No es que no desée saber de ti…
Es que deseo saberlo todo, contigo aprendí a ser parte de la historia y no sólo un espectador; junto a ti aprendí a escribirla y ahora no quiero sólo leerla.
Esas pláticas interminables, 5 años platicando 12 horas diarias y jamás se nos acababa el tema de plática, si se terminaba, era sólo una pausa, pues el beso de buenas noches era quien lo aletargaba.
Al otro día, tu tono del celular de la pantera rosa, y mi voz del otro lado de auricular diciéndote: «Buenos días amor, ya te tienes que levantar»… Todo eso al tema de conversación era lo que lo reanimaba.
Whatsapp, Facebook, Twitter, Skype; todo era parte de nuestras pláticas. A veces te quieros, a veces te amos, te extraño, ¿sigues en la oficina? Ya vente. Sí amor, ya salgo. Todo era parte de nuestras vidas, NUESTRAS.
Atención, dedicación, risas, enojos, todo un sinfín de sentimientos, que ahora los tengo en mis manos. No hay a quien entregárselos.
Posiblemente ya no podremos platicar más, sólo el punto en cuestión a tratar, porque un amigo sólo tiene acceso a cierta parte de la historia y yo, yo no sólo quiero escribirla, quiero conocerla toda.
El día de mañana tú podrías tener pareja y convertirme yo en la peor de tus pesadillas, «amiguitas» les decías a todas aquellas que me escribían; «amiguito» sería yo y por supuesto jamás mi intención sería causar problemas.
Podría convertirme en tu eterno enamorado, seguro lo seré, pero nadie debe de saberlo, lo tendré dentro de mi para siempre guardado.