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Vida

Publicado en agosto 4th, 2015 | by Liz Barojas

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La crisis de los veintitantos

Seguramente que alguna vez en tu vida has escuchado sobre la tan mencionada crisis de los cuarenta o de la mediana edad. Entre nosotros los mortales viven incontables personas con ese padecimiento, por lo que es común encontrar señoras ya mayorcitas con minifaldas bailando muy provocativas en algún antro, o el típico caballero que sin importarle que ha vivido casi la mitad de un siglo, intenta ligar jovencitas luciéndose en su nuevo auto deportivo, por el cual está súper endeudado y todavía tiene la osadía de hablar con la papa en la boca y utilizar expresiones que en lugar de lograr que se integre al vocabulario juvenil, causa risa entre los demás (seamos honestos, sabemos que así es).

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Pero basta de hablar de aquellas personas que tienen miedo de alcanzar la edad madura; hay otro padecimiento que el día de hoy aqueja  a muchas mentes que pasan de los veinte años, pero que aún no alcanzan los treinta:  La crisis de los veintitantos. De la cuál poco se ha hablado pero les aseguro que más de uno ha tenido alguno de sus síntomas.

Todo comienza un día,  en el cual estás navegando muy despreocupadamente en internet, revisas tu correo, tu Twitter, tu perfil de Facebook y al leer cada una de las publicaciones de tus contactos, empiezas a darte cuenta que cada vez son más comunes las fotos de bebés, de embarazadas, de bodas y anillos de compromiso ¡Han reemplazado a las fotografías de fiestas y borracheras con los amigos! ¿En qué momento sucedió? La gente se está casando y teniendo bebés, antes no te preocupaba tanto puesto que sólo eran algunos conocidos lo que se lanzaban a tal aventura, pero todo comienza a ser real cuando te llega la invitación para la boda de tu mejor amigo.

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¡Ah! Pero la cosa no termina ahí, pues parece que la vida te quiere dar señales de que cada minuto que transcurre te haces más viejo, cuando un día en la calle te encuentras a la chica que tenía la moral más distraída de toda la preparatoria y te dice con una sonrisa de oreja a oreja que es una respetable madre de familia con un hijo y en espera de otro ¡Qué rayos está pasando! Pero decides que no hay que alarmarse, después de todo, ellos adelantaron su reloj biológico ¿No es así?

Los días pasan y sin darte cuenta vas notando que ya no te emocionan los viernes ni los sábados, que los antros y bares son un tanto molestos, con toda esa gente que se aglomera y la música tan ruidosa, que prefieres dormir temprano que quedarte despierto toda la noche perdiendo el tiempo en las redes sociales, que absolutamente todo lo que tenga que ver con fiestas de último momento te dan una increíble flojera y prefieres quedarte en casa viendo una película y si decides asistir, a las dos de la mañana ya tienes sueño, por lo cual decides regresar a casa rápido.

Por su parte, los niños pequeños te llaman “señor” o “señora”, incluso algunos empleados de ciertos establecimientos; para tu sorpresa la gente de moda y los artistas del momento son menores que tú, justo en ese momento te dices a ti mismo: “¡Soy un viejo! Tengo más de veinte años y no he hecho absolutamente nada con mi vida, mientras que algunos ya hasta formaron una familia”. Incluso has comenzado a creer que se te está yendo el tren y que te quedarás para vestir santos, pero también te cuestionas a ti mismo, puesto que aún te sientes joven, demasiado joven y cero preparado para atarte a un matrimonio y producir niños. ¿Estás siendo inmaduro al no visualizar todas esas cosas en un futuro cercano? ¿Estás siendo egoísta al seguir queriendo sólo pensar y preocuparte por tu persona y no en terceras, como una familia? ¿Estás a un paso atrás de todos aquellos individuos que ya poseen una?

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La respuesta es no, ni tú ni ellos están a destiempo, hay veces que cuando se llega a los veinticinco o los estás alcanzando es normal que los que yacen a tu alrededor ejerzan cierta presión en ti respecto a las ideas de madurez; sin embargo ignoran que “sentar cabeza” no significa casarse y procrear descendencia, la realidad es que no hay una edad correcta para hacerlo; algunos prefieren hacerlo antes (aunque después se arrepienten) y otros después o incluso nunca.

Esa es una decisión que te corresponde a ti y sólo a ti, sólo uno mismo sabe lo que quiere y lo que nos proporcionará la felicidad, no hay porqué sentirse viejo o quedado, ni dejarse llevar por lo que ocurre en tu entorno. Vive tu vida a tu ritmo y disfruta lo que tienes, baila en la boda de tu mejor amigo, obséquiale un regalo al bebé de tu prima, felicita a los recién comprometidos y tú comprométete, regálate cosas a ti mismo, consiéntete…

Y literalmente cásate con tu persona para toda la vida aunque al final decidas avanzar hacia otros caminos, te tendrás a ti mismo por siempre.

 

 

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Publicado por

Comunicóloga, romántica empedernida, amante de la moda y el café, fiestera de clóset.



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