Existen personas que no deberían amar II. Capítulo 9
De ninguna manera podría hacerlo. Era demasiado vergonzoso y humillante. Sabía muy bien que mis nervios me traicionarían a la hora de intentarlo, y no era una información que me interesaba saber.
-Margarita, de verdad que no puedo hacerlo. ¿Por qué no lo hacen ustedes?-
-Vamos Alice, eres la única que tiene más contacto con él.-
-Pero…-
-Margarita tiene razón Alice. Él sólo se relaciona contigo. Nosotras a duras penas entablamos una conversación, pero contigo hasta se ríe. Tienes mucha suerte de que vivan juntos-
Mis otras compañeras de trabajo, parecían aprobar la petición de Margarita. Todas parecían muy entusiasmadas con la idea. Desde que Marlon comenzó a trabajar en la empresa, siento que las mujeres de este lugar se llevan mejor conmigo. ¿Por qué tienen que ser interesadas?
-El hecho de que viva conmigo, no significa que seamos los mejores amigos.-
-Pero te da mucha ventaja. No es justo que te lo quedes sólo para ti.-
-¡Yo nunca he dicho eso! Te aseguro que no estoy interesada en tener una relación…-
-Ahí va de nuevo con sus quejas. Alice a este paso te quedaras sola.- Dijo con altanería Liliana. Una hermosa mujer a la vista de todos los trabajadores.
-¿Qué hay de malo en eso? Igual nunca pedí un marido.- Estaba comenzando a irritarme.
-¿Sigues pensando en esa tontería? Los hombres no son todos iguales. Sácate esa absurda ideología.-
-¿Cómo puedes estar segura? Ellos siempre actúan de la mejor manera para después traicionarte.- Al decir tales palabras, recordé a mi padre. Él me había prometido que siempre me cuidaría, pero… Sólo mentía.
-¡Bueno ya! Basta de rollos, sólo tienes que preguntarle si es soltero. Ya que a ti no te interesa y eres la única cercana a Marlon, deberías ayudarnos, somos tus amigas ¿cierto? Las amigas se hacen favores Alice.- Que hipócrita sonaba eso.
Estoy segura de que era una falsedad. Anteriormente siempre me criticaban y se burlaban a mis espaldas. Siempre con sus rumores acerca de cómo llegué a la empresa. ¿Por qué piensan que una mujer siempre tiene que insinuársele a alguien para obtener un trabajo? Es cierto que soy la más joven pero eso no debe ser motivo de esparcir cosas tan desagradables y falsas. No estoy segura si soy bella y mucho menos si tengo un cuerpo “dotado” o como le llamen, pero de algo estoy muy orgullosa y es que, conseguí mi trabajo por mis conocimientos y destreza, no importa si soy la única que lo sé. Siempre tendré mi rostro en alto. Daré mi mayor esfuerzo.
-Entonces, ¿lo harás Alice?- Preguntó Margarita con una sonrisa muy desvainada.
-Pero, ¿Tú para que quieres saberlo? Si ya tienes esposo.-
-Eso no importa Alice. Si sé que tengo una oportunidad dejaré a mi marido.- Rió como si fuese un divertido chiste. –Descuida sólo bromeo, pero igual no me importaría hacer una pequeña travesura.- Sus amigas comenzaron a reírse. Yo no le veía la gracia en sus palabras. No podía creer que de verdad existen mujeres así.
-De acuerdo, lo haré.- Acepté resignada. Era mejor quitarme de encima a estas mujeres.
-¡Gracias Alice! Eres la mejor.- Por lo menos parecían más felices.
No me hace ilusión preguntar algo tan íntimo como la vida amorosa de los demás. Él no ha de tener pareja, tiene un amor no correspondido, pero no puedo decir que él está enamorado de la novia de nuestro jefe. Marlon no ha dado la razón de ello, pero tampoco lo ha negado.
Aun así, no estoy segura. Confieso que ahora tengo curiosidad de saberlo. Aunque sea un capricho absurdo. Espero que no lo malinterprete, sino nuestra relación sería muy incómoda.
-¡Oh! Mira Alice, ahí viene Marlon.-
-¿Eh? Esperen no estoy lista para hacerlo.- Comencé a sentirme nerviosa.
-Sólo será una pregunta sencilla. Además viene hacia acá. Animo.- Liliana sonrió muy emotiva. Por supuesto que no podría estar tranquila. Nunca en mi vida, hice tal petición.
-Alice, te estaba buscando. Me alegra a verte encontrado.-
-¿Eh? ¿A mí? ¿Por qué?-
-¿Lo has olvidado? Hoy tenemos que entregar el informe del proyecto.-
-Ah… ¡Cierto! Estaba a punto de hacer lo mismo.- Demonios, lo había olvidado por completo.
-Oye Marlon, Alice quería hacerte una pregunta.- Interrumpió Margarita ante mi patética conversación.
-¿Una pregunta? Adelante, hazla.- Su expresión siempre era serena y tranquila, cosa que no me daba del todo confianza, me ponía más tensa.
-Uh… Si… Me preguntaba si tú… ¿Quieres un poco de café?- El silencio se ancló en el ambiente. Pude notar las miradas de decepción y burla de mis compañeras.
Ahora si estaba muy avergonzada. Sentí la cara hervir. Maldita sea, debí haber dicho que no y librarme sencillamente, aunque de seguro terminarían adiándome, pero que más daba, después de todo, no soy apreciada por ellas.
-¿De qué estás hablando?- Marlon rió levemente. Cubrió su risa con su puño, no entendía qué es lo que le daba gracia. -¿Tienes idea de qué hora es Alice? Ya es muy tarde.- Me miró amablemente.
-T-Tienes razón…- Me disculpé y sonreí un poco.
-Olvidemos eso. Tenemos que ir a la oficina de Lisandro. Vayamos.- Me devolvió el gesto y comenzó a caminar.
-Hasta luego Marlon. Contamos contigo Alice.- Se burlaron por mi fallida misión.
Comencé a caminar al lado de Marlon, quien llevaba un portafolio con los documentos para exponer nuestra estrategia para los inversionistas. Yo estaba absorta en planear como sacar la pregunta. ¿Debería preguntarle directamente o indirectamente? Jodida la hora en que me metí en este lio.
Durante la junta, permanecí callada y pensativa. De vez en cuando escuchaba la conversación de Lisandro y Marlon.
-Si logramos esto. La empresa obtendría una ligera ventaja competitiva, además de que recuperaríamos rápidamente la producción y gastos de publicidad.- Intercambiaban documentos. Marlon parecía no necesitar mi ayuda como ponente.
-Hablas de una estrategia de precios diferenciados ¿no es así?- Lisandro parecía revisarlos meticulosamente,
-Se podría decir. Sin embargo, tiene que haber algo especial en el producto para que los consumidores paguen el precio exorbitante. Es aquí donde entra la tecnología. Será fácil conseguir un inversionista con la imagen de la empresa.-
-¿Y cuál es el porcentaje de éxito?- Preguntó Lisandro con una ceja arqueada.
-Sólo el 60% Existe una desventaja de los precios diferenciados y es que tiende a atraer a la competencia con relativa rapidez. – Respondió al instante Marlon firmemente. Parecía una tremenda locura tal proyecto, me sentía nerviosa y un poco estresada con la respuesta final.
Hubo un silencio que perduró unos segundos. Ambos se miraban fijamente. Ninguno parecía ceder la tan fría y vacía mirada.
-Está bien, me parece perfecto. Hagámoslo.- El semblante de Lisandro cambió drásticamente. Por el contrario, la expresión de Marlon seguía igual.
-Entonces nos retiramos.- Se levantó de la silla.
-Señor Riveil… ¿De verdad va a aceptar nuestra propuesta?- Aún no podía creerlo del todo.
-Por supuesto. ¿Acaso no me has escuchado?-
-Pero, es una apuesta muy arriesgada señor.-
-¿Qué hay de malo en hacerlo? Siempre debemos tomar riesgos. Además esto generaría una alto estándar en la publicidad. Estos inversores simplemente les interesa la popularidad de la empresa, por eso es una buena idea apostar. –
-Lisandro tiene razón, Alice. Es verdad que una apuesta en su mayoría. Sin embargo, confía un poco en ti. No te preocupes por lo que pueda pasar, preocúpate mejor por el trabajo que se nos viene encima.- Bromeó un poco.
Me sentí más aliviada al oír tales palabras. Ahora tenía que trabajar más duro. El orgullo me invadió y sonreí eufóricamente. Estaba un poco feliz…
Al salir de la oficina, de nuevo sentí nervio y desconfianza. Estaba un poco insegura con respecto a la estrategia.
-¿Crees que lo haremos bien?-Pregunté algo inquietada. Me sentía muy espantada por la simple idea de fallar…
-Que divertida… Verte asustada mientras aun no empezamos a trabajar con el proyecto me parece algo lindo.- Gesticuló una agradable sonrisa.
-¡No te burles de mí! Tengo miedo de fracasar.-
-No me permitiría hacer eso. Fracasar no debería estar en nuestro vocabulario. Tendremos éxito, ya verás. Ahora, deja un lado tu preocupación. Alice, tranquila, no estarás sola. Si por casualidad tu pequeño estrés no pasa, no dudes en venir a verme. Haré todo lo posible para ayudar a que desaparezca. Aun me quedan muchos trucos bajo la manga.- Apretó mi mejilla sutilmente.
-Gracias Marlon. Me alegra trabajar contigo…-De repente, sentí un pequeño mareo. Mi vista se puso borrosa y parecía que la tierra me iba a tragar. Mis piernas perdieron sostén y lo único que recuerdo fue la voz de Marlon decir mi nombre.
Es cierto que últimamente había estado muy ocupada y agobiada con el trabajo, pero nunca pensé que me desmayaría. Me senté delicadamente sosteniendo mi cabeza. Aun sentí una ligera pesadez.
-Qué alivio. Has despertado. Nos has dado un susto.- Se acercó Liliana a la cama donde me encontraba reposando.
-¿Qué ocurrió?…-
-No te esfuerce cariño, aun estás algo débil. Te desmayaste hace media hora. Marlon te trajo aquí. Está afuera atendiendo una llamada, no te preocupes- Liliana parecía honesta con sus palabras. Incluso la cálida sonrisa que me brindó no parecía falsa.
-Gracias… Siento las molestias.-
-Descuida, no hay de que disculparse. ¿Quieres un poco de agua?-
-Te la agradecería mucho.- Tenía la garganta un poco seca.
Liliana me sonrió y avanzó hacía la puerta. Marlon entró enseguida, no sin antes intercambiar unas palabras con Liliana.
-Alice, me alegra tanto que hayas despertado.- Se sentó al borde de la cama. Parecía algo preocupado. Puso su mano sobre mi frente para ver si tenía fiebre o algo por el estilo. –Descansa un poco más. Después nos iremos a la casa.-
-Si… Gracias.-
Liliana regresó en pocos minutos con un gran vaso de agua pura. Era muy extraño que ella se comportara de esa manera conmigo. Quizás sea para obtener la atención de Marlon… No lo sé, pero creo que es un poco cruel juzgar antes de tiempo. Otro de mis grandes defectos es desconfiar. Pero no podía evitarlo, nunca me dieron razones para creer en las personas.
“Me aferré fuertemente a su pierna. No quería dejarlo ir. Tenía miedo de perder a mi amado padre. Él siempre me sacaba sonrisas y me hacía feliz en los peores momentos.
-Alice, tranquila. Volveré te lo prometo.- Con una sonrisa sincera, me acarició el cabello.
-Pero, ya es muy tarde para salir papá. Además de que prometiste contarme un cuento para dormir. No te puedes ir…- Quería comenzar a llorar.
-Oh, vamos cariño. Te prometo que volveré.-
-Mentiroso. Llevas una maleta contigo.-
-¿Esto? No seas tonta Alice. Se la daré a un amigo. Hace tiempo me la prestó y no se la he devuelto. Además de que mis cosas no cabrían aquí ¿o sí?-
-No, no caben ahí. Tú tienes muchas cosas.-
-¡Exacto! ¿Ves que no me iré? Ahora tengo que apresurarme a llevarle la maleta a mi amigo o se enfadara mucho.- En aquel entonces yo creí en sus palabras.
-Si… Pero mamá no ha regresado de su trabajo. Nos quedaremos solas si te vas.-
-No me tardaré cielo.- Besó mi frente. –Ahora, trata de dormir. En cuanto regresé te despertaré para leerte un cuento.-
-¡Si! Te estaré esperando.- Inocentemente corrí a mi habitación. Yo confiaba en él. Ilusionada esperé a que llegase otra vez.
Esperé y esperé sin poder dormir. La noche parecía apunto de consumirme. El silencio era más sombrío. El sonido del reloj era inquietante. Yo seguí como buena niña esperando a su regreso… Y él nunca llegó… “
-Es hora de irnos Alice. ¿Te sientes mejor?- Preguntó Marlon sosteniéndome de su brazo.
-Sí, ya estoy mejor. Gracias.-
-Me alegro. Por un momento pensé que…- Caminábamos cerca de la oficina de Lisandro para salir, cuando de repente, Marlon se detuvo.
Regresé a verlo sorprendida. Cuando pude notar su rostro horrorizado y anonado. Era la primera vez que veía una expresión así es su cara. Parecía sudar fríamente. Pude notar que trago algo de saliva.
Volteé a su dirección y ahí fue donde la vi…
Era una mujer sentada en el sofá. Cabello castaño, tez clara y ojos azules. Se encontraba observando unos papeles y parecía estar algo inquietada. Es verdad que era muy hermosa.
La joven lentamente alzó su rostro, como si se hubiese sentido observada. Marlon aun parecía perplejo e inmóvil. En el momento en que parecían cruzar sus miradas, mi jefe salió de su oficina y nerviosamente se colocó en medio, como tratando de evitar algo.
-¡Valeria!… ¿Qué haces aquí?-
-Uh… Siento llegar de improviso, pero tengo que pedirte un favor.-
-Por supuesto. Vamos, pasa a mi oficina.- Lisandro evitó que ella voltease a nuestra dirección.
-Ah, pero… – En un abrir y cerrar de ojos, Lisandro cerró la puerta de su despacho.
Volví a observar a Marlon y nuevamente noté la mirada triste que percibí el primer día que lo conocí… Cabeza abajo, parecía retener algo. Apretó su puño haciendo que una vena se le notara en la mano.
-Vámonos Alice.- La nostalgia en sus palabras y su rápida ida, me preocuparon más…
¿Quién podría haber sido aquella chica? ¿Y Por qué causaría aquella reacción en Marlon?…