No te enamores de una bailarina
No te enamores de una bailarina si no entiendes la complejidad que existe en ello. No te enamores de una bailarina porque va a cambiar cualquier tipo de cita por un ensayo o una función y será mil veces más importante que vayas a verla a función, que alguna cena en cualquier restaurante.
No te enamores de una bailarina si no estás dispuesto a verla casi todo el tiempo en algún pants con una sudadera holgada, con un chongo a medio hacer y sin maquillaje; para ella hay cosas mucho más importantes que la apariencia. No te enamores de una bailarina si no estarás cómodo escuchando cada una de sus articulaciones tronar en medio de la película y si escuchar música clásica te aburre.
No te enamores de una bailarina si no estás dispuesto a escuchar cómo se queja todas las noches de cada exacto músculo que le duele, de la frustración de la clase del día, de las lágrimas que la hacen querer rendirse, pero al siguiente día verla lista para clase temprano. No te enamores de una bailarina si no sabes lo que es la perseverancia, si jamás podrías entender la ilusión que le hace ir a comprar ropa para entrenar.
No te enamores de una bailarina esperando que sea sedentaria, se va a ir y va a volver para de nuevo irse, está en su naturaleza moverse. No te enamores de una bailarina si tienes miedo de la locura, de la espontaneidad, de lo inesperado…
Porque es ella la que te va a sorprender cada día.
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