¿Quién lo diría?

¿Quién lo diría?, me siento tranquila.

Tal vez si alguien hubiese llegado hasta mí y me jurara que todo estaría bien en tan sólo unos meses, no lo creería. No creería que en unos días el aire se volvería un tanto más liviano y poco a poco los recuerdos se irían disipando, que tu presencia sería tan efímera.

Tal vez fue un poco la razón de lo mucho que lloré, porque lloré hasta derramar la última lágrima que llevara tu nombre existente en mis ojos. Tal vez fueron los días enteros en que sentía un vacío en el pecho, sintiendo cómo el alma se oprimía tanto que parecía romperse. O tal vez fueron las incalculables veces que le pedí a Dios el sacarte de mi cabeza y no sentir más nada por ti.

Tal vez fue eso o también todo lo que hiciste tú, todas las niñas con quienes has salido y a quienes has presumido, porque sé que te encargabas o ellas lo hacían de que yo me enterara, de la sonrisa que siempre llevas a todos lados fingiendo que no te importó lo que me hiciste. El orgullo con el que caminas al decir que eres un «hombre», cuando tu calificativo ideal sería «macho».

Tal vez fue todo, pero creo que la razón más importante es cuando me di cuenta que en verdad irme había sido la decisión más acertada que había tomado desde hacía ya mucho tiempo. Fue la mañana en que me desperté y me sentí liviana y podía respirar sin que doliera. Fue el día que en que me di cuenta de que las pesadillas se habían ido.

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Fui feliz, no me atrevería a negarlo, me enamoré y estoy orgullosa de haber sentido tanto amor por ti, en verdad que lo estoy. Hoy me queda claro que soy capaz de dar y entregar todo, porque lo hice contigo, con la persona equivocada… no me imagino cuanta felicidad vendrá con la persona adecuada, me emociona pensarlo.

Deseo que seas feliz, porque me da tristeza ver que no lo eres, es por eso que vuelves. Espero que encuentres a alguien para ti, adecuada a tu forma inestable de amar, alguien que te complemente, de corazón te lo deseo.