No te amo, no te odio…
¿Sabes? No te odio…
Poco a poco vas saliendo de mí y de mi corazón. La tormenta va pasando lentamente y con ella empieza a llegar la calma. Calladamente, va desapareciendo de mi mente tu imagen. Ya ni siquiera puedo recordar tu voz (y eso que amaba escucharla) y pareciera que algo ha anestesiado mi alma y voy dejando de sentir.
Me enojé mucho contigo y me decepcionaste terriblemente. El enojo ha dado paso a la tristeza y de ahí se va diluyendo. Ya no puedo estar enojada contigo, mucho menos odiarte. A pesar de todas las veces que me heriste, del engaño y la traición, de las mentiras y las ausencias. No te odio, simplemente no puedo, no me nace. Empiezo a sentir una sutil indiferencia. Casi como si ya no importara que no vuelvas, casi me da igual.
¿Así es el olvido? Es un tanto extraño. Parece que poco a poco voy soltando algo que me acompañó durante mucho tiempo y que ya no necesito, algo a lo que cada vez le dedico menos tiempo, que ahora se siente muy lejano y que ya no parece mío.