Hablemos de amor…
Le pregunté a la luna si conocía el amor, me miró y bajó la vista; tiernamente me contó del amor, el amor que ella observa. El que deambula solitario por las calles, que busca refugio en la puerta de las casas; encontrando sólo rechazo. Dijo que el amor vagaba noche tras noche en las almohadas de quien soñaba con lo inalcanzable. Del que no dormía y escribía prosas con la firma de nostalgia. La luna estaba muy apenada, ella quería decirme más sobre el amor; pero sólo lo vio fugazmente en la mirada de aquella que buscaba en su ventana, la figura de su amado en la avenida.
Tal vez ni la luna pueda contestar esta pregunta, porque la vida nos pone tantas pruebas y tantos desafíos que pareciera que el amor es sólo un burdo concepto de algo que no podemos palpar, la vida se esfuerza por probar nuestra fortaleza y por darnos lección tras lección, enseñanzas que no siempre logran captarse en la mente de todos. Pero el amor es algo que la vida pocas veces es capaz de ofrecernos claramente, el amor no puede cuantificarse y no puede encerrarse, todas las personas viven tratando descifrar las enseñanzas de la vida, que dejan de lado al amor, que por ser tan ambiguo y difícil de definir pasa a formar parte de un montón de emociones que habitan en la humanidad. Pero el amor es más que una emoción. La luna me lo dijo.
El amor va más allá de sólo uno de tantos sentimientos que tenemos en el corazón; el amor se toma en la medida de una sonrisa auténtica, se disfraza de un desayuno en familia, viaja en las alas de las frágiles mariposas, tal vez llegue al sol, sólo para quemarse. El amor es lo más frágil que hay en el mundo, pero también es la fuerza que empuja a una madre a sufrir con gusto la agonía de dar vida.
El amor vive en la sonrisa sincera de aquellos que darían lo que fuera por un segundo con la boca que miran de lejos. El amor mata, el amor tortura… Pero embellece el martirio con suaves caricias en la espalda.
El amor es ciego, más que la justicia tal vez, porque el amor pocas veces es justo. El amor muere cada noche cuando tu mirada se aparta de mí, sólo me deja un poco de aliento para llegar al día que de nuevo pueda contemplar tu rostro. La luna se burla de mí. Sabe que el amor esta sobre mis sienes, pero es tan malvado que me hace sentir su ausencia, me hace sentir tu ausencia. Tal vez tú no lo veas, pero el amor que llegó a mis manos es mi delirio, por verte lejos, sabiendo que tu corazón quiere lo mismo…
La luna no sabe qué más decirme; sabe que muero por amarte, muero porque me ames. Sueño con ese amor. Tal vez el amor es tan complejo, que desearlo no basta. La complejidad con la que describimos al amor es también la debilidad en su armadura; por eso vida mía, dejemos que la luna diga lo que quiera del amor, ella lo conoce y ha visto su rostro, aunque no sepa describirlo, la luna sabe lo que es el amor. Ahora toma mi mano, y vamos juntos un momento de esta vida a crear amor, ya que es difícil definirlo, vamos sólo a vivirlo.
Si no sabía dónde encontrarlo, ahora sé a dónde podemos crearlo…