Jugamos a querernos en tiempo de soledad
Después de todo sí jugamos a perder, jugaste a quedarte, a que éramos únicos y especiales, jugaste a no malgastar mi tiempo.
Jugaste a ganar, a que te quisieran, a que le importes a alguien, jugaste a algo que sabías obtendrías, porque eres increíble, porque eres de eso poco que ya no hay, aquello que hace años se descontinuó y que ya no es fácil encontrar.
Jugué a creerte, a vaciar mi alma sobre el calor de tu compañía, jugué a perder, a liberar los sentimientos que celosamente tenía encarcelados bajo mi dolor, jugué a extrañarte, a quererte y pensarte, jugué conmigo mismo.
Jugamos con nosotros, con nuestra vida y corazón. Lo dejamos todo, o por lo menos yo así lo hice, no se tú. Jugamos a acortar distancias, a alargar tiempos, jugamos con nosotros y con ese bonito sentimiento que la vida nos dio que es amar. Sabíamos lo difícil que sería, pero aun así preferimos perdernos en el otro, decidimos tomar el riesgo de no tenernos más.
Jugamos a lo imposible, a que tal vez si se forzaba un poco mágicamente todo iría hacia adelante, jugamos a olvidar lo mal que llegó a irnos y cuántas veces hemos resultado heridos, jugamos a dejarnos llevar, a sonreírnos al besar, pero siempre uno apuesta más, y ahora quien perdió soy yo… porque perdí tu voz, tus caricias al dormir, los besos apasionados a media noche en medio de tu casa, perdí tu amor, perdí todo menos tus palabras y promesas porque las guarde muy profundo en mi memoria.
Jugamos a el fuera de tiempo, lugar y momento pues eres una chica por la que realmente vale la pena tomar el riesgo, creímos que todo saldría bien pero la realidad por lo menos a mi me pegó tan fuerte que ahora es difícil no estar de rodillas.
Nunca me había sentido de esta manera, ni siquiera en amoríos del pasado, tanto que comienzo a pensar que nunca estuve enamorado y que esta podría ser la primera vez en que de verdad he amado, sin importar el tiempo que nos ha tomado.
Apostamos pero perdí, dijiste que no malgastarías mi tiempo, que querías que me quedara, pero ahora ya no hablamos, ya no hay más madrugadas acompañadas de ti y de tu voz, ya no hay más duchas llenas de ti y tu calor, ya no estamos, nos arriesgamos y aquí el único que perdió fui yo.
Ignoramos completamente nuestro entorno, nuestro pasado, aquellos errores que nos atormentaban noche tras noche; decidimos ser guerreros y dejar a un lado aquellas batallas que claramente ya habíamos perdido para poder comenzar con una nueva guerra sobre tu cama.
Jugaste… sí, jugaste conmigo porque sabias que no te quedarías, sólo querías una noche, un momento, un escape.