Me diste el infierno que merecía
Me quedé sentada en el sofá un largo rato, sumergida en mis pensamientos, callada, ausente de mí misma. Me encontré haciendo un breve recuento de los años anteriores, de mis relaciones pasadas, recordé una a una, y por más que escarbé en los detalles, en cada situación, no encontré explicación para que la vida me hubiera cobrado factura de esa forma tan cruel. Pues tú, si tú, fuiste el pago a todo el daño que le hice a otras personas. Fuiste mi cruz. Fuiste el infierno disfrazado de cielo que no debí vivir.
Sé que no fui la mejor de las personas, la mejor de las novias, pero no fue mi culpa dejar de quererlos a los pocos meses y que ellos siguieran enamorados. Sí, sé que la forma en como terminaba cada relación no era la mejor, pues por lo general lo hacía porque ya tenía a alguien más. Fui chantajista, rencorosa, vengativa, infiel, manipuladora y muchas cosas más.
Pero bien dicen que la vida tarde o temprano te la cobra y te regresa cada cosa al doble.
Nunca pensé enamorarme de alguien como tú, el típico chico malo, pero que por dentro es el chico perfecto, o al menos eso fue lo que creí o me hiciste creer.
Sabía que habías tenido muchas novias, que al igual que yo te habías dedicado a disfrutar del amor sin sufrir, cambiando de pareja tan fácilmente, sin importarte lo que la otra persona sintiera, pero pensé: “de mí si se enamoró, conmigo es diferente, ya cambió”. Error total. Jamás cambiarías, sólo fingiste cambiar.
Apenas habían pasado un par de meses desde que comenzamos, cuando me diste la primera desilusión, una de tus ex seguía en tu vida, decidí terminar, sin embargo me contaste una situación muy diferente, me pediste perdón por tener contacto con ella aún, lloraste y suplicaste por una segunda oportunidad. Obviamente, esa no sería la primera ni la última vez que vería tus lágrimas, ni la primera y última en que me pedirías perdón y mucho menos sería la única “segunda oportunidad” que te daría. Sólo fue el principio de una historia maravillosa, pero llena de mentiras.
Fuera de tus errores fuiste un novio excelente, detallista, amoroso, respetuoso con mi familia, comprensible, tierno, todo un caballero y que me hizo pasar muchos de los mejores momentos de mi vida. Conocí lugares y experimenté muchas cosas que jamás había imaginado. Eras el hombre perfecto, el que toda mujer desearía. Sólo tenías un defecto: no se te daba la fidelidad.
Una y otra vez aparecerían mujeres en tu vida, de tu pasado y de tu actual presente. Con todas te mensajeabas, con algunas incluso saliste en plan de “amigos”, sin embargo me lo ocultaste. Pero siempre tuve mis maneras de enterarme de todo. Y cuando te enfrentaba tus lágrimas volvían a salir, tus chantajes, tu “perdón”.
No sé en qué momento esa chica cabrona que fui se esfumó y se dejó llevar por tus palabras, se quedó sumisa, creía en cada vez que me prometías que ya no volvería a pasar. Sufrí en nombre del amor, en nombre de ese amor que decías tenerme. Y quizá si me quisiste y mucho, pero realmente nunca me amaste y hoy claramente me doy cuenta de eso.
Me hiciste llorar muchas veces, me engañaste, me mentiste, me hiciste creer un presente y un futuro que no eran ciertos. Pero ahora lo sé, la culpa fue mía, sólo mía. Por rebajarme tanto y permitirte hacerme daño.
Varios años fui mala con muchas personas que me quisieron de verdad y hoy sólo estoy pagando mi karma. No tengo porqué quejarme. Obtuve lo que dí.
Muchas veces me alegré de la forma en cómo alejabas a tus ex de tu vida, les dejabas claro que ahora yo era la única. Me burlaba de ellas, sin saber que un día yo pasaría a formar parte de esa lista.
Sé que ahora eres feliz, me dejaste por alguien más y ahora ella se alegra por haberme alejado a mí. Sé que ambos se burlan de mí como antes tú y yo lo hacíamos. Ahora le juras amor eterno y se ha ganado el título del “amor de tu vida” que un día yo tuve. Eres feliz, lo sé, y en verdad no te deseo nada malo. Pero, a mí ya me llegó el karma. Ahora me pregunto, si la vida es justa: ¿Cuándo te llegará a ti?