La última noche… Con tu cuerpo en mi cuerpo
Nuestro amor se ha terminado… Ya lo entendí, después de tanto tiempo y tantos intentos fallidos. Voy a marcharme de un modo o de otro. Pienso dejar esta historia atrás con todo y lo bellamente intensa que fue, pues al final de cuentas y la realidad es que yo no quiero luchar contra corriente y, siendo honestos; tú tampoco. Como he dicho antes después de tantos intentos es tiempo de preguntarnos: ¿Es tiempo de retirarme? Y la respuesta es: Sí.
Pero, ahora que voy a marcharme; quiero que sepas porqué, muy a pesar de todo, voy a echarte de menos.
Vaya a donde vaya, nunca encontraré una sonrisa como la tuya. Cálida, amable y al mismo tiempo malévola. Ni una voz tan profunda y varonil como la tuya. Aunque haya ojos verdes, ningunos son como los tuyos. Con esa mirada demoníaca y angelical. Ni qué decir de tu boca que intoxica y envenena, que provoca. Tu modo tan caballeroso de ser y tan rudo en tu ser más íntimo, dominante en tu sexualidad; que estoy segura sólo conmigo viviste a plenitud. Tu cuerpo fuerte, tu fuego ardiente. Tú simplemente tú.
Siempre he sido franca contigo y a donde quiera que vaya creo que será algo inevitable no compararte. Lo que más temo es que entre esas comparaciones resulte que no me encuentre completa y tampoco satisfecha. Después de todo lo vivido acepto que eres quien me ha conocido, mejor que ni yo misma. Contigo vencí mis inhibiciones y me enseñaste a disfrutar de mi cuerpo y sobre todo del tuyo, sin peso en la conciencia. No sé si eso sea pecado, pero gozarte a plenitud es algo riquísimo, con todo y esta despedida.
Ahora bien. Dentro de nuestros corazones siempre guardaremos el uno al otro, pues tanta perfección sólo había en nosotros. ¿No funcionó?, casi es ley que los eternos amores no duran. Tú y yo no estaremos más juntos pero nos seguiremos amando. Y, también; nos seguiremos deseando porque el amor contigo, era ese éxtasis que enervaba el alma y que corrompió sensualmente la poca niñez que en mí quedaba. Entonces antes de despedirnos te propongo una cosa: dame esta última noche contigo y ¡hazme el amor!
¡Vámonos diciendo adiós con el cuerpo! Impregna en mí esa tu esencia, para que en mi piel exista el tatuaje de tus caricias y tus deseos carnales. Tantas noches juntos irrumpiendo en el silencio de nuestro dormitorio. Paredes testigos de tu salvaje y sensual deseo. Despídeme llevándome al cielo y te diré adiós, haciéndote sentir hombre. Hazme el amor esta noche, aunque ya sea la última.
Voy a grabar en mi tacto tu cuerpo y tu piel canela. Voy a llevarme en la piel la inquietud de tu lengua y tus besos. En mi cabello tu ansiedad y en mis muñecas tu ira, tu impaciencia, tu intransigencia y tu desesperación. Si en algo tú y yo fuimos buenos, fue en entregarnos a la pasión completos y eso, nadie más podrá reemplazarlo. No hay otros ojos verdes como los tuyos, no hay brazos fuertes como los tuyos, nadie me hará jamás suya como lo hiciste tú.