La esclavitud de los sueños y la libertad de los infiernos
Así estaba ante el frío, ante la soledad, ante la oscuridad; esa que me ha acompañado cada noche, en cada suspiro. Entre mis memorias sólo albergo cicatrices y una que otra que me permite aferrarme a este infierno que vivimos en cada camino que emprendemos, porque sólo somos reyes de nuestros males y esclavos de nuestros sueños.
Sí, quizá a este punto parezca cansado, tonto y errante ver la vida como un camino que se despeña de paso en paso, pero es la verdad; cuando en la piel reinan las cicatrices como testigos de las penas y los pasillos carentes de glorias en el día a día, aprendes que ninguna sonrisa dura para siempre, es más, ni siquiera duran un “ahora”. A mi edad más que una reflexión, suena a reproche de quien mira atrás con dolor, pero no; en mí no habita rencor para con el ayer, pero no negaré el desprecio que tengo para hoy y ni hablemos para con el mañana, pero no soy de los que cree tener la última palabra ni ser quien mas batallas ha vivido, sólo pretendo exponer lo que en mí considero certezas.
Esta es la verdad que pretendo dejar entre mis palabras, mis suspiros, mis versos, en mis ahogados gritos la realidad. Es que somos esclavos de nuestros sueños, ¿porque?, ¿cómo?; quizá son las preguntas que vienen a la mente de quienes me escuchan, leen o cualquier forma en que mis palabras le alcancen, y a continuación expondré la verdad que en mi pecho habita y las respuestas llegarán por sí solas; excusen mis divagaciones, es un mal que conservo de mi juventud, una enorme falta de concentración siempre me siguió, pero ya de inmediato prosigo en mi tarea, mi deber.
Esto que quiero esclarecer, es aprender del pasado y las cicatrices de este anciano; la realidad es que lo único que nos esclaviza son los sueños, porque nos vemos obligados a seguirlos, no le podemos ser rebeldes, entre paso y paso, tormenta y tormenta, se quedan con nuestro corazón y sin duda cada ataque de razón se torna inútil.
Mientras exista vida no es barato ser libre, porque siempre yacemos atados a aquello que soñamos, nuestra voluntad se empeña a aquello que según nuestra razón nos da una esperanza o al menos una razón para encontrar la esperanza, pero al final sólo el viento y el tiempo se llevó todo aquello de lo que cada hombre en su vida luchó.
Por ser hoy no me interesa nada de lo que me queda o de lo que me resta por alcanzar, aprendo a disfrutar de mis infiernos; pues después de todo, somos los guerreros y reyes de nuestros males, luchamos, nos aferramos aunque la luz quema y el frío destroza cada centímetro de la piel, pero, porque somos libres; es simple sabemos cuándo seguir, cuando atacar y cuando dejar atrás esas batallas, disfrutamos los triunfos que nos brindan cada debilidad y nos regocijamos de lo fuerte que ha sido cada paso que dimos hasta el final, en esa tarea de sobrevivir en busca de la gloria, así es como nos hacemos libres, reyes y amos de cada uno de nuestros males.
Satisfactoriamente, les informo algo que quizá hoy no saben, pero he cortado cada cadena con mis sueños, con cada gloria que me ha dejado el domar cada uno de mis infiernos en prolongadas noches, de una tarea devota en pro de un delirio de grandeza y una efímera libertad.