Ilusiones mortíferas
¿Por qué justo cuando me sentía seguro completamente y mi confianza estaba en ti, me dejaste a la deriva, desilusionado?
Es injusto que tú hayas decido marcharte, cuando estaba derrochando amor por ti. Mi mirada lo decía todo, todos me aseguraban que yo te miraba diferente, eras como mi fetiche carnificado, no, no lo eras… lo sigues siendo.
Muchos decían que tú y yo eramos la pareja perfecta, pues sabías actuar muy bien, como una loca enamorada. No tienes idea de la manera en que me engañé al creer y al afirma ante todo mundo que tú eras una mujer verdadera y sincera de mis ilusiones. Muchas veces te dije llorando que tú estabas como en un altar para mí.
Quizá la respuesta de ese por qué, está en mí, sólo que no deseo contestarla pues es amarga y dura como una noche oscura de invierno, o quizá más.
Quizá fue mi error, puesto que confíe demasiado en ti y en lo que me hacías sentir.
Quizá fue mi error, por no aprender la lección y seguir aferrado a tu reacio cariño.
Fue completamente una falacia la ilusión que vislumbraban tus ojos al mirarme, y cómo no caer ante tal deleite, si mis ojos te miraban llenos de cariño y no con la maldad detrás de una sonrisa irónica. Porque en mi corta sabiduría del sentimiento llamado amor, ninguna persona enamorada falla tan cruelmente en repetidas ocasiones.
Quizá sólo estoy especulando de una forma tonta para llegar a la misma repuesta, puesto que por más que quiero justificarte, no logro creerme que tú sí me amabas.
Infortunadamente como dicen muchos, pierdo tiempo en ilusiones mortíferas. Sólo espero seguir mirándote sonreír a distancia, porque he aprendido que tu felicidad es para admirarla y no para obtenerla.
Por: Iván García
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