Me enseñaste a ser fuerte…
Esa fuerza que hay dentro, una fuerza natural, un don, una habilidad, lo que nos saca adelante, es a eso lo que llamamos voluntad.
Un día, al preguntarte qué me hacía falta me dijiste que era una persona muy fuerte, Tienes carácter- dijiste, -sólo que no sabes ocuparlo bien y lo ocupas cuando no lo debes ocupar. Fueron tus palabras, yo no entendía nada de eso, porque cuando nos conocimos me la pasaba llorando y no concebía como al verme llorar todo el tiempo me dijiste que tenía fuerza y carácter.
Sin darme cuenta tenías razón, era una persona fuerte, pero todo el tiempo que estuvimos juntos, tú me diste esa fuerza y era contigo cuando me hacía más fuerte, más valiente, sentía que podía hacerlo todo, cualquier cosa, no importaba, pero siempre y cuando tu estuvieras a mi lado, tú mi fuerza.
Siempre he sido débil, una niña llorona que le pasan cosas malas, hasta que te conocí; Me enseñaste a creer que podía alcanzar todo lo que quisiera, podía lograrlo todo y a tú lado así me sentía, fuerte, valiente, orgullosa de estar contigo, pensé que siempre sería así, que tú me inyectarías la fuerza diaria para creer todo y vivir como si todo fuera posible. Nunca imaginé tu partida e inclusive a la fecha, no puedo creer una vida sin ti.
Pero sucedió aquello que más temía, o aquello que nunca pensé que sucedería. Te fuiste. Ay de mí y mis malos días, todo lo malo en mi vida se multiplicaba con tu ausencia y el dolor no cesaba; pensé que la niña que siempre lloraba estaba de vuelta. Porque lloraba, lloraba todo el tiempo y la fuerza que me decías que se albergaba en mi vida pensé que era mentira, porque lloraba, lloraba todo el día.
Grande fue mi sorpresa al ver que se los males apenas comenzarían y tu partida sólo sería algo diminuto a comparación con lo que a mi vida venía. Bien, la tormenta llegó. Males y dolor y yo sin saber qué hacer, pero me enseñaste bien, no sé si fue el destino o tu predicción, pero me enseñaste a ser fuerte o a sacar de mi la fuerza y voluntad que escondidos en mi persona vivían y era hora de demostrar lo que a tu lado sentía.
Me preparaste para la batalla, me enseñaste a ser fuerte y valiente. Realmente te agradezco darle ese giro a mi vida, ver con un enfoque nuevo para los malos días, no permitir que me aplasten, no permitir que acaben con mi vida. Luché y sigo de pie, caminé y muchas veces lloré, pero en cuanto me cansé de gimotear me levanté, con ánimo, con fuerza, con ganas de vivir, con ganas de luchar, y es que de ti aprendí a ser fuerte y tener voluntad.
Hoy soy fuerte, soy una mujer fuerte y valiente, y aunque ya no estás conmigo físicamente, tu esencia, tu forma de pensar y esas ganas de vivir de ser feliz de alcanzarlo todo juntos, conmigo siempre están, al final de cuentas, los dos somos fuertes, los dos sonreímos, somos valientes y siempre estarás conmigo; porque en tu nombre lucharé por vivir, por sonreír, por ser feliz, como siempre lo quisimos, soy fuerte…
Porque tú me enseñaste a ser fuerte, a vivir…