Hoy ya no hay nada de ti…
Te esperé durante tanto tiempo, imaginé que reflexionarías y te darías cuenta de lo mal que lo estabas haciendo; debí creer cuando dijiste que eras un monstruo y debí huir, pero no lo hice me quedé allí. intentando apoyarte en todo. No me arrepiento sabes, porque por mi parte sí fue real, tan real que cuando termino dolió tanto que ni siquiera fui capaz de creer en el monstruo en el que te convertías.
Todo mundo decía «huye de él», «no es bueno para ti»; todos incluso tú, lo decían, debí haber escuchado, pero yo te amé aunque a veces lo niegue. Sí me hiciste mucho daño, pero también me enseñaste a que nunca debo dejar que alguien vuelva a lastimarme como tú lo hiciste; me dolió y lloré hasta desmayarme, pero en medio de esa soledad aún quedaba algo y alguien por quien luchar y ese ya no eras tú.
Justo cuando te saqué, regresaste diciéndome que te habías equivocado y que no querías perderme, pero creo que nunca lo entendiste, yo nunca fui tuya y tú nunca fuiste mío, yo no te amaba y tú no me amabas, amábamos lo que nos hacíamos sentir el uno al otro, que tuviéramos los mismos gustos y al parecer al final no fueron los mismos.
Pediste regresar a mi vida, pero ya era muy tarde, así fue como me di cuenta que nunca me amaste, amabas tenerme allí, sentirme segura y que yo estuviera para ti, pero a mí no, tomaste todo el perfume de la flor que era y cuando se acabó te marchaste; pero te diste cuenta que no podías estar sin esa flor, no porque la amaras sino porque te habías acostumbrado a ella.
Esa flor creció, se dio cuenta que valía más que sólo ser admirada en un estante; me fui tan lejos de ti como era posible, porque tú ya no eras parte de mi futuro. Mi presente se encuentra mejor sin ti, te deseo toda la felicidad que fuiste a buscar lejos de mí.
Hasta nunca compañero; bienvenida nueva historia.