Feliz cumpleaños a mí, feliz cumpleaños sin ti…
Hace tres meses imaginaba que mi cumpleaños sería diferente a los demás, por supuesto, sería distinto porque estoy en otro país, lejos de mi familia y de mis amigos de siempre, pero más que esa triste ausencia y diferencia en este día, imaginaba que sería contigo, despertar a tu lado en una playa romántica o en algún pueblo colonial o bueno, está bien, en el frío D.F. estaba casi segura que sería contigo, sin duda, esa es una linda diferencia. Pero muy a mi pesar, no fue así. Estoy rodeada de gente, pero estoy sin ti, extrañando tu presencia, extrañando que me ames.
¡Venga! Es un día lindo, el clima está mejor que nunca, traigo puesto un vestido espectacular, unos zapatos que me han hecho sentir amor a primera vista, siento que mi cabello está feliz, me creo bonita, más que otros días pero, sobre todo, me siento agradecida porque Dios ha querido regalarme otro año más de vida y le añadió, personas que tienen como único objetivo hacer que hoy sea un día tan bonito, que nunca pueda olvidar mi cumpleaños número 23. Por esos detalles gracias Dios.
Recuerdo hacer cuentas de cuántos meses, semanas, días faltaban para mi cumpleaños, de cuánto tiempo faltaba para que llegara ese dulce Noviembre donde habíamos convenido mudarnos; elegimos Noviembre como el principio de una vida juntos, ya podía sentirme tu esposa, como nunca pude considerarlo con otro hombre, sencillamente porque no tenía el amor, las ganas y la edad para hacerlo. Sigo sin tener la edad, pero el amor que sentía por ti, por ese futuro, por cada cosa que vendría, fue superior a cualquier excusa, duda, miedo, superficialidad. Íbamos a terminar y a empezar un año juntos.
Todo tenía que ser maravilloso pero, de repente, se te acabó el amor. Yo lloré, pero está bien, te perdono eso, te perdono quitarme tu amor, tu compresión, tu apoyo, tu compañía, nuestro futuro, nuestra familia, nuestras historias. Te perdono por todo, incluso por aquel primer beso que me sacudió el alma, por hacerme volar cuando llegaste y por dejarme caer cuando te fuiste, por haberme partido el corazón y haberte librado de mí sin mi consentimiento, sabiendo que dejabas atrás una niña tonta, inexperta, soñadora, romántica y enamorada, muy enamorada de ti.
Hoy he despertado con actitud, con amor hacía mí, hacia la vida y hacía las personas que me rodean, he reído, he cantado, he caminado sin prisas, he observado el sol y el camino, he recibido abrazos, felicitaciones, buenos deseos y un ramo de rosas. No has estado, te he necesitado, pero sin tanto ha podido ser un día especial, digno de cualquier cumpleañero.
Aún no se ha acabado el día y como toda romántica guardo la esperanza de una llamada sorpresa que me anuncie que estás afuera de mi casa, que has venido porque debemos pasar las últimas horas de mi cumpleaños juntos, pero esto es la vida real y aunque a veces pasen cosas inimaginables, dudo que esta escena digna de una película, canción o libro me pase a mí, empezando porque no sabes dónde está mi nueva casa; porque dudo que te acuerdes de mi cumpleaños y peor aun, porque estoy casi segura que no te nace del corazón hacer esta locura que juntaría mis pedazos.
¡Lo juro! Di tanto como pude, intenté con todo mi ser que nada empañara este día, que ninguna ausencia, recuerdo, tristeza estropeara lo mucho que he recibido de Dios, de la vida y de las personas que me rodean. Pero mentiría si digo que no faltaste tú para que fuera un total feliz cumpleaños. También te di tanto de mí, para que te lo quedaras, para que te quedaras en la aventura de un para siempre juntos.
Algo ha salido mal, un sueño está a punto de no cumplirse, pero esperaré ese milagro durante esas horas que le quedan al día o durante las primeras horas de mañana o durante todas las horas que quepan en una vida… Porque te tengo fe.
Por: Carolina Duarte
Instagram: lacaroduarte
Twitter: @LaCaroDuarte