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Historias

Publicado en mayo 11th, 2015 | by Edith Neri

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Papá: «La mejor mamá del mundo»

Iridesa despertó aquella mañana 21 de noviembre después de haber dormido tranquila y plácidamente en los brazos de papá, quien una noche antes, sin ella entenderlo; se acurrucó entre las pequeñas cobijas de su diminuta cama. Ella sólo tenía 4 años, su mundo era un juego por lo que los grandes detalles no significaban mucho. Mamá y papá, últimamente estaban distanciados y casi no hablaban, en su pequeño mundo; aunque se preguntaba por qué aquello sucedía, prefería no ahondar en detalles y no perder tiempo valioso en cosas que no comprendía.

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Esa noche que papá se acostó a dormir con ella, Iridesa los escuchó levantar la voz a ambos, aunque quiso indagar prefirió no hacerlo. Tal vez algo en su corazoncito tierno le dijo que no y prefirió aguardar en su habitación hasta que su padre llegó a compartir su camita. Ella se sintió contenta de tener a papá cerca por toda una noche, pero cerró los ojitos preguntando: ¿Por qué mamá dormirá sola?

 Esa fría mañana del 21 de noviembre caía una leve llovizna. El reloj marcaba las 7:32 de la mañana. Papá seguía dormido Iridesa no quiso despertarlo y se deslizó lentamente de entre sus brazos. Sus piececitos tocaron el suelo y acto seguido se colocó sus pantuflas de oso. Abrió la puerta y salió en busca de mamá. Fue a la cocina donde era habitual encontrarla a esa hora de la mañana, pues era día laboral y de escuela. Mami se ocupaba de los desayunos pero extrañamente, su mamá no estaba ahí y todo estaba en silencio. Una sensación extraña recorrió el cuerpo de Iridesa. El primer mal presentimiento que tuvo, sin comprender que era. «¡¿Mami?!» Llamó varias veces mientras recorría la casa tramo por tramo.

El patio, la cochera, la sala, el estudio, y sin tener éxito finalmente entró a la habitación de sus padres. El cuarto estaba un tanto desordenado y al observar calmadamente, Iridesa se percató que hacían falta bastantes pertenencias de su madre. Ropa, perfumes, alhajas y la foto de ella que su mamá conservaba en su buró. Sobre la cama un papel junto con un peluche que mamá no había querido prestarle a Iridesa, porque le traía bellos recuerdos de alguien o de algo. La niña tomó el Osito y el papel. Corrió con papá y lo despertó para darle aquel papelito. Limpiándose los ojos papá leyó aquella nota… Inhalo profundo… volteó su rostro hacia el techo y una lágrima escapó de sus ojos. Iridesa miraba atenta a papá y le tomó la mano. Papá reaccionó ante aquella muestra de amor y antes de voltear a verla, volvió a tomar aire, se limpió las lágrimas y volteó a mirar a su hija. Le acarició la mejilla y le dio un tierno beso en su frente. «Iridesa, mi niñita… ven, hay algo que debo decirte…» Abrazó a su hija y la puso en sus piernas y comenzó a decirle… Algo de mamá.

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 «Mi niña. Quizá ahora no comprendes muy bien lo que he de decirte, pero sé que eres muy fuerte y lo entenderás. Más, antes de todo quiero que sepas que yo te amo y que no importa lo que pase yo siempre estaré a tu lado. Iridesa, mami se ha ido de casa por algún tiempo… ¿a dónde fue? … pues bueno. Tú sabes que mamá es muy buena y que ella te ama, pero hay tantos niños que necesitan su ayuda porque están enfermos y mamá se ofreció a cuidarlos. Esos niños no tienen mamá y la tuya será la de ellos por algún tiempo … ¿ Que si regresará pronto? … Bueno, no lo sé hija pero debes estar muy orgullosa de ella, porque es una gran mamá. Debes amarla siempre y respetarla. Nunca dudes que ella te ama…»

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 Aunque la duda y la falta de comprensión existían, la pequeña niña no preguntó más y se conformó con la explicación de papá, era papá,  y papá nunca miente.

Pasaron los años y también cambiaron las preguntas así como las respuestas. Preguntas cuya respuesta era obsoleta y una mentira, ella ya lo sabía  ¿Por qué mamá no viene a verme?, ¿Por qué está con otros niños?, ¿Nunca vendrá a ver mis festivales del día de la madre?, ¿La volveré a ver?¿Por qué nunca llama?, ¡Me estás mintiendo!, ¡La odio porque no está nunca!

Respuestas y justificaciones, algunas muy inocentes y que rayaban en lo absurdo . «Mami es una gran mujer, no debes odiarla pues ella hace todo esto porque tú te sientas orgullosa de ella, está salvando niños, luchando por la paz, salvando animalitos, tu mami es doctora y su vocación es ayudar… no habla porque no hay teléfonos, y finalmente; la muerte inminente …Iridesa…mami sufrió un accidente, mami murió…»

Iridesa creció fingiendo creer a su padre lo importante y maravillosa que fue mamá, aunque algunas veces; deseaba creer: «Fue una gran mujer, es un ángel«. Siempre estuvo orgullosa de ella, siempre parecía recordarla con amor…

 Iridesa tiene ahora quince años.

 Estaba sola en casa cuando llegó de la escuela. Entró al estudio donde comenzó a buscar su acta de nacimiento. Ahí encontró un papel arrugado levemente, como si lo hubiesen arreglado después de intentar desecharlo. Desdobló el papelucho, y… lo que leyó. La destruiría para siempre. Recordó aquel papel, el papel de mamá, y esto decía.

«Hija mía. Sé que a tu edad no comprendes las cosas, pues eres tan sólo una bebita. Por eso decidí escribirte para que algún día la leas y sepas perdonarme y entender porque te abandoné. No soy feliz con tu padre, nunca lo he sido. Lo único que me ataba a él eras tú pero, ya no es suficiente.  Él no me comprende. Ha sido tanto el descuido que no puedo seguir más con esta situación . Iridesa, yo he conocido  a un maravilloso hombre que me hace feliz y está dispuesto a todo por mí y me ha pedido marcharme con él y rehacer mi vida, darme una segunda oportunidad de ser dichosa. No puedo llevarte si he de empezar debo hacerlo sola con él. Sé que algún día comprenderás esta carta y esta situación y me perdonarás el haberte dejado, al fin, nunca he creído ser buena madre ni tener instinto de ello. Cuando estés enamorada comprenderás que el amor es maravilloso y que todos merecemos ser felices y entonces no me juzgaras. Algún día espero me perdones y quiero que sepas que me duele esta decisión y que te amo con toda mi alma…»

¡Basura!…

… Entonces todos los diez de mayo dejaron de significar madre para convertirse en «amigo». Su padre siempre fue su amigo. Aún sabiendo la verdad prefirió que Iridesa amara a su madre aunque no lo merecía . Procuró que nunca la odiara a pesar del daño que le había hecho y no al abandonarlo a él, sino más bien, por haber abandonado «por un hombre» lo único que le debió importar, SU HIJA.

Cuando papá llegó a casa, Iridesa lo observó fijamente. Por primera vez vio que papá ya no era el mismo. El cansancio comenzaba a reflejarse en su rostro y en sus ojos. Las arrugas en su frente y alrededor de sus ojos, producto del declive natural del cuerpo físico, algunas canas, pero la misma serenidad de siempre. Recordó todas las veces que papá veló su sueño cuando enfermaba, cuando la consoló después de una caída, cuando zurcía su ropa, todas las noches haciendo limpieza después de un arduo día de trabajo y después de hacer tarea y jugar con ella; y lloró, aquellas veces cuando la reprendió y ella contestó con insultos, con hirientes palabras, todos los festivales del 10 de mayo en que papá estuvo presente muy a pesar de que ella se avergonzaba de «no tener madre» …

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Iridesa lloró amargamente. Recordó ese 21 de noviembre gris y lluvioso. Habían pasado muchos 10 de mayo desde que mamá se marchó, y pensó «Este será el primer 10 Mayo,  después de diez años sin mi madre»…

Corrió y se abalanzó sobre su padre. Lo abrazó  fuertemente. Un abrazo efusivo, como el que nunca le había dado y le dijo: «PAPITO… ERES LA MEJOR ‘MAMÁ’ DEL MUNDO».

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Lic. En Ciencias de la Comunicación. Amante de la lectura, el cine y la música. Amante también de lo gótico, terror y suspenso. Enamorada del amor y la muerte. Mi pasión escribir. Mi cita favorita " ...Todo lo que he amado, lo he amado solo" (Fragmento del poema "Alone" de Edgar Allan Poe)



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