Mamá: así te digo que te amo
Descubrir cada noche que el olor en tu habitación sigue intacto a pesar que hace un mes te fuiste, es uno de los mejores regalos, es como concilio el sueño y donde me arrullo entre sollozos. Mi rutina es otra, mi silencio otro y mi mundo ha cambiado. A estas alturas del partido, debes saber la falta que me haces, lo mucho que te extraño y lo duro de tu ausencia… ése conflicto por que te sienta aquí y a la vez no estés, construye en las nubes del recuerdo el lecho donde deposito día y noche las palabras que pude decir y hoy son el eco que ensordece mi corazón.
Te fuiste al viaje más largo y difícil de alcanzar. Dejaste todo listo pero las maletas sin arreglar. Decidiste cómodamente viajar, dejar detrás de ti los mensajes que se debían entregar, en tiempo y forma parecen leerse ahora. Entre mi horizonte y el tuyo, existe una delgada línea que los une, el camino se abre y las luces encienden en forma de estrellas, reflejando en mares la luna que pendiente me sigue a todas partes, con el nexo tuyo y mío, todo paso es conocido. Sorprendes con la sombra en mi desierto, un oasis, y las aguas cantando a coro una bienvenida, un aliento convertido en eco de tu voz que solo en mi cabeza consigo escuchar.
Puedo seguir construyendo palabras que ayer te pensé escribir. Puedo sonreír sola en la mesa, frente a la silla que ocupabas recordando la armonía de tu risa. Me gana de vez en vez la felicidad a mi alma de saber que reíste a más no poder, y me veo entonces contemplándote así, disfrutando cómo las cosas más simples te llenaban. Hice bien en pasar esos minutos creando un collage mental que hoy se vuelve el tesoro más invaluable.
Me guardo también los abrazos que no te di, y los besos quedan pendientes para cuando nuestro camino se vuelva a unir. ¿Qué mes es éste? Seguro no será distinto de aquél que viene. Pero espero mes tras mes hasta que te vuelva a ver. Y esta noche, como las anteriores, subiré a tu cama, me recostaré como antes recreando las últimas veces que te vi allí sentada: contando chistes, riendo, y sintiendo esa paz que aún ronda la habitación.