo intentaré una vez más… Jugaré con el significado de esas palabras de nuevo, evitando la resurrección del viejo yo…

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