Lo único que llegué a esperar de ti, era que no me abandonaras
Te imagino.
No creí que fueras de esos, realmente creí que podía confiar en ti y creí que teníamos de esas conexiones que rara vez se dan en la vida. Llegaste a moverme el piso, ¡qué digo a moverlo!, llegaste a quitarlo por completo. Y ahí me tenías, queriendo confiar una vez más en esto que llaman amor.
Lo que más me molesta de tu ausencia es lo mucho que me duele extrañarte, empiezo a preguntarme si todo lo que dijiste algún día fue verdad o si también fue una farsa, todas esas palabras entre las sábanas. Los días pasan y me pregunto: ¿Qué ganabas haciéndome esto?
Arriesgué mucho por ti, no es un reclamo, pero creo que no lo tienes muy en cuenta, tampoco me arrepiento, pero en verdad creo que no merezco tu abandono. Ahora que analizo todo en retrospectiva, nunca esperé algo en particular de ti, no eras de esos que llegan con flores o que me presentan a sus amigos, al contrario; tú lo que dabas eran aventuras, regalabas experiencias, palabras y lo único que llegué a esperar de ti, era que no me abandonaras.
Me vuelve loca que mi mente intente encontrarte por la calle, veo tu peinado por todos lados y me ilusiono pensando que tal vez eres tú. Realmente no sé que haría si te encontrara por ahí, quisiera lanzarme a tus brazos, pero creo que en realidad quedaría congelada. Siempre odié un poco esa sensación que mi cuerpo tenía a tu lado, como si no pudiera moverme naturalmente. Y la pura verdad es que los días pasan y quiero encontrarte en todos lados…
Y eso de seguir soñándote cada día me duele un poco más.