Capítulo 17.

Y volvemos al ini..." /> Existen personas que no deberían amar… Parte 18 – El Perla Negra


Síguenos en Facebook:


Historias

Publicado en junio 8th, 2015 | by Wendy Rios

4

Existen personas que no deberían amar… Parte 18

Capítulo 17.

Y volvemos al inicio Valeria. Volvemos a lo habitual que yo siempre hacía.

Cada caricia, cada contacto, incluso cada palabra, a partir de este momento tenía que ser medida cautelosamente. Buscar una estrategia, para que tu pequeño sentimiento, surgiera de nuevo como un mar de emociones.

Necesitaba que volvieses a declararme tu amor. ¿Para qué? Para descubrir tu cualidad, aquello que me encadenaba a ti. Aquello que me hacía dependiente de ti. ¿Por qué quería hacerlo? Te estarás preguntando. Sencillamente para no caer de nuevo ciegamente en este “sentimiento”

Cuentas Netflix

Así es, el amor es la mayor debilidad que un humano posee. Por eso, si lo desecho pronto, no habrá ningún problema. Ahora, sólo debería apresurarme para que volvieses a amarme, para proclamar triunfante mi victoria, que desde hace tiempo debía ser mía.

-Álvaro ¿a dónde vamos?- Me sonreíste aferrándote de mi mano. Tu tacto era tan suave y delicado.

Tenía que tener precaución en cada pensamiento dirigido hacia ti. Podría confundirme como lo hice anteriormente. Cometer errores, tropezar, caer, dudar. Todos esos sinónimos de fracaso debía alejarlos pronto.

-Valeria, ¿qué te parece ir allá?- Señalé el ojo de agua de aquel lugar.

-No… No lo sé. Álvaro ¿recuerdas qué no sé nadar?- Dijiste temblando. Por supuesto que lo recordaba. Ese era el plan… Querida Valeria.

-¿De verdad? Entonces no tendrás que soltarme para nada.- Te sonreí.

La ruborización de tus mejillas sólo me daba más aires de seguridad. Seducirte era tan sencillo. Aunque me daba un poco de decepción el hecho de que fuera algo fácil.

-Álvaro, ¡¿qué estás diciendo?!… Idiota.- Tartamudeabas. –Además, pensé que iríamos con Katherine… Después de todo ella es tu novia…- Dijiste en tono molesto. ¿Qué era? ¿Estabas celosa? Qué novedad. Sarcásticamente pensé.

-¿Huh? No lo has notado, ahora estoy solo. Katherine y Emilie decidieron ir a su momento de amigas. Lisandro fue al vivero. ¿Qué hay de malo que quiera pasar el rato con una amiga?- Resalté la última palabra. Sólo quería ver tu reacción.

Agachaste tu cabeza. Tu semblante cambió a una mueca triste. Vamos, Valeria, ¿acaso pensabas que era muy sencillo olvidarme?

-Tienes razón…- Tallaste tus ojos. –Sólo amigos… Vamos.- Segura me tomaste de la mano con mayor fuerza. Y ahora tú dirigías la caminata. Que interesante cambio de humor tenías. Tratabas de ocultar tus emociones en un pequeño muro que pronto haría caer.

Cerca de la orilla te detuviste soltando mi mano. Me quedé atrás de ti sólo observando alguna acción tuya.

-Álvaro, de verdad no puedo hacerlo.- Perfecto Valeria, cooperabas en tu trampa.

-¿Pero qué dices? Estoy aquí para cuidarte…- Te abracé de la cintura alzándote ligeramente.

De un brinco sumergí tu cuerpo con el mío al gran ojo de agua. Escuché un pequeño grito por parte tuya antes de ser apagado por el agua fría que nos cubrió.

Presurosa te aferraste a mi cuerpo con un abrazo. Como era de lógica, aquel pozo de donde emanaba el agua no permitiría hundirnos.

-Vamos Valeria, ya estás mejor.- Te dije abrazándote más fuerte. –Mira, estás flotando.- Quité tu cabello de tus parpados. Tu rostro lleno de frío y pálido era cautivador.

-¿Por qué hiciste eso? ¡Ah! Te odio…- Gritabas como una cría y me volviste a abrazar. Si estos pequeños detalles hacen que vuelvas a mí, prácticamente significaba que mi marca de propiedad seguía ahí.

-¿Realmente creías que intentaría ahogarte?- Me burlé de ti. -¿Tan malo soy para ti Valeria?-

-Claro que no. Jamás lo pensaría de ti… Álvaro.- Te acurrucaste cerca de mi cuello. Y pensar que tuviste el valor de enviarme tu carta. ¿Este era tu concepto de sólo amigos? ¿O sólo lo practicabas conmigo?

-Valeria… ¿Por qué estás con alguien como él?- Pregunté ante un breve momento de silencio. Te sorprendiste un poco y lentamente te separaste de mí.

-No lo sé… Yo… Él se confesó hace poco, quizás no quería que me odiara…

– Lo sabía… No lo amabas. Y por lo visto, él tampoco. ¿Qué demonios los hacía estar juntos?

¿Esa era la única razón Valeria? En tu triste carta, decías que querías seguir adelante, conocer personas nuevas… ¿Intentabas olvidarme con él? Idiota…

-Ya veo…- Besé tu frente. –Ven Valeria.- Me acerqué a la orilla para salir. -¿Lista?-

-¿Para qué?- Preguntaste confundida aun tomando mi mano.

-Lo tomaré como un sí…- Te tomé de la cintura para sentarte en la orilla.

-Álvaro… Podía hacerlo yo sola ¿sabes? – Tu nerviosismo aumentaba. Permanecí un rato más dentro del agua.

-Sólo quería tener esta vista. Eres muy hermosa Valeria.- Salí y me senté junto a ti. -¿Tienes frío?-

-No mucho.- Sonreíste. –Gracias…- Inclinaste tu cabeza a mi hombro. – ¿No es hermoso?-dijiste viendo tranquilamente el cielo.

-Probablemente…- Sentí un pequeño pulso en el lado izquierdo de mi pecho. Estar contigo de esa manera me tranquilizaba. Me emocionaba… Aceleraba mi corazón… ¿Cómo lo haces? Muéstramelo…

-¡Valeria ¿qué demonios estás haciendo?!- Escuché un grito. Era Joel, estaba sumamente enojado.

-Ah… Joel… Álvaro y yo queríamos nadar un poco. – Tus palabras eran de disculpa. ¿Por qué demonios le dabas explicaciones de ese tipo? Habías dicho que este idiota te dejó por unas chicas. Parecías tú la culpable… ¿Por qué demonios me molestaba eso?

-¿Eso amerita que estén tan juntos?- Preguntó queriendo asesinarme.

-¿No has oído de la transferencia de calor Joel?- Me burlé de él. ¿Desde cuándo me dan ganas de darle celos a alguien más? ¿En qué me estabas convirtiendo? Tenía que separarte pronto de él… Sólo por mi bien.

-Maldito.- Bruscamente intentó golpearme, pero tú te interpusiste entre ambos. Muy bien Valeria, defiéndeme como siempre lo has hecho.

-¡Basta Joel! Álvaro sólo me estaba acompañando, pues cierta persona me abandonó.-

-¿Qué te pasa? ¿Le estás cubriendo? ¿A este cretino?- Te miró desafiante. Supongo que inventaras una excusa. Eso esperaba. Pero de nuevo cambiaste mi predicción.

-¿Y qué si lo hago?- Aclaraste molesta. De cierto modo era un poco incómodo. Pero… realmente me alegraba.

No puede evitar reírme. Él lo notó y molesto te tomó del brazo.

-¡Nos vamos!- Exclamó furioso.

-¡Oye! ¡Espera!…- Te quejabas.

Te tomé del otro brazo. No dispuesto a dejarte a ir con él. Esa acción fue involuntaria… Pero realmente no toleraría que te fueras.

-¿Crees que puedes llevarte a las personas cuando te plazca?-

-Es mi novia, me oyes bien… ¡Mi novia!- Alzó la voz.

-Idiota…- Lancé un puñetazo a su dirección… El simple hecho de que él dijera aquella palabra me molestaba.

Consumido por la rabia, intentó regresar el golpe. Maldición… ¿Cómo había terminado todo así?

Esos dos golpes en mi cara sí que me habían dolido. Por lo menos podía estar orgulloso de a verle dado más yo.

-¡Basta ya!- Me alejaste de él. -¡Joel cálmate!- Le gritaste furiosa. -¿Estás bien Álvaro?- Preguntaste tomándome del rostro. Tus manos tan cálidas parecían eternas. Estos pequeños gestos por parte tuya, los odiaba.

-Sí…-Te dije mientras apartaba tus muñecas de mi rostro. ¿Por qué hacías esa mirada triste? Tus ojos, tus expresiones… Tu amabilidad… Todo eso lo odiaba más que nada en este mundo

-Valeria, este bastardo lo inició todo. ¿Aún así lo sigues defendiendo? Qué tonta eres…-

-Deja de actuar tan inmaduramente ¿quieres?- Le dijiste furiosa. –Lo siento Álvaro… Siento estas molestias.- Besaste mi mejilla. –Vámonos Joel.- Le tomaste del brazo.

Te vi irte. No lo entendía… Realmente eras una ingenua…

Regresé al vivero. Lisandro se encontraba molesto esperando en la entrada.

-¿Dónde te metiste?- Preguntó en tono serio. Pronto su semblante cambió a preocupación. Me alzó del mentón y observo mi mejilla. -¿Qué te paso?-

-¿Por qué?-

-Tu pómulo esta morado Alva… ¿Qué diablos hiciste?- Suspiró.

-Iba caminando cerca de la orilla del rio y me caí. Lo más seguro es que me haya golpeado con una roca. No hay de qué preocuparse.- Le mentí.

-Sólo porque estas mojado lo creeré.- Inhaló y trató de calmarse. –Joder… Katherine me golpeara. – Dijo dándome palmadas en la espalda.

Cuentas Netflix

-No puede ser tan malo, el único culpable soy yo.-

Regresamos al lugar donde esperaríamos a Katherine y Emilie. Me recosté un momento en el pasto y toqué mi rostro. Vaya que realmente dolía.

-Álvaro, ¿seguro que no quieres que vaya por una crema antiinflamatoria? No está lejos la farmacia.- Lisandro y sus exageraciones.

-Si no te importa, me agradaría que fueras.- Sólo para deshacerme de él otro rato más. De lo contrario seguiría con sus interrogaciones.

-Enseguida vuelvo. No te acerques más a las orillas ¿quieres?- Me miró molesto.

Contemplé aquel cielo que ante tus ojos era hermoso. No mentías, era bello. Tan calmado, tan sereno y tan pacífico. Pronto cerré mis ojos. Y en tan sólo breves segundos, me dormí profundamente. Olvidando todo lo que pensaba…

-Álvaro…-Escuché un dulce voz llamándome. –Álvaro.- Vi un rostro familiar.

-¿Eh? ¿Qué ocurre Emilie?- Desperté a duras penas. Al abrir por completo mis ojos, noté un cambio en ella. Parecía más joven, su rostro lucia más bello. Y su cabello caía en risos. Por dios, se había hecho risos. Le quedaban hermosos. –Vaya, no esperaba tal cambio-

-¿Te gustan?- Preguntó nerviosa.

-Por supuesto. Te quedan muy bien Emilie.- Le sonreí.

-Me alegro, temía que no te agradaran, pero Katherine insistió.- Dijo suspirando.

-Todo se te ve hermoso. Por cierto, ¿dónde está Katherine?-

-¡Oh! Fue a comprar algo para comer. Quiere hacer un día de campo. La iba a acompañar pero no vi a Lisandro… Y no quería dejarte solo.-

-¿Lisandro no ha regresado? Qué raro… dijo que iba rápido a la farmacia.-

-¿Se sentía mal?- Preguntó preocupada.

-Claro que no, era para mí…-

-¡¿Te sientes mal?!- No dejó que terminara mi frase, cuando ella ya se había exaltado. Comenzó a observarme mejor. –Oh por dios… ¿Qué te ocurrió Álvaro?- ¿Tan preocupante se veía aquel moretón?

-Me caí… Sólo fue eso.- Le dije tratando de que no se preocupara más.

-¿Te duele?- Dijo tocándome sutilmente. Sus manos eran igual de suaves… Pero no se comparaban a la reacción y emoción que sentí cuando tú me tocaste.

-No, descuida. Sólo es estético.- Le sonreí. Ella me devolvió el gesto y se sentó a mi lado.

-¿Huh? ¿Esas son camelias?- Preguntó Emilie viendo la pequeña maceta cargada de finas flores blancas. –Qué bonitas.- La sorpresa de Lisandro se había arruinado.

-Se supone que no deberías verlas aún- Me burlé un poco de ella.

-¿Por qué?- Preguntó sorprendida y preocupada a la vez.

-Te contaré un secreto. Promete guardarlo.- Hice una mueca de complicidad. –Es un regalo de parte de Lisandro.-

Noté un ligero sonrojo en su rostro. Agachó la mirada.

-¿Enserio?… ¿Por qué lo hace?-

-Dijo que te haría feliz algo como esto.-

-No lo entiendo… Él… ¿Por qué?- Su voz temblaba.

-¿Qué ocurre Emilie?-

-Álvaro… Yo ya no puedo, estoy confundida. No lo entiendo, él siempre es así conmigo ¿Qué espera de mí?… Me duele su amabilidad, no lo soporto… ¿Qué quiere de mí?- Sollozó.

Me sorprendí por su reacción. Esa no era una cara feliz. No, no lo era. Ella estaba… ¿llorando?

Cuentas Netflix


Publicado por



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir ↑