Hablándote de vida…

Él es una luz especial que llegó a alumbrar tu vida y mi vida, yo lo traje al mundo con todo el amor de mi corazón. Ese amor que crece y crece y crece a diario. Cuando lo veo despertar con su carita aún de sueño, cuando lo visto para llevarlo a la escuela, en esa caminata matutina a sus responsabilidades de niño.

Lo amo al ir por el y verlo que sale corriendo con sus brazos abiertos dispuestos a darme un abrazo, así me tumbe al suelo; lo amo cuando hace ese berrinche para que le compre una nieve, lo amo cuando llega a casa y se tira directo a la cama y me pide su leche y exige le prenda la televisión al mismo tiempo.

Lo amo cuando se despierta de nuevo y me abraza y me dice hola hermosa. Lo amo cuando pregunta cosas que no le puedo responder, cuando me regaña con su voz de niño y su razón de adulto. Lo amo sobre todas las cosas, a cada momento, a cada instante. Lo amo por ser parte de mí, de mi ser, de mi sangre, de mi vida, de mis momentos. Lo amo por contagiarme de risa aun en mi enojo. Lo amo por ser mi mundo.

Y tú, su padre, ¿por qué lo amas?

Ahora te dedicas a ser feliz, y lo eres a costa de la felicidad de él, de su llanto porque no estás cuando te necesita, cuando su necesidad de niño te llama. Porque cree que mamá no podrá brincar con él en la carrera de costales, pero papá es fuerte y seguro ganará.

Eres feliz con ella, mientras él te pide que vayas a la escuela porque quiere que conozca a Mariana, la que él jura será su esposa. Eres feliz con ella mientras él quiere que le enseñes a luchar; eres feliz con ella mientras él quiere que lo lleves al parque a comer una nieve y jugar en la tierra; eres feliz con ella mientras él te extraña, mientras él intenta hablar contigo y no le contestas el celular. Sólo quiere escucharte un segundo pero tú estás ocupado siendo feliz.

Ahora te pregunto.. ¿Qué clase de padre eres? ¿Con qué clase de mujer te casaste? Tanto egoísmo llevan en su corazón que no les importa ser felices a costa de un pequeño y no de cualquier pequeño, sino de tu hijo.