He crecido tanto sin ti… ¡Lee esta historia!
Recuerdo todo lo que alguna vez habíamos planeado al comienzo de un gran hermoso matrimonio, o al menos eso fuimos alguna vez y que ahora todo aquello empezaba a cambiar porque en su lugar ahora solo habían indiferencias a las que un día nos acostumbramos. En un principio creí que era sólo por el paso de los años, pero qué equivocada estaba, pues era más que obvio que el cariño que había entre nosotros, se estaba desvaneciendo; discutíamos como cualquier otra pareja, pero esa noche algo había cambiado en él, pues no era el mismo. La forma en la que me miró, en cómo me hablaba era completamente diferente, aún recuerdo que quise hacer el amor y él dijo: estoy cansado, fue un duro día de trabajo-, me respondió. Aún así intenté seducirle, pero me empujó con una expresión en su rostro de fastidio.
Esa noche lloré, era más que obvio que alguien se había metido entre nosotros y que ahora acariciaba a alguien más.
Al paso de los días, nuestras discusiones eran mucho más fuertes hasta el punto que él se iba en busca de ella para refugiarse entre sus sábanas, mientras yo me quedaba sola esperando a que llegara, para que yo le recibiera en casa como si nada pasara.
Hasta que llegó el día en que ya no pudo más y me dijo que teníamos que hablar; y sí, era justo lo que me había estado imaginado durante tanto tiempo: el divorcio. Debo admitir que a pesar de que ya lo imaginaba, me tomó por sorpresa y me dolió más de lo que pude imaginar que dolería, pero aún así, aguanté todo el dolor que tenía, incluso ese doloroso nudo en la garganta, pero aún así acepté sin petición alguna. Hasta que llegó el día en que ambos éramos libres de nuevo, sólo que la diferencia era que él ya tenía una vida que le esperaba para ser feliz a lado de alguien más.
Durante semanas estuve deprimida y ni siquiera salía de casa, pero aún así llegué a la necesidad de tener que buscar un trabajo y empezar de cero, pero no el mismo lugar donde lo había conocido, porque los recuerdos todavía eran dolorosos. Sin pensarlo más, tomé todas mis cosas y decidí irme con lo único que me quedaba: mi dignidad y un poco de esperanza para continuar de nuevo y emprender una nueva vida sin la persona que alguna vez llegue a amar.
Y así pasaron algunos años, volví a conocerme y a empezar a ser feliz sin necesidad de alguien, olvidando así el recuerdo de que alguna vez alguien me hizo llorar. Pero el mundo es tan pequeño que un día el destino nos volvió o juntar… Después de tanto tiempo vi a Nadir ahí sentado en el parque, intenté desviarme del camino para que no me viera pero no lo conseguí, y en seguida se levantó de donde estaba y me habló: ¿Oasis, eres tú? … Sólo sonreí y él me abrazo fuerte. Esa tarde fuimos a tomar un café cerca del lugar dónde nos encontrábamos.
Y sin más me contó que de nuevo se había divorciado, que la pasaba mal con aquella mujer, que su vida era un completo infierno y que su más grande error fue el haberse separado de su más grande amor, sólo por un buen sexo. Al escuchar todo eso debo admitir que gustó saber que me amó o que me seguía amando, pero las cosas ya habían cambiado, ya no sentía más que una extraña combinación de lastima y cariño hacia él. Después de lo que me contó, preguntó si había alguien más en mi corazón y respondí que sí; la expresión de su rostro cambio en seguida y continúe diciendo – ¿la única persona que ahora amo es a mí misma? Y en seguida me dijo: – ¿podrás perdonar todo el daño que algún día te cause?
Mi expresión sólo fue mirarle a los ojos diciendo: No hay nada que perdonar porque si no me hubieras hecho lo que me hiciste, nunca habría descubierto lo fuerte que soy…