¿Qué pasa cuando no estás? ¡Lee esto!
Cuando sales de casa, me quedo sólo, entre cuatro paredes. Siempre antes de irte, te fijas que en mi plato no falte comida ni agua, me das siempre la instrucción de que me porte bien y cuide la casa, no quieres llegar a llamarme la atención. Me das un último vistazo, das la vuelta y te vas a trabajar; detrás de ti sólo la puerta se cierra y te dejo de ver. Me quedo unos instantes olfateando un poco para ver si no cruzas la puerta, pero no siempre sucede así, por lo general tienes que salir e irte a trabajar o a la escuela dependiendo el caso.
Yo tomo mi papel de guardián y pongo mis sentidos en alerta, me digo a mí mismo que debo ser quien cuide la casa, así te sentirás orgulloso de mí; después de unos instantes, empiezo a extrañarte porque eres mi humano, mi familia y sólo en casa queda tu aroma; me acerco a la cama que es donde más se queda tu olor, recorro la casa intentando buscar donde más hemos estado, la cocina tiene un aroma particularmente a comida, aunque me vuelve loco, me agrada más encontrar el calcetín que se te olvidó votar al cesto, subirme a tu cama es mucho más agradable, es cómoda grande a diferencia de la mía y es genial poder jugar con esas cobijas y almohadas.
Después de un rato me gana el sueño y duermo por ratos, aunque siendo sincero no dejó de extrañarte, en la mayor parte de mis sueños te veo. Cuando por fin despierto me estiro, me sacudo un poco y después de eso corro de nuevo a buscarte, sé que ya no falta tanto, aunque se me sigue haciendo eterno ese tiempo. Veo que no cambia nada y en momentos se escuchan pasos afuera, pero como no es un aroma que reconozca, recuerdo ese recordatorio que das de «cuida la casa» y suelto uno que otro ladrido con mi voz de enojado, me enorgullece decir que hago muy bien mi trabajo, ya que hasta hoy nadie se ha atrevido a entrar. «Soy un excelente guardián».
Buscando por la casa encuentro mis juguetes, juego un rato con ellos, por momentos hago un poco de desorden, ya sé que me dices «portate bien», en algunos otros momentos me sigue regresando la tristeza y me ves por la casa dando vueltas esperando encontrarte. Pasa una eternidad de tiempo y como que algo dentro de mí me avisa que ya estás por llegar, así que inevitablemente me acerco a la puerta con mi pelota en el hocico, esperando olfatearte antes que des vuelta a la calle… ¿Y qué crees? mi instinto no me engaña, te huelo cerca, me emociona ver que no me falla ese instinto.
Te soy sincero, los días cuando no estás en casa no son muy divertidos y prefiero más tu aroma que el de la comida, cuando estás ausente.
Cuando llegas a casa me encanta moverte la cola, ya que es una gran emoción verte de nuevo, me haces brincar de gusto y espero sea eterno nuestro tiempo juntos, porque siendo honesto, no me grada que te vayas.