Lo nuestro no era amor
Muchas veces pensé que el tenerte era lo más hermoso que la vida me había dado… y bueno, me equivoqué.
Esta tarde estoy en el lugar a donde muchas veces me trajiste, el lugar donde te presenté a muchas personas importantes para mí y que ahora en algunas ocasiones me preguntan por qué ya no traigo el anillo de compromiso, por qué terminamos si se veía que me amabas mucho.
Y bueno, tengo que confesar que en un inicio me dolía; me dolió el orgullo, la dignidad y el ego. No entendía por qué una mujer como yo no fue suficiente para ti. ¡Sí! Triste y tontamente pensé eso, pero ¿realmente yo no fui suficiente para ti? No, no lo creo…
Tú me quedaste corto en sueños, en objetivos y en aspiraciones. En muchas ¡muchas! ocasiones, traté de motivarte para que salieras del ambiente donde estabas metido. ¿Qué obtuve al intentarlo? nada, simplemente nada porque te ha absorbido el mal viciado aire donde te desenvuelves, te has conformado con lo que siempre has vivido. He notado que disfrutas llevar una vida donde lo máximo que te puede pasar es ir al día y no, no te confundas, yo no soy ninguna interesada y te lo demostré en muchas ocasiones. Pero nunca entendí por qué te parecía normal vivir con deudas y gastar dinero en cosas no necesarias.
El día de ayer me escribiste un correo electrónico como si nada hubiera pasado y me dijiste textualmente que te sentías triste, adolorido y derrotado ¡ah! y no olvidaste mencionar que no habías podido sanar. Hoy te respondo ¿Cómo crees que me sentí yo? ¿Cómo me sentí al ser humillada en la calle delante de mi madre? Humillada por tu familia, sí, esa familia a la que ayudé en incontables ocasiones, a la que amablemente escuché en sus problemas y con entereza les di soluciones. Me sentí fatal, sabes que esa noche la pase al lado de mi madre, ella en la cama de un hospital ¿y yo? yo a un lado, apenada… apenada por fallarle, apenada por haber dado todo mi amor, cariño y confianza a un cobarde, un mentiroso y un poco hombre que se escondió debajo de las enormes faldas de su madre y no dio la cara.
¿Tus excusas? mi carácter, ¿tus armas? hacerte el importante, ¿mi debilidad? creer que era amor.
Sí, maldita sea, creí que te amaba, pero ¿qué me dabas? disgustos, manipulaciones y muchas preocupaciones cuando decías que te quitarías la vida y por ello no me separa de ti.
En esta hermosa tarde, comprendo que el amor no es así. El amor es reciproco, incondicional y valiente. Reciproco porque debe de darse de vuelta lo que te dan; incondicional porque a pesar de todas las personas y circunstancias uno no deja solo a quién ama; valiente para defenderlo frente a todos, no importando si son amigos o familia. En resumen: lo nuestro no era amor y ¿sabes por qué? porque tú no sabes amar.
El amor es reír y no llorar, el amor es compartir momentos y no ocultar secretos ni decir mentiras. El amor es decir algo y cumplirlo, pero tú no tienes palabra.
Hoy sonrío mucho y más fuerte, porque reconozco lo valiosa que soy como mujer, como profesionista, como compañera, como hija y también como amante. Logro reconocerme frente al espejo y me gusta lo que veo…
Hoy te dino ¡no! no regresaré a lo mismo, te equivocaste, pensaste que siempre estaría para ti y hoy me encuentro plena y muy enamorada de mi Dios, de mis padres y de esta hermosa vida que me pone en el camino a personas valiosas, mucho más valiosas que tú.