Existen personas que no deberían amar… Parte 19
Capítulo 18.
¿Qué rayos le ocurría?
-¿Emile? ¿Estás bien?- Pregunté preocupado. No respondió. Quedó absorta en sus pensamientos. ¿Qué estaba pensando? ¿Cuál era el motivo de sus lágrimas?
“Fue un sentimiento confuso. Algo que no entendía muy bien… Una simple anomalía que ocurría en mi vida.
El pesado cuerpo que chocó con el mío.
-Duele…- Solté inconscientemente. A veces creo que mi cerebro me jugaba una mala pasada. Decía lo que debía permanecer en mi cabeza. Tenía que disculparme pronto… pero ¿cómo? Nunca fui buena hablando con los demás. Se malinterpretan mis palabras y al final no puedo hacer nada. Era muy difícil. Oh Emilie, no seas ridícula. Me gritaba en mi cabeza. Que patética soy. No, no de nuevo. Volvería a verme como una tonta…
-¡Lo siento!- Exclamó apenado un joven alto de ojos casi amarillos combinados con finos toques verdosos. Me extendió su grande mano ofreciéndome su ayuda.
-Gracias.- Su palma era rígida. Un poco áspera y fría. Hice un poco de fuerza y el contacto de sus dedos fue más cercano con los míos. Tenía que decir algo… después de todo la culpable era yo. Estaba exhorta en mis pensamientos que no me di cuenta que él deambulaba. Sólo esperaba que mis palabras no me apuñalaran cruelmente.
-Está bien, fue mi culpa.-Perfecto. Nada tonto. Pero… ¿Por qué me estaba observando con esa mirada intimidante? Podría ser que estuviera ¿molesto?
Lo sabía…Soy una rara…
-Para nada, fue mi culpa.- Agregó cambiando su semblante. Me aliviaba el hecho de que no estuviera furioso por el golpe. Le sonreí calmadamente.
Fue entonces que lo observé mejor. ¿Qué le ocurría? Sus ojos parecían hinchados. Una pequeña lágrima yacía en su pómulo; solitaria y húmeda parecía apunto de romperse.
-¿Estás bien?- Le miré preocupada. No sabía qué es lo que estaba haciendo. Indecisa y un poco nerviosa toqué su mejilla. ¿Por qué su mirada era triste? No me agradaba…
Rápidamente separó su mano de la mía. Qué vergüenza no había notado que la seguía sosteniendo. Ha de ver sido incómodo para él. Limpió presuroso sus parpados.
-Oh ¿esto?, no es nada, una pequeña basura. Hoy corre mucho viento.- ¿Viento? Estaba mintiendo… No había mucha ventisca. Quizás estaba exagerando… pero, su mirada no era por una basurilla. ¿Podía ser quizás una persona? Quizás el viento era el modo en que lo representaba… ¿Ese viento lo había hecho sufrir?…
Pronto reaccioné. ¿Qué diablos hago yo metiéndome en la vida de los demás? Álvaro decía que la curiosidad era un hábito muy horrible…
-Ya veo, tienes razón.- Dije evitando hacerle otra pregunta. Debería concentrarme en buscar a mi primo en el instituto. Hacía tiempo que no le veía. . –Tengo que irme. Espero y el viento no vuelva a lastimarte.- ¡RAYOS! Eso no debí haberlo dicho… Pero en el fondo, no me gustaría que lo hiciese.
Él sonrió. Por lo menos logré esa expresión.
-Adiós pequeña…- Escuché que dijo en un leve susurro. ¿Cuál era su problema?… Yo no era muy pequeña… ¡Él era el alto! Me molesté un poco. Aunque también me dio risa su comentario.
Caminé rumbo al instituto Galo. Mi primo debía estar ahí. Bueno… Eso creía yo. Al parecer habían tenido una excepción de salir temprano ese día los alumnos.
Álvaro no invites a las personas si no piensas esperarlas… Pensé.
No me quedaba nada que hacer. Se estaba haciendo un poco tarde. Tenía que regresar a mi casa pronto. Mamá se molestaría. Yo ya no era una niña, sin embargo me seguían tratando como una. Suspiré agobiada.
Al día siguiente, decidida fui al instituto más temprano… Creo que demasiado. Los alumnos estaban en clases joder. Resignada exhalé profundamente y me senté en una de las bancas. Su colegio era amplio. Me hubiese gustado estudiar allí, pero mi familia pronto se mudaría. Recuerdo que Álvaro estaba molesto por eso. Lo extrañaría mucho, con él era muy sencillo entablar una conversación a pesar de que siempre me miraba nostálgicamente. De verdad lo sentí por causarle tales emociones confusas…
Di un pequeño brinco por la campanilla del almuerzo. Maldición… Creo que si sigo siendo una cría.
Comencé a preguntar a los alumnos que veía salir. Dios… Ni siquiera sabía en qué departamento estudiaba… ¿Qué clase de familia soy?
-Lo siento… No lo conocemos. Podemos acompañarte si gustas.-
-No, gracias. Pero no serían de ayuda…-Joder, de nuevo lo que pensaba salía de mis labios. La vergüenza me invadió. Había sido grosera. –Lo siento… No quise decir…-
-Jaja, descuida. Tienes razón.- Rieron ambos jóvenes. –Entonces nos vemos, pequeña.-
¿Pequeña?… Recordé al joven de ayer. ¿Estará acaso mejor? Parecía realmente mal… Quizás no debí dejarlo en ese estado… No, no, ¡NO! ¡Emilie Miller, deja de distraerte! Me regañé.
Borrando aquellos pensamientos. Me acerqué a una pareja. Rogaba al cielo que aguien conociera a mi amado primo.
-Disculpen…-Pude notar a una bella chica de tez morena y largo cabello lacio. Que linda era… Miré al joven que estaba a su lado. –Anda… si eres el joven de ayer… – El mundo parece un pañuelo. Era una gran coincidencia. Le sonreí.
Sentí una mirada algo pesada igual que el ambiente. ¿Qué podrá haber sido?
-Lo siento, creo que me estas confundiendo.- Trató de sonreír.
¿Podría ser que me equivocase de persona? No, por supuesto que era él. Quizás olvida a las personas de manera fácil… Por inercia miré a la joven en breves segundos… Emilie tonta, seguramente era su novia. La chica pudo malinterpretar mis palabras… Oh maldición… Esperaba no haber metido en problemas al chico.
-Oh disculpa. Te pareces a un amigo… lo siento, soy una tonta.- Volví a sonreír. –Disculpen el mal entendido.- Me sentí culpable, no podía hacer otra cosa que pedir perdón. Presurosa me alejé.
Noté un grupo de jóvenes conversando. ¡Quizás siendo más alguno de ellos conocerá a Álvaro!
Emocionada, queriéndome quitar el horrible encuentro que provoqué les pregunté un poco animosa.
-Hola… Mi nombre es Emilie. Es un placer.- Dije un poco nerviosa. –Disculpen la molestia que he de causarles. Pero quisiera que me ayudaran a encontrar a Álvaro Crowley… Él es mí…-
-Oye, espera. ¿Te presentas y ya nos pides favores?- Me interrumpió una de esas personas. No sabía que decir… Quizás tenían razón… Fue descortés acercarme por interés.
-Lo… Lo siento.- Me trababa al hablar.
-Te perdonamos sólo porque eres muy bella. ¿No deseas quedarte un rato más en buena compañía?- Noté su mirada lasciva. Que miedo daba…
-No, gracias… yo… yo tengo que encontrar a mí…- Estaba aterrada… Mi mente estaba en blanco.
-Oh vamos, te divertirás con nosotros.-
-Preferiría no hacerlo.-
-No seas tímida, ven…- Cerré mis ojos esperando lo peor… ¿Por qué no pude reaccionar?
-Ha dicho que no.- Escuché una cálida voz un poco familia. Era aquel joven. Había tomado del brazo al chico que empezó todo esto.
-Lisandro, ¿qué demonios quieres? No ves que estamos ocupados.-Dijo en tono de burla. ¿Lisandro? Se llamaba Lisandro, el joven que había venido a rescatarme… Por favor. No te vayas. Fui mi petición tan egoísta.
-A la chica.- Un pequeño latido surgió de mi pecho. Gracias… Dije en mi mente.
-¿Qué dices? Si ella estaba pasándola bien con nosotros, ¿no es así pequeña?- Las personas de aquella persona me desagradaban. Agaché mi mirada y comencé a temblar.
-…N…No.- Mi voz era muy baja. El viento, se llevaba cada palabra.
-No digas mentiras, te acercaste tan provocativamente a preguntarnos sobre alguien. Como si no supiéramos esa excusa. Jaja, mejor di lo que realmente quieres.-
-Yo… eso es mentira… yo nunca…- Quería llorar… Malditas emociones… El miedo, el pánico… ¿Qué debía hacer?…
Escuché un sonido en seco… Lisandro… Lisandro había golpeado a aquel sujeto. Su mirada parecía de un asesino, pero… No tenía miedo de él.
-¡¿QUÉ TE PASA BASTARDO?!- Enfurecido se levantó del piso e intentó golpearlo.
Quedé sorprendida ante los reflejos de Lisandro. No, no lo hagas… Saldrás herido, pensaba. Pero ninguna palabra fluía de mi boca.
Mi nerviosismo no se iría. Parecía eterno… Mi madre, mi padre e incluso Álvaro tenían razón. Soy una niña todavía…
-¿Estás bien?- Me extendió su mano. ¿Cómo reaccionaría ante lo ocurrido? ¿Cómo debía decirle gracias?…
Sentí un delicado abrazo. Él me estaba abrazando… Era gentil… Era amable…
-¿Eh?… ¿De qué hablas?- Sorprendida pregunté limpiando mis mejillas.
-Lo siento por mostrarte mi lado más deplorable…- ¿Qué estaba diciendo? ¿Deplorable? La única patética había sido yo…- Lo siento por mentirte hace rato, quizás no hubieses estado en esta situación… por eso… Lo sien…- ¿Por qué era tan sencillo hablar con esta persona?… ¿Por qué me inspiraba confianza? Ver sus ojos tristes, su cálida voz echa un hielo, dolía…Demasiado.
-Gracias.- Lo interrumpí besando su mejilla. –Gracias por salvarme.- Su semblante cambió.
-Ven, vamos.- Delicadamente me apartó y tomó mano. –Mi nombre es Lisandro, Lisandro Riveil es un placer.- Que se presentara formalmente era agradable.
-¿Eh?… ¡Oh! Mi nombre es Emilie Miller…- Bajé un poco el tono de mi voz.
-Así que… Emilie, ¿qué te trae al instituto Galo?- Preguntó caminando rectamente.
-Busco a mí…-Pausé… No es que desconfiará de Lisandro. Pero… Mis palabras siempre se han de confundir, por eso…- A alguien muy importante para mí. – dije, tratando de disimular.
-Puede ayudarte si lo deseas…-.
-¿De verdad?… ¡Gracias! Me salvas demasiado Lisandro.-Sí, así era. Me estaba salvando incontables de veces. Gracias, gracias, gracias. No podía dejar de pensar en eso, pero al notar que su sonrisa se caía y se desvanecía sentí un dolor en mi pecho. –Oye… Ella era tu novia ¿verdad?- Pregunté desconsideradamente.
-Digamos que lo era…- Dijo un poco frío.
-¿Lo era?-
-Aún está en proceso. No sé cómo decirle que lo nuestro finalizó.- Parecía duro en sus palabras. ¿Realmente era así? ¿O era una de sus máscaras?
-Eso es horrible…- Dije refiriéndome al viento que lo lastimó. Pero una vez más… todo se malinterpretó. Lisandro se sorprendió. No es como si haya dicho por él…
-Digamos que ella hizo algo que me dolió.-
-El viento…- Lo sabía, ella era el viento. .
-¿Eh? ¿El viento?-
-Ella, ella es el viento de ayer ¿no?- Maldita sea… Debo dejar de pensar en voz alta.
-Si…- Parecía triste.
-Lisandro… ¿La amabas?- ¡EMILIE CALLATE! Me gritaba. Un conflicto se desarrollaba en mi mente. Pronto le terminare desagradando.
-..Por supues…-Pausó y se quedó pensativo. –No lo sé.- Fue su respuesta.
-Ya veo.- Debía dejar de presionarlo. Soy una desconocida y he de darle miedo ahora.
-Dejemos este tema. Mejor concentrémonos en buscar a tu novio…- ¿Novio? Eso fue gracioso. Nunca tuve novio. Me da hasta vergüenza decirlo.
-Yo no tengo novio.- No podía decirle que ni siquiera mi primer beso he dado. ¡Ah! ¿Por qué rayos tuvo que recordarme algo tan humillante?… Espera, ¿realmente es humillante?… ¿Qué barbaridades estoy diciendo?…
De sorpresa él me volvió a abrazar… ¿Estaba triste de nuevo? No quiero verlo triste…
-¡¿Qué demonios haces Lisandro?!- Escuché un grito proveniente de una voz muy familiar.
-¡Oh! ¡Álvaro!- Por fin lo encontré. Estaba feliz.
Álvaro me abrazó y besó mi mejilla. ¿Lisandro conocía a Álvaro? ¿Amigos?
-¿Huh? ¿Lo conoces?-Pregunté.
-Claro, digamos que es especie de amigo.- Hizo una sonrisa.
-Jaja, por supuesto. Así que enhorabuena Álvaro, es una hermosa mujer.- Dijo Lisandro sonriendo… ¿Le parezco hermosa?… Era la primera vez que me sentí ruborizada. El haberlo oído de sus palabras, me hacía feliz…
-Lo sé, no hace falta que me lo digas.-
-Deberías proponerle matrimonio ahora, de lo contrario me adelantare. – ¿Matrimonio? Dije que no quería que me siguieran tratando como una niña… pero, ¡casarme no está en mis planes!
-Lisandro… ¿Qué demonios piensas? Emilie es mi prima.- Dijo Álvaro un poco enfadado.
-¿De qué hablas? No comparten apellido…-
-Idiota. Ella es parte de la familia de mi madre, es hija de mi tía Raquel. Por lógica no compartimos apellido Lisandro… ¿Qué idiotez habrá pasado por tu cabeza? De todos modos, ¿cómo la conoces? ¿De dónde ha salido la confianza de aquel abrazo bastardo?- Me preguntó enojado.
-Oh, Lisandro me resca…-
-Sólo me pidió ayuda para encontrarte… pero… ¡Era muy hermosa que no me resistí!- Mintió…
No lo entendía. ¿Por qué hizo eso? Quizás era algo sin importancia para él… Así es… Sólo ayudó a una chica tonta que no puede defenderse sola. Estúpida Emilie…
Recuerdo muy bien ese encuentro… No podría olvidarlo. Siempre dolía el simple hecho de oír sus palabras en mi memoria. Su actitud pronto cambió drásticamente. Forzaba sonrisas, ocultaba cosas… La persona que llegué a admirar por su valentía se había ido… O quizás algo forzó a que se fuera.
¿Cómo es que logra aguantar ese dolor que lo inunda? Tan sólo quiero verlo feliz. Con una sonrisa verdadera…Pero ¿cómo logro que una raíz brote de una roca?
No me gustaba ver a Lisandro sufrir. Una persona sincera con un corazón noble se había marchitado ante mis ojos. Quizás el viento le sigue hiriendo…
Él se volvió considerado conmigo, más amable, más atento. Cada detalle, cada elogio… Quizás estaba tratando de olvidar a su novia. Remplazarla con alguien desechable.
Todo de él me hacía sentir confusa. Sentimientos ajenos a los que había sentido antes se desbordaban de mí… Pero él… Él sólo me veía como una niña. Me trataba como una, a veces me tomaba el pelo con frases tiernas. Lo soportaría, lo aguantaría, daría lo mejor de mí por no lastimarlo… Me engañaba, porque en el fondo me dolía. Su amabilidad era acido para mi cuerpo… Me salvó, no una sino varias veces. Él fue mi único gran amor… El primero… Aunque nunca lo sabrá, pues sé, que no aguantaré por mucho tiempo. Por eso… Será un secreto… pues pronto se cansara de jugar con una niña… “
-Emilie… ¿Qué ocurre?- Pregunté más que confundido.
-Álvaro… Yo ya lo decidí… Me iré de regreso con mis padres…-