Pronunciando ese “ya no te amo”
Sabes… Ayer miraba y miraba tras la ventana, y me preguntaba cuál fue el motivo de tu desamor, el porqué no permaneciste conmigo; pero no encontré respuesta alguna, me preguntaba si esa tarde tuve que haberte suplicado que te quedaras, que permanecieras conmigo para siempre, como tú mismo me lo prometiste.
Aún recuerdo cada una de tus palabras esa tarde de invierno, donde me prometiste que pasase lo que pasase, tú estarías conmigo para siempre, que me amarías para toda la vida; lo sé, yo no dije nada, sólo te abracé y me acerqué a ti hasta probar de tus labios, pero no era porque yo no sintiera lo mismo, claro que no, al contrario: yo sentía lo mismo que tú, sólo que en ese momento estaba llena de miedos y no pude decir nada. Pero debiste haber sentido que con el beso que te di te entregué el alma y dije más que como si lo hubiera hecho con palabras.
Si bien, trato de entender porqué huiste, pronunciaste esas palabras que alguna vez te pedí que no hicieras, dijiste que te ibas y pronunciando ese “ya no te amo”, claro que siempre preferí la verdad, pero esa en especial era demasiado amarga, realmente fue triste, justo ahí me rompiste en mil pedazos; como la primera vez que pronuncié un te amo para ti, pero en esta ocasión dolía y un sudor frío recorría todo mi cuerpo, sentí una oleada de recuerdos.
Tratando de recordar cuándo pasó, cómo y porqué te acercaste a mí, besaste mi frente y una gota cristalina calló por mi mejilla sin darme cuenta, diste la media vuelta y sin más, te marchaste. Quise correr hacia tus brazos y refugiarme como tantas veces lo hice, mientras observaba cómo te alejabas, quise poder detenerte y suplicarte que te quedaras, pero no lo hice, esperaba que te pudieras arrepentir de aquellas palabras y que regresaras a mí, pero no fue así y ahora me encuentro aquí sentada tras la ventana preguntándome aún porqué dejaste de amarme, porqué deje de ser felicidad para ti.
En realidad no podía detenerte, no de esa manera, no podía suplicar que me amaras cuando tú ya no lo hacías más y es que si algo tuve siempre claro es que el amor no se suplica, no se implora, se da sin más, porque se siente y no por que se obliga. Así que hoy he decidido que ya no más me perturbarán esas preguntas, de verdad que ya no me importa el cómo ni cuándo, solo sé que pasó y que me destrozó, pero ya yo arreglaré este desastre.