Que seas muy feliz…
Esta tarde me acordé de ti. Y no pude evitar preguntarme qué estarás haciendo en estos momentos… ¿Cómo será tu vida ahora? ¿Te sigues desvelando? ¿Arreglaste tu bicicleta? ¿Aún tienes ese gato tan bonito que me encantaba? ¿Qué es de ti? ¿Eres feliz? Deseo que sÃ, porque a pesar de todas las veces que me heriste, nunca pude desearte ningún mal.
Me rompiste el corazón muchas veces, pero aún asÃ, siempre pensé que no eras tan malo, que todos tenemos defectos. Fue un error, debà huir a la primera señal de alerta, antes de enamorarme y no esperar a que mi corazón se hiciera añicos. Porque ahora es muy difÃcil juntar mis pedazos y tratar de reconstruirme.
A veces ni yo entiendo cómo es que impactaste tanto mi vida. Lo triste es que yo te entregué mi corazón entero, sin reservas, sin miedos. Y tú sólo pensabas en pasarla bien. Fui muy ingenua al no querer ver las señales desde el principio. Lo malo de los hombres como tú, es que hay muchos. Lo malo de tontas como yo, es que les creemos y luego es complicado hacerse a la idea de que todo fue un engaño, un juego.