Querido niño interior
Eras un niño pequeño, explorador y científico a la vez, así como creabas historias extraordinarias donde eras el héroe, también hacías inventos que ni la misma NASA podría instaurar. Aún recuerdo a mi madre pararse en la cuadra mientras te sonreía al verte jugar con los vecinos, eran épocas maravillosas donde la lluvia no era un obstáculo para divertirse, era un escenario más para echar a volar la imaginación, esas grandes embarcaciones elaboradas de papel periódico o de las mismas notas de la escuela hacían su recorrido por la avenida, mientras tomabas el rol de capitán guiando su camino hasta que finalmente el agua lo absorbía.
Aún recuerdo que eras millonario con solo 10 pesos que te daba mi madre los días domingos o que el ‘ratón de los dientes’ hacía su visita cuando uno de tus colmillos esperaba debajo de la almohada tras forzar su caída. Espero no se te olvide la ocasión cuando no podías dormir por querer esperar al afanado ‘Santa Claus’ mientras en la mesa te acompañaba toda tu familia que platicaba cuentos surrealistas e incluso te invitaban a dormirte para que pudieras recibir los regalos de Papá Noel.
Qué tiempos aquellos, donde tu única preocupación era ver si podrías salir a jugar con tus amigos de la cuadra, donde dibujábamos sin utilizar la tecnología, jugar escondidas sin que te hallaran, esperar el grito de tu madre para que ya te metieras sin utilizar SMS, WhatsApp u otra red social, donde las rodillas raspadas eran signo de diversión y los juguetes de navidad eran un motivo más para interactuar con tus amigos.
Hoy eres afortunado porque muchos no tuvieron la oportunidad de compartir una navidad con su familia, donde ese señor gordo y barbón que vestía su traje rojo nunca llegó a sus hogares o simplemente no tenían un domicilio a dónde llegar, pero, siempre te hicieron saber que esas personas tienen el mismo valor que tú a pesar de las carencias o pesares que vivieron pues no estaba en ellos la situación en que subsistieron.
Me es grato mirar hacia atrás y ver cuánto has crecido y lo que has realizado a pesar de las adversidades que en su momento se interpusieron. Espero que aquellos valores de los que te hablaba la abuela, las enseñanzas que te daba mi madre para ser una persona de bien para la sociedad y todo lo que tuviste la oportunidad de aprender en las calles donde te divertiste, te sean útiles para seguir forjándote en este mundo donde esas anécdotas cada vez se van diluyendo por los cambios tecnológicos que han atrapado a la humanidad.
Muchas gracias por seguir asomándote en mi adultez para que no pierda la esencia que tu inocencia en su momento me enseñó. Gracias por cada momento que me regalaste y me sigues regalando, acompáñame hasta el final de mi recorrido pues sabes que la aventura te está esperando.
Ya lo dijo Facundo Cabral: “No crezca mi niño, no crezca jamás… Los grandes al mundo, le hacen mucho mal”.
Esta es mi infancia ¿cuál es la tuya? ¡CELEBRA A TU NIÑO INTERIOR!