Necesito hablarte…
Necesito hablarte, porque sino muero. Necesito decir todas estas palabras y sentir que estas ahí, escuchándolas y entrando en tu cara; porque le digo palabras al aire y tontamente espero, que el aire me conteste. Porque no estas. La espera de tu encuentro me esta sacando canas verdes y grises. Me siento como una loca esperando el momento de la aparición de su alucinación más deseada.
Te necesito, a ti, aquí en mis manos para sostenerte y apretarte fuerte contra mí. Necesito sentir tus nudillos recorriendo mis muslos, mi espalda y mis párpados. Cada vez que te vas, que te vas de nosotros y de aquí… aunque ya te haya dicho todas mis mañanas y mis noches, siento que tengo que decirte más; porque nunca es suficiente. Jamás.
Quiero tenerte enfrente y platicarte el verso de mi cuerpo y de mi mente. ¡Te extraño, te quiero a aquí! Y me siento tan cobarde al darme cuenta que no puedo ir corriendo hacia ti, que no puedo ir a bañarme de esa tu presencia que me devuelve a la vida como después de una catalepsia.
Camino por mis días esforzándome por no recordarte y por no soñar contigo; pero es lo más inútil que intento hacer cuando estoy despierta. Te veo en mis sueños y me doy cuenta que mis sueños me dan una dosis de ti con la que puedo seguir. Mis párpados tienen escrito tu nombre debajo, y en cada parpadeo yo te leo.
Los lugares que son tan tuyos, me llaman. Queriendo encontrarte y ver tu cara al menos de lejos. Me pregunto si algún día podré arrancarte de mi… si algún día veré morir el día sin haber pensado en ti. De repente al sentir que la vida se me va solo de tener el deseo de ti, me asalta un pensamiento de que estas mejor sin mi. Que no debo de irrumpir en tu calma y en tu andar. Que debo dejar tu sonrisa donde está.
El silencio me visita de pensar que puedes ser tú, que estas siendo feliz, que estas viviendo por ahí. Tu recuerdo se apodera de mi y se encarna en mis venas, viajas por todo mi cuerpo. El ritmo de tu presencia me duele y en cada latido me matas una y otra vez.
Siento la desesperación en mis piernas de querer ir a encontrarte donde quiera que estés… y no puedo. Porque soy cobarde… porque tengo miedo, porque siento que muero.
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