¿Lo encontraste en Tínder?
¡Touché! ¡Al fin encontré al Príncipe Colorado, nos dimos Match en Tínder! (Denoten cómo el vocabulario se va expandiendo con nuevas palabritas con las que hemos de convivir para estar “ad hoc”, en “onda” o “cool”).
Resulta que un amigo me metió al Tínder – aplicación para celulares donde puedes ser hallada o encontrar (si en ello andas) al chico/a de tus suspiros. En una tarde de aburrimiento total y luego de tener «frito» a mi amigo con tantas preguntas sobre el amor, o más bien sobre el desamor, él decidió de manera unilateral que yo tenía que “salir” para el verano, o de lo contrario me rifaría….y lo dijo: ¡Te rifo a peso el boleto! Era un hecho, él ya no estaba dispuesto a que yo fungiera como mal tercio en su próxima salida con sus ligues.
Tengo que admitir que fue muy divertido. En un principio, cada vez que abres la aplicación aparecen imágenes de personas con más o menos (o ningún) algún gusto en común, y ya después una acepta o no si le gusta lo que ve.
El hecho de que lo primero que conozcas de tu «Adonis» sea su físico se me hace bastante auténtico. Porque dejémonos de hipocresías baratas, algo tiene que llamarte la atención de esa persona que ocupará tus noches de insomnio, y en esto -como ya he dicho- se rompen géneros. Da igual si lo que te late es esa sonrisa chimuela, o los ojos tristes, o la reluciente calva, o su pancita lista para ser movida en plena playa acapulqueña, pero es un hecho que algo te debe gustar.
Luego creas tu perfil y por supuesto subes las fotos más espectaculares que encuentres, esas que alguna vez fueron acreedoras de muchos likes en redes. Te describes como la octava maravilla del mundo y la próxima persona a ganar un Nobel de la Paz y así van apareciendo las fotos de los futuros príncipes o princesas. Entonces comienza la acción. Digamos que Darwin y Russel estarían estupefactos al ver con cuánta velocidad el proceso de selección natural se va dando. Aunque debo aclara que desconozco si ciertamente vamos camino a la evolución. No obstante, seamos optimistas porque se oyen campanas de romance a la vuelta.
Analicemos quiénes son los que van sobreviviendo: como hemos dicho hasta el agotamiento, cada persona tiene gustos e intereses diferentes, yo por ejemplo, paso olímpicamente de aquellos que sus primeras preguntas se resumen a: ¿guapa cuánto mides, cuánto pesas – ¿acaso eres bariatra, o será que te conviertes en Jack el Destripador y vas por partes?-, también un simple “ola k ases, hases, aces” es por mi parte un boleto directo y sin escalas para cancelar la compatibilidad.
El Tínder te permite hacer una selección de personas en un radio de poco más de 200 km a la redonda, nada mal para conocer gente de Estados colindantes. Y si vives en una zona turística, los fines de semana serán ideales para darle “match” a turistas que se acerquen. Estos últimos por lo general, buscan el rollo de un día para “aprovechar” al puente. Aunque todo puede pasar. It´s up to you!
Pero bueno, finalmente hiciste match con el chico/a soñado/a y las pláticas como en cualquier red social se van tornando íntimas, extensas, una especie de “cuaéntametuvida” con miel sobre hojuelas, se definen gustos musicales, fechas de cumpleaños, deportes favoritos, intereses, nombre de mascotas y así continúas hasta que llegas al futuro nombre de los hijos; después de tanta complicidad desinstalan el Tínder de mutuo acuerdo, llenas tu muro de Facebook con frases de amor, vas cantando por la calle toda ilusionada y hasta enamorada y justo ahí te encuentras a tu amiga Cachis, sí esa amiga que hacía mil siglos que no veías, y resulta que Cachis te pregunta el motivo de tu felicidad, le cuentas que fuiste tocada por la magia de la aplicación, le agarras su celular y como buena amiga le bajas la app, la inscribes en Tínder y hasta le creas su perfil (¡es que Cachis merece la felicidad!), y justo cuando le enseñas cómo funciona APARECE LA FOTO DE TU CHICO.
¡Momento! PERO ¿CÓMO ES POSIBLE? ¡Pero si él había eliminado el Tínder y había sido algo de mutuo acuerdo!, empiezas a justificar su acción y tratas de convencerte que quizás su perfil se quedó grabado en la memoria ram del satélite que rodeaba la tierra en el momento del click o los rayos gamma tenían los fotones pasando el periodo menstrual -(esto querido lector, no existe)- o quizás fue un fallo del sistema de internet o de plano el 4G se volvió loco, pero jamás, jamás de los jamases pensarías que aquello no fuese un error. Así que continúas explicándole a Cachis el funcionamiento del Tínder y le pones Match en la foto de tu galán, sólo para comprobar que tu teoría sobre el error de que él estuviese aún en Tínder es certera. Y ohhhh sorpresa, él ha aceptado el match de mi amiga, o sea, le gusta Cachis y seguramente Chuchis, Pachis, Tati, y muchas otras.
Pero nada de dejar de creer, como en toda red social nos exponemos a que la veracidad de lo leído sean patrañas, así que lo anterior se ha de convertir en “una experiencia”, así que tú- guerrera de las redes al fin y soñadora de la buenaventura del mundo- no te deprimes, te tomas una selfie, actualizas de nueva cuenta el perfil del Tínder (que por supuesto ya volviste a descargar) y renaces triunfante como Ave Fénix, o MEJOR AÚN…. Te vas al café con tus amigos, de ahí te tomas una copa de vino con la mejor música y excelente compañía, te ríes hasta morir, y seguramente tendrás muchas más posibilidades de que alguien se enamore de tu sonrisa.